LA VERDAD OS HARÁ LIBRES. David Hulme. INSIGHT. VERANO 2024, Del Editor / Religión y espiritualidad.
VERANO 2024
Del Editor / Religión
y espiritualidad
INSIGHT
LA
VERDAD OS HARÁ LIBRES
David Hulme
Ideas erróneas sobre
la Biblia -lo que es y lo que enseña- han dado lugar a distorsiones y dudas de
gran alcance.
Seguro que alguna vez han oído
a alguien decir que con la Biblia no se puede demostrar nada. La idea es que
está tan abierta a la interpretación que no tiene ningún mérito ni validez. O
que no es más que una colección de historias y mitos antiguos sin relevancia
para la actualidad. Tal vez, por lo que dicen otros, han llegado a la
conclusión de que es imposible entenderla. Hay tantas opiniones sobre el que
sigue siendo el libro más difundido del mundo que es difícil saber por dónde
empezar a disipar estas nociones comunes.
Algunas reglas básicas podrían
ayudar. Por ejemplo, ¿hay que dar por sentado que la pericia en una área del conocimiento
califica para emitir juicios en otro? Un repaso a varios vídeos de YouTube de
personalidades conocidas debatiendo sobre la relevancia bíblica revela que su
pericia radica en otro ámbito y no en el del tema en cuestión. Sin duda poseen
grandes conocimientos en sus propios campos, pero su comprensión del propósito
y significado de la Biblia es deficiente. Una consideración relacionada es que
los problemas surgen cuando no leemos la Biblia en sus propios términos sino a través
de nuestras propias lentes. Esto conduce a la distorsión.
Incluso alguien que apoye una
perspectiva religiosa más tradicional puede tergiversar lo que dice el Libro de
los libros, porque la tradición en sí misma puede no ser una guía segura. La
tradición también puede distorsionar. Esta es la dificultad que Jesús puso de
manifiesto en las discusiones con los líderes religiosos de la época: los
fariseos y los religiosos expertos en la ley, o escribas. Les dijo: «Así (ustedes) han invalidado la
palabra de Dios por causa de su tradición.»
(Mateo 15:6). Otra traducción dice: «Ustedes han
anulado el mandamiento de Dios en beneficio de su tradición». Las
tradiciones y los rituales pueden no ser más que invenciones humanas, alejadas
de la verdadera espiritualidad. La intención de la ley de Dios es maximizar la
experiencia humana fomentando el amor activo a Dios y a la humanidad.
Muchas personas, creyentes y no
creyentes, reconocen la sabiduría espiritual y la pureza del Sermón del Monte
pronunciado por Jesús. Se dice que Él transmitió una verdad sin precedentes en
ese mensaje y que es aplicable a todas las personas. Sin embargo, muchos no se
atreven a aceptar y creer en la persona que Jesús llamó «Padre». Agnósticos o
ateos, pueden elegir ignorar esta otra verdad de las Escrituras que Jesús
utilizó: «Dijo el necio en su corazón: 'No hay Dios'»
(Salmo 14:1).
Tomar la Biblia según sus
propios términos significa acercarse a ella con humildad. Puede implicar dejar
de lado nuestras presuposiciones o influencias externas conflictivas. Si
intentamos comprender la mente de Dios a través del filtro de la filosofía humana
en lugar de utilizar la lógica interna de la Biblia, no conseguiremos ver con claridad.
Y aunque es un libro de profundos conocimientos, no es incomprensible. Está
concebido como una guía que nos revela cuál es nuestro camino en la vida: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino»
(Salmo 119:105).
«El
ser humano no es una amalgama de cuerpo perecedero y alma inmortal, sino una
unidad psicofísica que depende de Dios para la vida misma».
JON D. LEVENSON SOBRE
GÉNESIS 2:7, BIBLIA JUDÍA DE ESTUDIO
Los no creyentes encontrarán
esto difícil de aceptar. Lo que no se pueda probar físicamente no tiene
relevancia para ellos. Un científico muy conocido nos dice que al morir, sus
circuitos cerebrales físicos cesarán y no quedará nada de él; que se habrá ido
para siempre. Se trata de un materialista para quien el propósito de la vida no
es más que reproducirse y sobrevivir físicamente. No existe el mundo
espiritual.
Sin embargo, la Biblia,
reconociendo nuestra mortalidad, enseña que no somos totalmente materiales.
Tomando de nuevo la Biblia al pie de la letra y despojándonos de cualquier idea
preconcebida propia, descubrimos que tenemos un elemento espiritual, aunque no
un alma inmortal. No tenemos almas; somos almas, seres vivos animados por el «espíritu
en el hombre» dado por Dios. Somos singularmente humanos, con inteligencia
dotada por Dios, y por tanto diferentes de los animales: «No obstante, es el espíritu en el hombre, el soplo
del Todopoderoso, que le hace entender» (Job 32:8).
Dejando que la Palabra nos
hable directamente, podemos liberarnos de la duda sobre la validez y el valor
de la Biblia. Podemos entonces descubrir el verdadero sentido y propósito de la
vida.
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