4.3 EL ARREPENTIMIENTO: EL INICIO DE
LA CONVERSIÓN
Algunos módulos de este programa de estudio en línea están más
estrechamente relacionados que otros. Esto es especialmente cierto en el tema
del arrepentimiento. De hecho, cuanta más información tengamos sobre este tema,
mejor lo entenderemos.
Para apreciar el significado completo del arrepentimiento, sería útil
revisar el Módulo 1.7: Nuestro potencial definitivo y el Módulo 1.3: El camino
de Dios.
Por supuesto, muchas preguntas nos vienen a la mente cuando oímos el
término arrepentimiento. La reacción más común es el rechazo. Nuestra
autoestima se resiente cuando tenemos que confesar que hemos obrado mal, y
nuestra naturaleza humana se ve desafiada de la manera más directa cuando
tenemos que admitir no sólo que hemos obrado mal, sino que además estamos
equivocados.
Sin embargo, si aprendemos lo que significa convertirse, el
arrepentimiento es un avance muy positivo.
El arrepentimiento es el comienzo de la conversión, de convertirse en una
persona mucho más feliz, de llevar una vida mucho más feliz, de cumplir un
propósito que va más allá de nuestro propio mundo egocéntrico que nos tiene
cautivos.
¿UN CONCEPTO ANTICUADO?
Pero ¿por qué debería
preocuparnos el arrepentimiento? A la mayoría de la gente no le parece una idea
atractiva. ¿Qué significa realmente arrepentirse?
En el aparentemente ilustrado
siglo XXI, a muchos la palabra arrepentimiento les suena pasada de moda,
anticuada y fuera de lugar. Para algunos, el término evoca la imagen de un
profeta fanático que grita las funestas advertencias de un Dios severo a un pueblo
antiguo, o quizá la de un individuo con una larga túnica que porta un gran
cartel donde declara el inminente fin del mundo.
No pocos filósofos,
psicoterapeutas y pensadores modernos consideran que el arrepentimiento forma
parte de un cruel sistema de opresión en el que la religión esclaviza a las
personas haciéndolas sentir culpables e inferiores.
¿Por qué arrepentirse? ¿Por qué
no olvidar el pasado y empezar de nuevo?
¿No son los sentimientos de
culpa perjudiciales para nuestro equilibrio emocional?
Además ¿por qué no aceptar la
teoría de Martín Lutero de que tenemos una naturaleza malvada y que no podemos
hacer mucho al respecto más allá de aceptar a Cristo? ¿No sería una solución
mucho más fácil y sencilla? Tal vez, pero no es la verdadera solución, y
ensombrece la mejor manera de avanzar.
Hay muchas preguntas y muchas
respuestas interesantes y poco conocidas. La reconfortante verdad sobre el
arrepentimiento puede sorprenderle.
El verdadero arrepentimiento es
un concepto positivo; nos ayuda a eliminar todo sentimiento de culpa y a evitar
el comportamiento malsano de suprimir los efectos del pensamiento y acción
erróneos.
UN CONCEPTO BÍBLICO
Lejos de calificarlo de
anticuado o irrelevante, Jesús ordenó a sus seguidores que predicaran sobre el
arrepentimiento y la remisión de los pecados (uno de los resultados positivos
del arrepentimiento) a todas las naciones (Lucas 24:47). Cuando envió por
primera vez a los 12 discípulos, ellos "... predicaron que la gente se arrepintiera" (Marcos 6:12).
Predicar sobre el
arrepentimiento forma parte del mensaje del Evangelio (que son las buenas
nuevas del gobierno de Dios) que Cristo encargó a la Iglesia que proclamara.
Véase el estudio ampliado a continuación: Módulo 1.1.4 Las enseñanzas de
Jesucristo y los apóstoles.
La obra y la misión de Jesús
incluían llamar a los pecadores al arrepentimiento (Lucas 5:32). Él enfatizó la
urgencia del arrepentimiento, diciendo: "… Arrepentíos, porque el Reino de
los Cielos se ha acercado" (Mateo 4:17).
El arrepentimiento es nuestro
primer paso hacia la reconciliación con Dios y hacia el acceso al Reino de
Dios.
En la fundación de la Iglesia
del Nuevo Testamento, el día de Pentecostés del año 31 d.C., el apóstol Pedro
pronunció un inspirado sermón que hizo que muchos se preguntaran qué debían
hacer. Él respondió: "…Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros...". (Hechos 2:38).
