4.2 EL LLAMAMIENTO DE DIOS
La proliferación de los
teléfonos móviles ha permitido a las personas acceder a prácticamente cualquier
persona, en cualquier lugar y en cualquier momento. Hacer y recibir llamadas
telefónicas se ha convertido en un hábito cotidiano para una parte importante y
creciente de la población mundial. Esta mayor capacidad para conectar con los
demás y comunicarse es una asombrosa maravilla del siglo XXI.
Una llamada telefónica se
reconoce como un requerimiento para que se le preste atención inmediata. La
implicación es clara: la persona que llama quiere que desviemos nuestra
atención, consideremos su deseo de contactar con nosotros y respondamos a la
llamada. Aunque muchas llamadas son amistosas o casuales, otras revisten una
profunda importancia. Pueden proporcionar información que esperábamos, pero a
veces contienen noticias imprevistas, incluso alarmantes. El mensaje puede
obligar a cambiar el plan del día y a reorganizar las prioridades programadas.
En un sentido menos literal,
podemos experimentar la proverbial "llamada de atención", que puede
ser inicialmente alarmante, pero al mismo tiempo apreciada por alertarnos de un
peligro inminente.
LLAMAR A DIOS
Otro tipo de llamada en la que
nos involucramos los seres humanos es de naturaleza espiritual; por ejemplo,
cuando las personas claman a su creador para solicitar su atención. La Biblia
recoge numerosos ejemplos de personas que, en la antigüedad, pidieron a Dios
que atendiera con amor a sus problemas apremiantes. También hoy son muchos los
que invocan a Dios para pedir su atención personal e inmediata. Estos
llamamientos urgentes se suelen comunicar a través de la oración y el ayuno.
Véase el estudio ampliado más abajo: Módulos 4.2.1, 4.2.2 y 4.2.3
EL LLAMADO DE DIOS
La gente invoca a Dios, pero
¿llama Dios a las personas? ¿Inicia Él alguna vez un encuentro con alguien al que
ha creado a su imagen y semejanza?
Las Escrituras describen
determinadas ocasiones en las que Dios convocó a determinados individuos para
cumplir una misión importante. Numerosos ejemplos muestran que Dios eligió a
patriarcas y profetas para cumplir un propósito particular. Aquellos llamados
de esta manera fueron apartados y recibieron una visión especial para hacer
avanzar el plan de Dios.
Considere cómo Dios llamó a
Moisés, según consta en las Escrituras hebreas.
Dios entabló un primer
encuentro con Moisés en el monte Horeb. Atrajo la atención de Moisés a través
de una zarza ardiente milagrosa y luego le informó de su intención de rescatar
al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Dios explicó a Moisés que él
desempeñaría un papel en el plan divino (Éxodo 3:1-17).
Otros ejemplos se encuentran en
los escritos de los apóstoles. Al dirigirse a las iglesias de Roma y Corinto en
el siglo I d.C., el apóstol Pablo se identificó a sí mismo como
"llamado" (Romanos 1:1; 1 Corintios 1:1). Aunque podríamos concluir
que se refería a su función específica como apóstol ("separado para el
evangelio de Dios"), es interesante que en ambos casos se refiriera a sus
lectores, los miembros de la Iglesia, también como "llamados"
(Romanos 1:6-7; 1 Corintios 1:2).
En los Escritos Apostólicos, la
palabra griega traducida "llamado" (kletos) tiene el sentido
subyacente de alguien que ha sido convocado: "alguien cuya participación o
presencia ha sido oficialmente requerida (para algo); especialmente una
petición a la que no se puede negar" ( Léxico del significado bíblico).
Durante su ministerio terrenal,
Jesucristo hizo una profunda declaración que desconcertó a muchos en su momento
y que la mayoría sigue pasando por alto o ignorando hoy en día: "Nadie
puede venir a mí si el Padre que me envió no le trajere" (Juan 6:44).
Aquí Cristo afirma que nadie
puede conectar con Él o convertirse en seguidor a menos que Dios Padre atraiga
a esa persona y le conceda su permiso para venir a Cristo (1 Corintios 1:9;
Juan 6:65).
