5.10 MÁS ACERCA DE LA IMPOSICIÓN DE MANOS

 

En el módulo Imposición de manos: Un símbolo de sumisión, abordamos tres razones para la "imposición de manos" según el registro bíblico:

Separar, apartar, consagrar u ordenar para un propósito u oficio santo especial.

Pedir una bendición sobre alguien o la liberación por la gracia de Dios en oración por los enfermos.

Orar por la aceptación de una persona en el cuerpo de Cristo (la Iglesia) después del bautismo mediante la recepción del Espíritu Santo.

En el módulo principal (1.4.4) nos enfocamos en esta práctica en el contexto del bautismo y sólo cubrimos otros aspectos mínimamente. Según Hebreos 6:2, la "imposición de manos" es una de las enseñanzas más básicas o fundamentales del Nuevo Testamento. Por lo tanto, es apropiado examinar los otros ejemplos en los que la práctica fue utilizada por la Iglesia.


ORDENACIÓN

En el Antiguo Testamento, cuando los levitas eran seleccionados para servir a Dios, se les imponía las manos como señal de consagración o de poner aparte para ejercer una función (Números 8:9-11). Aunque los ministros del Nuevo Testamento no son levitas, la práctica de apartar a las personas para un propósito u oficio especial sigue siendo aplicable.

Cuando Dios eligió a los apóstoles Pablo y Bernabé para una obra especial, los apartó y sus compañeros ministros les impusieron las manos (Hechos 13:1-3). La palabra griega utilizada aquí para "apartar" es aphorizo. También se puede traducir como " nombrar, apartar para algún propósito". La palabra se forma de apo que significa "de" y horizo que significa "definir". Así que si alguien, en este caso un ministro, es designado a un cargo para un propósito especial o tarea , esto debe ir acompañado por la imposición de manos.

La selección de los primeros diáconos también se hizo mediante la imposición de manos por parte de los apóstoles; así fueron apartados (consagrados) públicamente para su función de servicio (Hechos 6:3-6). Aquí la palabra griega para "nombrar" es kathistemi, que también significa "poner a cargo".

La misma palabra se utiliza cuando el apóstol Pablo amonesta a Tito para que "ordene" ancianos en Creta (Tito 1:5). Aunque no se menciona específicamente en este caso, parece lógico que también se hiciera con la imposición de manos.

Si los diáconos eran ordenados con esa ceremonia tal como se muestra, ¿por qué un anciano no sería ordenado de la misma manera? Como en el antiguo Israel, esta ceremonia pública de apartar a alguien para un oficio santo demuestra visiblemente a todos que alguien es llamado a un oficio especial.

Al igual que uno no puede bautizarse a sí mismo, una persona no puede ordenarse a sí misma; las manos son impuestas sobre el candidato por los que ya están en el cargo. De este modo, se recuerda a la persona (diácono o diaconisa) ordenada que forma parte de una comunidad, y que hay otros en una estructura por encima de ella. La persona ordenada no es independiente, como indica claramente la ceremonia.

La ordenación por imposición de manos demuestra que un individuo concreto está integrado en la estructura espiritual de la Iglesia.

Como en el bautismo, la ceremonia es un signo de sumisión al gobierno de Dios.

La ceremonia también tiene profundas implicaciones para comprender el papel de un ministro de Dios y la labor que se le ha encomendado. Debe ser consciente de que "Dios ha constituido en la Iglesia: primero apóstoles, segundo profetas, tercero maestros...". (1 Corintios 12:28). Cada persona ordenada está bajo la autoridad de Dios, y no puede obrar independientemente según su propio propósito.

Un ministro ordenado no tiene derecho a predicar lo que se le antoje: "(Debe ser) retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada" (Tito 1:9; Nueva Versión Internacional). Su ordenación es dentro de la Iglesia de Dios, no para edificar su propia obra; si no se atiene a las enseñanzas de la Iglesia, debe ser evitado, como amonesta el apóstol Pablo: " Ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. Porque tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos" (Romanos 16:17, NVI).

Ciertamente podemos ver cuán apropiada es la ceremonia de la imposición de manos con respecto a la ordenación de alguien para un propósito u oficio santo.


UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

En cuanto a la imposición de manos como signo de sumisión a la voluntad de Dios, según se ha explicado en el módulo anterior, es interesante observar que también se aplica a nuestras peticiones a Dios para que nos sane.

En tiempos de Jesús era frecuente que los enfermos acudieran a Él para ser curados. Él oraba por su curación y les imponía las manos (Lucas 4:40; Marcos 5:23). Jesús profetizó que sus discípulos harían lo mismo (Marcos 16:18). Muchos ejemplos en el Nuevo Testamento muestran que la Iglesia continuó con esa práctica (véase, por ejemplo, Hechos 28:8). El apóstol Santiago da instrucciones a los miembros de la Iglesia para que busquen a Dios cuando estén enfermos llamando a los ancianos con el fin de que los unjan con aceite y oren por ellos (Santiago 5:14-15). Como muestran los ejemplos del Nuevo Testamento, esto solía ir acompañado de la imposición de manos.

Cuando una persona pide esta asistencia, es una demostración de confianza en la gracia de Dios y demuestra que estamos buscando su voluntad y que tenemos fe en su cuidado por nosotros. La unción y la imposición de manos no son la implementación de algún poder extraño, sino más bien la evidencia de nuestra conversión a Dios y de nuestra sumisión a su voluntad.

Para que no haya malentendidos, esta práctica no está reñida con la búsqueda de ayuda médica. Ciertamente, Dios es capaz de sanar mediante una intervención sobrenatural, pero cómo y cuándo Él decida ayudarnos, sea a través de médicos u otras personas, está sujeto a su voluntad. Recurrir a la ayuda disponible es lo más sensato en caso de enfermedad. Las instrucciones bíblicas no están en contra de ningún uso razonable de la ayuda humana, pero cualquiera que haya estado gravemente enfermo sabe que dependemos de la misericordia de Dios además de contar con la intervención humana.

Pedir la unción para la sanidad es una demostración de nuestra dependencia de la gracia de Dios, de la búsqueda de su voluntad y de nuestra fe en su cuidado por nosotros.

La imposición de manos a los enfermos no está reñida con el hecho de aprovechar la ayuda humana.


BENDICIÓN DE LOS NIÑOS

Cuando Jacob (Israel) agonizaba, confirió la primogenitura a Efraín y Manasés, los dos hijos de José, mediante la imposición de sus manos. (Génesis 48:14-15). Como en todos los casos de los que ya hemos hablado, se trataba de nuevo de un símbolo de sumisión a la voluntad de Dios y de una forma visible de pedir a Dios que bendijera las circunstancias.

Cuando Jesús quiso mostrar su aprecio por la actitud de los niños pequeños y el ejemplo que nos dan a todos, los tomó en brazos y los bendijo imponiéndoles las manos (Marcos 10:16). Ésta sigue siendo una tradición que se mantiene viva una vez al año en la Iglesia de Dios: un símbolo de sumisión a la gracia de Dios.

La imposición de manos para pedir la bendición de Dios sobre alguien es una práctica bíblica que todavía se utiliza.

 

PUNTOS ESENCIALES DE ESTE MÓDULO:

·         La ordenación por la imposición de manos demuestra que un individuo concreto se integra en la estructura santa de la Iglesia de Dios.

·         La unción de los enfermos es una demostración de nuestra confianza en la gracia de Dios, la búsqueda de su voluntad y nuestra fe en su cuidado por nosotros.

·         La imposición de manos para pedir la bendición de Dios es una práctica bíblica que todavía se utiliza.

 

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