La enseñanza sobre el
arrepentimiento es, de hecho, un mensaje actual. El arrepentimiento prepara el
camino para la transformación personal, el requisito para entrar finalmente en
el reino de Dios. La Biblia revela que la gracia de Dios nos guía al arrepentimiento
(Romanos 2:4). Es algo que Dios da (Hechos 11:18; 2 Timoteo 2:25) a quienes
están dispuestos a aceptarla (Hechos 2:37).
¿Podría algo de tal importancia
resultar anticuado o pasado de moda?
Es muy importante reconocer que
incluso el comienzo de nuestra conversión es un don que viene de Dios, nuestro
Padre celestial.
¿QUÉ SIGNIFICA ARREPENTIRSE?
El verbo
"arrepentirse" es, en la lengua griega de los textos originales del
Nuevo Testamento, metanoe. Literalmente, significa "percibir
después" (meta, "después", que implica "cambio", noe,
"percibir", por lo que significa "cambiar de opinión o
propósito"; (véase el Diccionario Expositivo Vine de Palabras Bíblicas).
En lenguaje moderno podríamos decir, "repensar", o "revisar (o
reformar) el pensamiento de uno".
Esta "reforma" o
cambio en nuestro pensamiento comienza con el reconocimiento del hecho de que
hay algo malo dentro de nosotros.
Debido a nuestra voluntad de
arrepentirnos, somos conducidos a confesar nuestros pecados a Dios. Como
resultado de esta nueva mentalidad, podemos seguir recibiendo el perdón de los
pecados (1 Juan 1:8-9).
Sin la voluntad de profundizar
en el autoconocimiento y el cambio, el arrepentimiento no tiene ningún valor
práctico, es sólo una experiencia emocional de corto plazo.
Hay tres aspectos en el
verdadero arrepentimiento: el autoconocimiento, el hecho de recapacitar o
repensar y la conversión continua.
Autoconocimiento
El tipo de autoconocimiento que
conduce al arrepentimiento está relacionado con el hecho de afrontar el meollo
del problema: nuestra propia naturaleza humana. Tenemos que estar dispuestos a
vernos tal como somos. Esto es muy difícil para nosotros los humanos;
normalmente no reconocemos nuestros verdaderos motivos. Tendemos a ver de forma
positiva todo lo que hacemos. Cuando hacemos algo mal, a menudo lo
racionalizamos, diciendo: "No era nuestra intención hacerlo así", o
"No era nuestra intención hacer nada malo, simplemente sucedió",
"Fue sólo un error; nos resbalamos; no pudimos evitarlo", etc.
En el libro de Proverbios, la
Biblia revela el problema que se esconde detrás de tales excusas. El capítulo
16:2 dice: "Todos los caminos del hombre [o de la mujer] son puros a sus
propios ojos", y en el capítulo 21:2 leemos: "Todo camino del hombre
[o de la mujer] es limpio en su propia
opinión…".
Por supuesto NOSOTROS no somos el problema, alguien nos forzó a ello, fue la
forma en que crecimos, o nuestros padres, o la sociedad, o la mala influencia
de... usted nómbrelo. ¿A quién o qué ve usted como la causa de sus problemas?
¿Son siempre los demás?
Es cierto que todos somos
producto del entorno y la herencia, pero madurar espiritualmente significa que
debemos asumir la responsabilidad de nuestros propias motivaciones y acciones.
Si somos sinceros con nosotros
mismos, tendremos que admitir que muchas veces padecemos remordimientos por
haber hecho algo mal. Eso en sí mismo no es un gran logro; el arrepentimiento
es algo más que sentir pesar. El primer asesino mencionado en la Biblia, Caín,
se "arrepintió" de una forma inadecuada. No se arrepintió de su acto
homicida ni de su mala actitud, sino del castigo que se le impuso (Génesis
4:13). En realidad, se arrepentía del castigo que se había impuesto a sí mismo,
no de sus malos pensamientos y acciones.
El verdadero arrepentimiento
implica no sólo el reconocimiento de lo que hemos hecho, sino también de lo que
personalmente somos: pecadores hasta la médula e incapaces de vivir sin cometer
pecado. El profeta Jeremías escribió que sin la ayuda de Dios somos incapaces
de comprender realmente cuál es nuestra naturaleza. Dijo: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y
perverso; ¿quién lo conocerá?". (Jeremías 17:9) y "Yo sé que el
camino del hombre no está en sí mismo; no está en el hombre que camina dirigir
sus propios pasos" (Jeremías 10:23).