El llamado de Dios señala la
necesidad de Jesucristo como Redentor de la humanidad (Juan 6:44; Hechos 4:12).
Permite a la persona comprender las buenas nuevas del mensaje del Evangelio (2
Tesalonicenses 2:14; 1 Corintios 2:7-11).
Jesús explicó cómo se logra
esto cuando le atribuyó al Padre la capacidad de Pedro de reconocerlo como el
Hijo de Dios. Otros sólo le dieron reconocimiento a Jesús como a un individuo
honorable, porque su entendimiento era limitado. Cristo reconoció que la
percepción de Pedro no era el resultado del intelecto humano. Más bien, Dios
Padre había abierto su corazón y su mente para que pudiera alcanzar esta
comprensión espiritual más profunda (Mateo 16:13-17).
Cristo habló entonces de
edificar su Iglesia (versículo 18). La palabra española iglesia se traduce del
griego ekklesia, que significa " los que han sido llamados".
Por definición, la Iglesia que Cristo dijo que construiría está formada por
personas "llamadas".
El llamamiento de Dios es santo
y humilde a la vez. Los primeros seguidores de Jesucristo recibieron
instrucciones de atribuir su llamamiento a Dios y no a sus propios méritos o
acciones (2 Timoteo 1:9). Su llamamiento no fue el resultado de su grandeza,
sino para magnificar la gloria de Dios (1 Corintios 1:26-31).
Los llamados son separados y
consagrados para el propósito y uso de Dios. De ahí que se les llame
"santos" (Judas 1-3; Romanos 1:6-7), que significa personas sagradas
o santas, apartadas. Estos santos debían esforzarse por caminar de forma digna
conforme a su llamamiento, para aprovechar al máximo esta oportunidad de buscar
el reino y la gloria de Dios (Efesios 4:1-4; 1 Tesalonicenses 2:12).
El apóstol Pedro, receptor de
la revelación divina, comparó el llamamiento de Dios con el contraste entre la
luz y las tinieblas (1 Pedro 2:9-10). Pablo también describió al pueblo de Dios
como saliendo de la oscuridad de la noche para caminar como hijos de la luz
(Efesios 5:8-14).
LLAMADOS A SALIR
El rumbo que sigue este mundo
no refleja los valores de Dios (Efesios 2:2-3). Eso quedó claramente demostrado
cuando Jesús vino al mundo (Juan 1:10-11). Cuando Jesús dijo:
"Sígueme", estaba pidiendo a las personas que se prepararan para una
experiencia de vida similar a la suya (Juan 15:18-21). Al igual que Cristo no
era "de este mundo", sus discípulos también tendrían que vivir en
este mundo sin formar parte de él. Reconociendo esto, Cristo pidió al Padre que
protegiera a los que habían sido llamados a salir del mundo para seguirle (Juan
17:9, 11, 14-16).
Los Escritos Apostólicos
recogen lo que los primeros discípulos de Jesús percibían como la respuesta
correcta al llamamiento de Cristo a seguirle. La estrecha identificación con
los valores de su Maestro hacía impensable la idea de alejarse de Él (Romanos
8:35-39).
El rechazo de la familia y los
amigos, la incomprensión de muchos y el apartarse de una sociedad que no
reconoce al Dios verdadero son temas intemporales en la vida de sus siervos
(Isaías 53:3; Mateo 10:21-22, 35-39; 1 Pedro 4:1-4).
LLAMADOS A SEGUIRLE
Cuando Jesús reclutó a Mateo,
un recaudador de impuestos, le dijo: "Sígueme" (Mateo 9:9). ¿Fue la
invitación de Cristo simplemente una manera de conmoverlo para que se sintiera
diferente acerca de sí mismo o de su vida? La Escritura nos dice que Mateo
"se levantó y le siguió" (Marcos 2:14). ¿Qué debemos discernir de
esto? ¿Le siguió adónde? ¿Para hacer qué? Las acciones de Mateo revelan que no
estaba respondiendo simplemente a un llamamiento emocional, sino que se estaba
comprometiendo con una misión: una nueva prioridad y un nuevo propósito en su
vida (Mateo 6:33).
