4.6 IMPOSICIÓN DE MANOS: UN SÍMBOLO DE
SUMISIÓN
En Hebreos 6:2 aprendemos que la "imposición de manos" es una
de las enseñanzas básicas o fundamentales de la Iglesia del Nuevo Testamento.
Esto puede sorprender a algunos, porque ciertamente no es familiar para la
mayoría de nosotros hoy en día. Pero, de hecho, era una costumbre claramente
definida de la primitiva Iglesia de Dios.
La "imposición de manos" es una práctica con un profundo
significado, que nos enseña una actitud necesaria en nuestro camino espiritual.
En este módulo abordamos este punto en relación con el tema general de la
transformación personal y de cómo entramos y continuamos en el camino hacia el
cambio espiritual individual. En el módulo 2 se explican otras circunstancias
en las que se practica la imposición de manos.(1.4.4).1 Más sobre la imposición
de manos.
Aunque esta práctica pueda parecer arcaica, es posible aprender
principios importantes y profundos de las instrucciones de Dios al respecto.
Las prácticas que Él instituye nunca deben ser vistas como mera costumbre o
tradición histórica. Véase el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.3.1
¿Religión o forma de vida?
SIGNIFICADO BÁSICO
A partir de varios ejemplos bíblicos podemos establecer tres áreas en las
que se utilizaba la imposición de manos.
La primera tenía que ver con separar, apartar o consagrar a una persona o
animal (u ordenar a alguien) para un propósito u oficio especial
("santo").
Cuando los levitas (la tribu israelita cuya función era servir a Dios en
el tabernáculo o templo) eran seleccionados para su trabajo, se les imponían
las manos como señal de consagración o separación para este servicio (Números
8:9-11). A continuación, los levitas imponían sus manos sobre los animales
ofrecidos a Dios, de nuevo una ceremonia de consagración (versículo 12).
Cuando los primeros diáconos fueron seleccionados en el Nuevo Testamento
para su servicio al pueblo, los apóstoles les impusieron las manos, y fueron
apartados públicamente (consagrados u ordenados) para este servicio (Hechos
6:3-6).
Asimismo, cuando los apóstoles Pablo y Bernabé fueron elegidos para una
obra especial que Dios les había encomendado, se les impusieron las manos
(Hechos 13:1-3).
Aceptar la imposición de manos es también una señal de sumisión a la
voluntad de Dios en relación con el hecho en cuestión.
La separación, designación, consagración u ordenación para un propósito u
oficio especial (santo), se demuestra públicamente mediante la ceremonia de la
imposición de manos.
La segunda área donde se realizaba la ceremonia de la imposición de manos
tenía que ver con otorgar una bendición a alguien o poner a una persona bajo la
gracia de Dios en una enfermedad.
Cuando el patriarca Israel (Jacob) bendijo a los dos hijos de José,
concediendo a Efraín los derechos de primogénito, impuso las manos sobre los
dos muchachos (Génesis 48:14-15).
Cuando Jesús quiso mostrar a sus impacientes discípulos que necesitaban
desarrollar una actitud como la de un niño para poder entrar en el reino de
Dios, tomó a los niños en brazos y los bendijo imponiéndoles las manos (Marcos
10:16).
En tiempos de Jesús era práctica común poner a los enfermos al cuidado de
Dios y pedir para ellos su bendición (en forma de curación) mediante la
imposición de manos (Marcos 5:23, 6:5). Esta práctica fue continuada por la
Iglesia primitiva del Nuevo Testamento (Hechos 28:8).
Al aceptar la ceremonia de la imposición de manos, mostramos también
nuestra fe en el poder de Dios para intervenir a nuestro favor, así como
nuestra sumisión a su voluntad.
La imposición de manos se realizaba cuando se bendecía a las personas y
también cuando se dirigían a Dios oraciones de sanidad. De este modo, las
personas eran entregadas a la gracia de Dios.
Un tercer uso de la ceremonia implica la adhesión a la Iglesia de Dios
mediante la recepción del Espíritu Santo después del bautismo en la edad
adulta, como se explica más adelante en este módulo. Convertirse en miembro de
la Iglesia de Dios incluye asumir una nueva forma de vida; significa separación
y consagración para un propósito santo, como se explicó en módulos anteriores
(1.4.1 Arrepentimiento: El comienzo de la conversión y 1.4.2 La fe: Elemento
esencial de la conversión).