Debemos reconocer que, al igual
que nuestros primeros padres, Adán y Eva, hemos vivido ignorando los caminos de
nuestro Creador y, como resultado, hemos sufrido y causado sufrimiento a otros.
Significa reconocer que no sólo nuestras palabras y acciones habituales son a
menudo erróneas, sino que nuestra mente natural (incluidos nuestros
pensamientos y motivos más profundos) está corrompida, y que dejada a sí misma
sólo puede producir lo contrario del camino de Dios.
La raíz del problema está,
pues, en nuestras mentes, "en nuestros corazones", como dijo Jesús
(Mateo 15:19-20). Dios confirmó esta verdad sobre los hijos de Israel hace 4000
años. Dijo: "¡Oh, si tuvieran tal corazón en ellos que me temieran y
guardaran siempre todos mis mandamientos, para que les fuera bien a ellos y a
sus hijos para siempre!". (Deuteronomio 5:29).
Tenemos que aceptar que nuestra
naturaleza humana es enemistad contra Dios (Romanos 8:7). Eso no significa
necesariamente enemistad emocional, odio ardiente o ira. Queremos hacer lo que
nos dicta "nuestra carne" -nuestros deseos humanos- y lo que nos
parece correcto a nuestros propios ojos. Nos resistimos a pensar que los
mandamientos de Dios nos muestran la mejor forma de vida, el camino hacia la
paz y la felicidad. En cambio, vemos la ley de Dios como restrictiva, que nos
impide experimentar el placer y la diversión y todo lo que deseamos con
nuestros ojos.
El apóstol Pablo reconoció el
problema, la lucha interior, la pugna entre nuestra naturaleza humana y lo que
es justo a los ojos de Dios (Romanos 7:18-24).
¿Entiende usted lo que es
usted? Si es así, ¿le preocupa? Si su respuesta es "sí", entonces hay
esperanza, y esa esperanza está estrechamente relacionada con el
arrepentimiento.
Repensar o recapacitar
En el proceso de llegar al
verdadero arrepentimiento, el autoconocimiento nos lleva a recapacitar.
Empezamos a dudar de nuestra autojustificación; empezamos a ver poco a poco lo
que realmente somos.
Como vimos antes, la palabra "arrepentirse" en el griego del Nuevo Testamento
significa "cambiar de opinión o de propósito".
Cuando uno llega al punto en
que empieza a comprender hasta cierto punto lo que uno es y el pecado del que
es capaz, ese reconocimiento lo lleva al deseo de cambiar.
Entonces ya no se quiere seguir
siendo como antes. Hay una nueva orientación, lejos de lo que es agradable a los
propios ojos, hacia el anhelo de comprender la voluntad de Dios. Entonces usted
querrá renovar su mente, entender cuál es la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2).
Cuando el rey David del antiguo
Israel se expresó en esos términos, oró a Dios de una manera que es muy
instructiva para todos nosotros. Mostró una actitud diferente, un tipo distinto
de pensamiento cuando oró: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis ansiedades; y ve si hay en mí algún camino perverso, y
guíame por el camino eterno" (Salmo 139:23-24). Su pensamiento estaba
orientado hacia Dios.
Al cambiar nuestra mente y
nuestro propósito, desearemos renunciar a la impiedad (Tito 2:12); querremos
luchar contra el pecado que nos está atrapando (esclavizando) (Hebreos 12:1).
En nuestro proceso de reflexión y de recapacitar, empezaremos a comprender que
hay cosas mucho más importantes que centrarnos en nuestra vida personal y en el
aquí y ahora (Mateo 6:33).
El proceso de repensarnos, nos
lleva a la convicción de que no hay tarea más importante en nuestras vidas que
aprender a hacer la voluntad de Dios, nuestro Padre (Mateo 7:21).
Conversión
El proceso de recapacitación
forma parte de lo que llamamos conversión, el proceso de cambio.
El proceso de conversión, que
dura toda la vida, nos lleva de ser un humano egoísta a ser una persona
"según el corazón de Dios" y es uno de los milagros más fascinantes
que Dios realiza en la vida humana.
Puede que le sorprenda esta
definición de conversión. ¿No es la conversión la "aceptación de
Cristo" o el cambio de una fe a otra?
La conversión no consiste sólo
en aceptar una nueva verdad, ¡se trata de un cambio!
En su segundo sermón, el
apóstol Pedro amonestó a la gente: "Arrepentíos, pues, y convertíos"
(Hechos 3:19), señalando que el arrepentimiento incluye un paso adicional, el
cambio.
