CUIDANDO NUESTRAS MENTES, PARTE 1
ESTABLECER Y MANTENER
UNA BUENA SALUD
David Hulme
Abril, 2023
En la Iglesia, a lo largo de los años, hemos aprendido mucho sobre
nuestro enfoque de los asuntos médicos. Vemos que la curación y la restauración
pueden ser físicas, mentales y emocionales. Paralelamente a este tipo de
curación, también existe el tipo más importante: espiritual.
En el bautismo, tenemos la
imposición de manos para recibir el Espíritu de Dios a fin de lograr la sanidad
espiritual. También podemos recibir la imposición de manos para problemas
físicos, mentales y emocionales; todas ellas son condiciones que necesitan
sanidad. El sufrimiento humano puede ocurrir en cada uno de estos niveles.
Sabemos que Cristo sufrió por nosotros físicamente, y hay amplia evidencia de
que también sufrió mental y emocionalmente. Durante el servicio de la Pascua en
los últimos años, es posible que hayan notado que hemos mencionado el
sufrimiento de Cristo como aplicable a los problemas que surgen en la mente.
AVANCES RECIENTES
La salud y la enfermedad mentales son campos muy amplios. La esfera de
la salud mental se ha vuelto cada vez más especializada, especialmente desde
alrededor de 1900, con un progreso aún mayor en el pasado reciente.
Hoy podemos beneficiarnos
de ayuda psicológica y psiquiátrica para diversas formas de enfermedad mental.
Los desequilibrios químicos que afectan la función cerebral pueden aliviarse
con medicamentos. Los trastornos del comportamiento pueden ser tratados con distintos
métodos terapéuticos. Ha habido mucho avance en estas áreas. Los médicos pueden
brindar muchos tipos de asistencia y sabemos que también podemos hacer mucho
para ayudarnos a nosotros mismos.
En la conferencia
ministerial de hace unos años, tuvimos una presentación sobre salud y
enfermedad mental proporcionada por un profesional externo. El propósito era
ayudar al ministerio en su trabajo de consejería, dar a conocer los tipos de
problemas que existen y sugerir enfoques que puedan ayudar. La instrucción
incluyó principios bíblicos, lo que podríamos hacer para ayudarnos a nosotros
mismos y a los demás, y cuándo considerar la derivación para ayuda profesional
en caso de enfermedad.
Este artículo de dos partes
es una introducción al tema. En la Parte 1 discutiremos cómo establecer y
mantener la salud mental individual, con algunos comentarios breves sobre la
enfermedad mental.
La Parte 2 se centrará en
cómo reconocer y ayudar adecuadamente a los miembros de la Iglesia con
problemas mentales.
ENTRE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD
En lugar de visualizar nuestro estado mental como una de dos casillas
separados, etiquetadas como salud y enfermedad, podríamos pensar en un continuo
desde la salud hasta la enfermedad. Entre los puntos de los extremos, hay
muchas condiciones y causas, y cada uno de nosotros ocuparía un lugar en un
punto específico a lo largo de esa línea. Es posible que nos desplacemos a
diferentes posiciones a lo largo de la línea a medida que transcurre la vida.
En un extremo, tendríamos a
la persona feliz, alegre, autocontrolada, autorrealizada, dirigida hacia el
exterior, y podríamos movernos a lo largo de la línea a una ubicación temporal,
quizás en algún punto, etiquetado como tristeza, ira o ansiedad. Podríamos
sufrir desequilibrios de varios tipos, desde ataques de pánico hasta
agotamiento, depresión clínica, adicciones, autolesiones, obsesiones y estar en
un punto diferente de la línea. Podríamos sufrir los efectos del TEPT, el trastorno bipolar, un trastorno de personalidad o una forma de
psicosis; de nuevo, en una ubicación diferente en el continuo.
Algunas condiciones o
trastornos mentales son de origen biológico o bioquímico, algunos son
genéticos, algunos son ambientales. Algunos pueden ocurrir solo una vez,
algunos son de corto plazo, algunos son más duraderos. Algunos son más fáciles
de manejar que otros. Pero es importante darse cuenta de que, en todas estas
condiciones y estados, hay esperanza. Muchas personas han encontrado una manera
de sobrellevar la situación, con ayuda médica o de otro tipo. Algunos son
nuestros hermanos y hermanas.
Cuando pensamos en dónde
estamos en este continuo, reflejaremos las condiciones de estrés habituales del
momento en que nos encontramos: dificultades económicas, dificultades sociales,
problemas ambientales; tal vez una pandemia. Todos estos son factores
estresantes potenciales que pueden tener un impacto acumulativo en personas que
ya enfrentan problemas.
LAS DIFICULTADES DE LA VIDA
¿Cuál debería ser nuestra respuesta a las preocupaciones sobre la salud
y las enfermedades mentales entre nosotros? ¿Cómo debemos ver estos aspectos de
la vida a nivel individual como miembros de la familia de Dios? ¿Qué dice y no
dice la Biblia?
Una de nuestras
responsabilidades personales es la buena gestión o mayordomía. Esto incluye
cómo tratamos nuestras mentes y cuerpos. Cada uno de nosotros tiene la
responsabilidad sobre su propia mente en el sentido de que podemos afectar su
funcionamiento y su efecto general sobre nosotros. Buscar ayuda externa, profesional
o médica, puede ser parte de una buena gestión.