También en este caso la ceremonia de la imposición de manos ilustra la
integración de la persona dentro del sistema de Dios.
BAUTISMO E IMPOSICIÓN DE MANOS
En el bautismo dejamos constancia de que hemos "enterrado"
nuestra vida anterior y nos sometemos a Dios y a su estilo de vida.
En este sentido, es importante reconocer que la ceremonia del bautismo
(incluida la imposición de manos) no es algo que podamos realizar por nosotros
mismos. Somos bautizados por un ministro de Dios que dirige la ceremonia; él
nos introduce en el agua. Ciertamente, Dios podría haber dado instrucciones
para una ceremonia en la que nosotros hiciéramos esto solos, pero decidió lo
contrario, y por una importante razón simbólica.
Lo primero que sucede después de que salimos de nuestra "tumba
acuática" es que un ministro de Dios -un representante de la Iglesia de
Dios- pone sus manos sobre nuestra cabeza en oración.
Con este paso nos sometemos simbólicamente al gobierno de Dios. Estamos
aceptando las manos del ministerio para recibir el Espíritu Santo, que es dado
por Dios y viene de Dios. Somos puestos bajo la autoridad espiritual de la
Iglesia de Dios y Dios mismo nos acomoda para que formemos parte de ese cuerpo
en el lugar donde Él sabe que encajamos mejor (1 Corintios 12:18). Esto es a la
vez muy aleccionador y alentador.
La ceremonia del bautismo, incluida la imposición de manos, es una
expresión de nuestra sumisión a Dios.
RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO
Hay un ejemplo interesante en el registro bíblico que demuestra que el
Espíritu Santo normalmente se concede sólo después de que un ministro de Dios
haya impuesto sus manos sobre nosotros. Sucedió en Éfeso, cuando Pablo visitó
el lugar por primera vez. Algunas personas ya habían sido bautizadas antes de
que él llegara, pero no recibieron el Espíritu Santo hasta que Pablo les impuso
las manos (Hechos 19:1-6).
También en Samaria, los creyentes habían aceptado la palabra de Dios y se
habían bautizado, pero aprendieron que Dios concede su Espíritu Santo a través
(no procedente) de su ministerio (Hch 8:14-17). De esta manera Dios demostró
claramente a través de quién estaba obrando.
¿Podría Dios haber derramado el Espíritu directamente, sin usar a su
ministerio? Por supuesto que sí. Y en un caso, lo hizo. ¿Por qué?
En Hechos 10 encontramos la historia de la primera persona no israelita
(gentil) llamada a la familia de Dios. Fue difícil para los judíos que ya
estaban en la Iglesia entender esta innovación. Según sus tradiciones, no
debían tener contacto con gentiles.
Lo más probable es que algunos en la Iglesia también hubieran
malinterpretado el mandato de Jesús de no ir a los gentiles (Mateo 10:5-6) como
una línea que nunca se debía cruzar. Se enfadaron con el apóstol Pedro cuando
se enteraron de que había bautizado a personas no israelitas (Hechos 11: 1-3).
Pero obviamente habían olvidado que la obra de la Iglesia ya se había extendido
hasta "los confines de la tierra" (Hch 1:8) y hasta "todas las
naciones" (Mt 28:19).
Para ayudar a Pedro a tomar la decisión correcta y mostrar a los miembros
de la Iglesia primitiva que aquello era obra de Dios, se concedió el Espíritu
Santo a aquellos nuevos conversos incluso antes de que fueran bautizados (Hch
10:44-48). Ahora ya no podía haber ninguna razón para impedir que se
bautizaran. Más tarde, Pedro pudo explicar claramente a todos que Dios había
demostrado que no se podía impedir el bautismo y que los gentiles también
estaban invitados a formar parte de la Iglesia de Dios en igualdad de
condiciones (11:17-18).
Ciertamente, se trataba de una situación extraordinaria y no de la forma
habitual en que se incorpora a una persona a la Iglesia.