El arrepentimiento, que
comienza con el autoconocimiento, conduce a un proceso de recapacitación y
cambio de comportamiento. Se nos ordena que nos despojemos de nuestro "viejo hombre (nuestra forma errónea de
vivir) que se corrompe según los deseos engañosos" (Efesios 4:22), y que
"nos vistamos del nuevo hombre, creado según Dios, en la verdadera
justicia y santidad" (versículo 24).
Juan
el Bautista exigía "frutos de arrepentimiento", alguna prueba visible
de un cambio de mentalidad (Lucas 3:8). Según la Biblia, no basta con confesar que se cree
en Cristo, hacer el bien y formar parte de una iglesia. Tiene que haber un
cambio profundo de mente y corazón que se traduzca en acciones correctas.
El proceso de conversión
comienza incluso antes del bautismo, con cambios necesarios en la forma de
pensar y en el comportamiento: tenemos que empezar a "limpiar nuestros
actos".
Juan el Bautista exigía
"frutos de arrepentimiento", alguna prueba visible de un cambio de
mentalidad (Lucas 3:8). El rey David lo expresó así: "Lávame bien de mi
maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi
pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he
hecho este mal delante de tus ojos" (Salmo 51:2-4).
Tenemos
que apartarnos del modo de vida opuesto al camino de Dios, de transgredir la
ley de Dios. La Biblia llama pecar a tal oposición activa al camino de Dios. Vea el estudio ampliado a
continuación: El pecado: No dar en el blanco
Es importante entender que la
ley de Dios no es sólo un catálogo que enumera ciertos "qué hacer y qué no
hacer". Define una forma de vida; provee guía para vivir correctamente.
Nos muestra lo que está bien y lo que está mal desde la perspectiva perfecta de
Dios.
El pecado es la transgresión de
la ley [de Dios] (1 Juan 3:4; Reina Valera).
En nuestro proceso de
conversión nos volvemos y comenzamos a seguir el camino de Dios, explicado en
la ley de Dios, la instrucción perfecta que nos conduce hacia el mejor camino
de vida. [Vea el estudio ampliado a continuación: Módulo 1.3.1 ¿Religión o estilo
de vida?]
Tenemos que apartarnos del
pecado, que nos corrompe y tiene la capacidad de destruirnos.
¿CÓMO PODEMOS TENER ÉXITO?
La
tarea del arrepentimiento que lleva a la conversión no es algo que se espera
que completemos sin la ayuda de nuestro Padre amoroso. Como explicamos en módulos
adicionales, obtenemos ayuda al tener nuestra fe fortalecida y por el poder del
Espíritu Santo que Dios provee. Vea el estudio ampliado a continuación: Módulo
1.4.2 Fe: Un elemento esencial de la conversión y Módulo 1.4.5 El Espíritu
Santo: El poder de Dios.
El arrepentimiento y
posteriormente la conversión no se nos imponen por la fuerza. Dios nos muestra
lo que es necesario para que alcancemos nuestro máximo potencial. Tenemos que
elegir si queremos volvernos al camino de vida de Dios o continuar con nuestros
propios caminos que nos llevan a los resultados que vemos a diario en este
mundo.
Aunque Dios nos proporciona
toda la ayuda necesaria, nosotros tenemos que poner de nuestra parte y "ocuparnos de nuestra salvación con temor y
temblor" (Filipenses 2:12). En este proceso de conversión tenemos que
estar "luchando contra el pecado" (Hebreos 12:4).
Ahora, habiendo aprendido sobre
el arrepentimiento y la conversión, ¿está de acuerdo en que esto da una
perspectiva muy positiva de la vida? ¿Por qué no hacer todo lo posible para
entrar en un proceso que nos libera de la miseria y el dolor humanos?
PUNTOS ESENCIALES DE ESTE
MÓDULO:
·
El
arrepentimiento es el comienzo de la conversión, de convertirse en una persona
mucho más feliz y de llevar una vida mucho más feliz.
·
El
verdadero arrepentimiento implica tres pasos: autoconocimiento, recapacitación
y conversión.
·
El
arrepentimiento y la conversión no consisten sólo en aceptar una nueva verdad,
sino también en cambiar.
·
De
lo que debemos apartarnos es del modo de vida equivocado que la Biblia llama
PECADO.
·
El
pecado es la transgresión de la ley de Dios.
ESTUDIO AMPLIADO
·
Las
enseñanzas de Jesucristo
·
¿Religión
o estilo de vida?
·
La
fe: Elemento esencial de la conversión
·
El
Espíritu Santo: El poder de Dios
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