LLAMADOS AL CAMBIO
Los llamados al arrepentimiento
y a la fe en Dios fueron temas constantes de los profetas hebreos, Juan el
Bautista, Jesús y los apóstoles (véase Mateo 3:1-2, 8; Marcos 1:14-15; Hechos
2:36-38; Hechos 26:20). Los que aceptan el llamado de Dios se comprometen a una
vida de cambio. Seguir a Cristo implica que uno se vuelva como Cristo
(Filipenses 2:5; Romanos 13:13-14; Hebreos 12:1-2; 1 Pedro 3:21-22). Ante este
reto, los llamados se consuelan con la declaración bíblica de que "a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados" (Romanos 8:28).
LLAMADOS A LA OPORTUNIDAD
A su debido tiempo y a su
manera, Dios es capaz de llamar nuestra atención y presentarnos una oferta que
sería una tontería rechazar. Dios nos convoca a una forma de vida y al futuro
lleno de esperanza que Él ha previsto desde el principio para todos los que Él ha
hecho a su imagen (Hechos 3:19-21; Hechos 2:38-39). En definitiva, el plan de
Dios es llamar a todos para brindarles la oportunidad de la salvación (1
Timoteo 2:3-4).
Pero ¿podría Dios estar ahora
llamándole a usted? Al responder a quienes se sentían convencidos por su
predicación en Pentecostés, Pedro explicó que Dios seguiría llamando a personas
en las sucesivas generaciones (Hch 2:36-39). La Iglesia que Cristo dijo que
construiría y que nunca desaparecería debe ser, por definición, una comunidad
de "llamados" (Mateo 16:18). Dios sigue llamando hoy a personas a su
Iglesia según su voluntad.
¿Es usted capaz de reconocer
que Dios tiene un propósito para su vida, que es mayor que la búsqueda de
bienes materiales (1 Timoteo 6:17-19)?
¿Percibe usted la necesidad de
un cambio drástico en sus prioridades y su objetivo en la vida (Romanos
6:16-23; Mateo 6:33)?
¿Le ha abierto Dios el
entendimiento de su Plan y su propósito (Efesios 1:17-18)? ¿Está usted
empezando a comprender el mensaje del Evangelio, la buena nueva de la venida
del Reino de Dios (2 Tesalonicenses 2:13-14)?
¿Reconoce usted el sacrificio
de Cristo como el único camino hacia la reconciliación con Dios (Hechos
4:10-12; 1 Pedro 1:18-21)?
Si la respuesta a estas
preguntas es afirmativa, ¿le interesa saber cómo responder al llamado de Dios
(Hechos 2:37)?
Si es así, es posible que desee
contar con el consejo y la orientación de un ministro de Jesucristo. Para ello,
el ministerio que apoya a Visión está a su disposición para ayudarle. Sólo
tiene que hacer clic en la pestaña "Contacte con nosotros" de la
página de inicio de Visión ( https://www.vision.org/es )y hacernos saber cómo
ponernos en contacto con usted.
PUNTOS ESENCIALES DE ESTE
MÓDULO
·
A
lo largo de la historia de la humanidad la gente ha invocado a Dios.
·
Dios
también ha llamado a individuos al servicio de su plan y propósito.
·
El
llamado de Dios requiere que uno reconozca que una mejor manera de vivir.
·
La
Iglesia de Cristo está formada por "los llamados".
·
El
llamado de Dios conlleva la responsabilidad de alcanzar el propósito de Dios y
de esforzarse por estar a la altura de lo que Él espera de nosotros. Esto se
logra a través del influjo del Espíritu Santo, que se nos concede en el
bautismo.
·
El
llamamiento de Dios es la gran oportunidad de la vida: una invitación a una
relación correcta con Dios por toda la eternidad.
·
¿Le
está llamando Dios?
ESTUDIO AMPLIADO
·
Fundamentos:
El camino a la transformación personal
·
El
arrepentimiento: El comienzo de la conversión
·
La
fe: Elemento esencial de la conversión
·
El
bautismo: Empezar de cero
·
La
oración: Hablar con Dios
·
Estudio
de la Biblia: Escuchar a Dios
·
Ayunar:
Cambiar de fuente de energía
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