Dios ciertamente podía conceder el Espíritu Santo sin la imposición de
manos, pero eligió hacerlo así para documentar verdades esenciales a través de
la ceremonia.
¿QUÉ SIGNIFICA RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO?
Somos introducidos (bautizados) en el Cuerpo de Cristo (la Iglesia) al
recibir el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo (1 Corintios 12:12-13). No se
trata sólo de "Dios, la Biblia y yo"; somos llamados a una comunión
santa con otros, "a la comunión de su hijo Jesucristo, Señor nuestro"
(1 Corintios 1:9).
Los dones del Espíritu (como se explica en el Módulo 1.4.5 El Espíritu
Santo: el poder de Dios) nos son dados "para provecho de todos" (1
Corintios 12:7). Formamos parte del "rebaño" que Jesús ordenó que
fuese alimentado por la Iglesia (Juan 21:15), y por ello aceptamos su liderazgo
en nuestro andar (Hebreos 13:17).
A partir de ahora, somos siervos de Dios (Romanos 6:22, Versión Reina
Valera); hemos renunciado voluntariamente a nuestra independencia y, como hijos
espirituales de Dios y coherederos con Cristo, queremos seguirle y ser guiados
por el Espíritu de Dios en la senda correcta (Romanos 8:14-17).
Tras haber recibido el Espíritu Santo, pasamos a ser literalmente
"de Cristo" (Romanos 8:9); sólo entonces podemos llamarnos hermanos
espirituales de Cristo, siguiéndole en el camino de Dios.
QUÉ ESPERAR DEL ESPÍRITU SANTO
Es muy importante evitar expectativas poco realistas sobre lo que el
Espíritu Santo es y produce en nosotros. Hay muchos conceptos extraños y
confusos sobre este tema. Pero el recibimiento del Espíritu Santo no es una
experiencia mística o esotérica dominada por emociones exageradas. Ver estudio
ampliado más abajo: Módulo 2.(1.1.1).2 ¿Qué es el Espíritu Santo?
A través del poder del Espíritu Santo podemos esperar gran ayuda en el
desarrollo de un carácter santo y ayuda para profundizar en nuestra comprensión
de Dios y de sus caminos. Podemos esperar fortaleza para superar nuestras
debilidades, y fortaleza para soportar las dificultades que conlleva apartarse
de los caminos del mundo y estar separados y consagrados en el camino de Dios.
El Espíritu Santo es nuestra salvaguarda y protección. Nos ayuda a saber
en qué momento debemos seguir a Dios en lugar de a los hombres (Hechos 5:29).
Nos ayuda a determinar lo que es de Dios y lo que no lo es (Juan 7:17). A lo
largo de nuestra vida, el Espíritu de Dios nos libera de la esclavitud de
nuestra naturaleza humana y nos hace más cercanos al carácter perfecto de Dios.
En el próximo módulo explicaremos con más detalle este maravilloso don de
Dios. Ver estudio ampliado más abajo: El Espíritu Santo: El poder de Dios.
PUNTOS ESENCIALES DE ESTE MÓDULO
·
La imposición de manos tiene un
significado profundo y la finalidad de la ceremonia es demostrar verdades
esenciales.
·
La separación, consagración u
ordenación para un propósito santo u oficio especial, es atestiguada
públicamente.
·
Las oraciones de sanidad y bendición
especial iban acompañadas de la imposición de manos.
·
La imposición de manos es también
evidencia de liberación a la gracia de Dios.
·
El Espíritu Santo es dado por Dios
después de la imposición de manos por uno de sus ministros.
·
Recibir el Espíritu Santo no es una
experiencia mística o esotérica acompañada de emociones exageradas.
·
La imposición de manos es la forma que
Dios ha ordenado para la recepción de su don, y es un signo de sumisión al
gobierno de Dios.
ESTUDIO AMPLIADO
·
¿Religión o estilo de vida?
·
El arrepentimiento: El comienzo de la
conversión
·
La fe: Elemento esencial de la
conversión
·
El Espíritu Santo: El poder de Dios
·
¿Qué es el Espíritu Santo?
·
Más sobre la imposición de manos
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