Si bien la Biblia no es un
libro de texto sobre salud mental ni un manual de diagnóstico, sí proporciona directrices
básicas. Por ejemplo, en Proverbios 4:23, leemos una enseñanza general sobre la
importancia del cuidado propio en relación con la mente: “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón, porque de él emana la vida”. (RVA-2015)
Nuestro corazón, en
términos bíblicos, es nuestro ser interior, nuestra mente, representada aquí
como una fuente de agua que brota. La mente bien cuidada, resguardada por
encima de todo, es un manantial para una vida sana. Una mente diligentemente
protegida puede conducir la vida en una dirección positiva. Esta es una
escritura muy clara sobre los beneficios de cuidar mucho nuestra mente,
cuidarla, porque es la base de muchas cosas que hacemos en la vida. “De ella emana
la vida”.
Nuevamente, dependiendo de
nuestras circunstancias, esto puede significar, a veces, buscar ayuda
profesional.
TRANQUILIDAD Y CALMA
El libro de Proverbios
también nos habla de los beneficios físicos de tener una mente en paz y no dada
a la ira; una mente tranquila, o según la versión Reina Valera Actualizada de
2015, un corazón sano, una mente relajada: “El corazón
apacible vivifica el cuerpo, pero la envidia [la ira] es carcoma en los huesos.” Proverbios 14:30, (RVA-2015). La palabra hebrea empleada significa
“pasión” puede referirse a ira, celos y envidia; una mente en ebullición. La
versión en inglés de hoy dice que “es como un cáncer”.
Detrás de este proverbio
hay un contraste entre un espíritu tranquilo y la envidia, la ira y los celos,
y lo que producen en nosotros. La calma produce carne sana. La ira, los celos y
la envidia carcomen a la persona por dentro. Esto no quiere decir que no haya
momentos en los que expresemos ira, pero no debemos ser una persona “dada a la
ira”. A veces, los sentimientos de ira pueden ayudarnos a identificar los
límites que se han cruzado. Pero lo importante es cómo lidiamos con esos
sentimientos.
Proverbios tiene algo que
decir acerca de cómo lidiar con la ira: “El necio da rienda suelta a toda su
ira, pero el sabio conteniéndose, la apacigua” Proverbios 29:11(RVA-2015).
La ira es una emoción, un
sentimiento. La acción agresiva puede provenir de la ira. A veces, el
sentimiento de ira se desencadena por otra emoción, como la envidia, la incompetencia
o la frustración. O alguien nos avergüenza y nos enojamos con esta persona. La
humillación o incluso el miedo pueden hacernos enojar.
Dar rienda suelta a la ira
da como resultado la agresión. Esto es lo que le sucedió a Moisés cuando
reaccionó ante la injusticia que presenció contra sus hermanos israelitas. Su
ira dio paso al asesinato (véase Hechos 7:23–28). Moisés no estaba demostrando
el tipo de características de liderazgo que Dios requería. Pasarían cuarenta
años antes de que pudiera sacar a sus hermanos israelitas de Egipto. Cuarenta
años después era un hombre diferente, un hombre conocido por su mansedumbre.
Es lo que sucedió, también,
cuando Caín mató a Abel por envidia y sentimientos de incompetencia e ineptitud.
El preventivo en su caso fue el mismo. Si hubiera seguido el consejo que Dios
le dio, no habría cometido este error. "¿Por qué estás enojado? ¿Y por qué
ha decaído tu semblante? . . . el pecado está a la puerta. Y su deseo es para
ti, pero tú debes enseñorearte de él” (Génesis 4:6–7). Si la autorregulación
(de la ira en este caso) no sucede, pueden surgir muchos otros problemas, con
muchos pecados como resultado (ver Proverbios 29:22).
HUESOS SECOS
Consideremos otra área de la vida mental: el estado mental deprimido.
Como veremos, es importante diferenciar entre un estado mental deprimido, una
tristeza profunda y una depresión clínica. Diferentes condiciones requieren
diferentes tratamientos.
Proverbios 17 muestra la
importancia del gozo interior y los efectos secundarios de la depresión. “El
corazón alegre mejora la salud [una cura o una curación], pero un espíritu
abatido [una disposición apagada] seca los huesos [quita o agota nuestras
fuerzas]” (Proverbios 17:22, RVA-2015).
Otro proverbio dice: “El
corazón alegre hermosea la cara, pero por el dolor del corazón [el sufrimiento
de la mente] el espíritu se abate” (Proverbios 15:13, RVA-2015). La felicidad
se muestra exteriormente, visiblemente, en el rostro. Pero el dolor profundo
tiene un efecto interior e invisible en el espíritu humano, deprimiendo el ser
interior. Esto no quiere decir que la tristeza se convierta automáticamente en
depresión clínica; puede suceder, si no se resuelve, pero no son lo mismo. En español
usamos la palabra depresión para indicar el estado de ánimo, así como la
condición clínica. Pero una se trata de un síndrome o un conjunto de factores
que implica un diagnóstico clínico. La otra, indica el estado de ánimo de
tristeza, de gran dolor; y hay un tiempo para el dolor.
Para ser realista, existen
límites sobre lo que otros pueden saber sobre nosotros cuando estamos tristes.
Hay un proverbio que indica que solo nosotros, en persona, entendemos realmente
nuestro propio estado: “Solo el corazón conoce su amargura, y ningún extraño
puede compartir su alegría” (Proverbios 14:10, Tanaj). Hay límites en lo que
podemos compartir con los demás. Pero eso no significa que no podamos ayudarnos
a nosotros mismos o que otros no puedan ayudarnos. Ciertamente, tenemos la
obligación de cuidar u honrar nuestros cuerpos (1 Corintios 6:20) y también de
ayudarnos unos a otros: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien,
con miras a su edificación” (Romanos 15:2, RVA-2015).
Es importante diferenciar
entre un estado de ánimo depresivo, una tristeza profunda y una depresión
clínica. Diferentes condiciones requieren diferentes respuestas. La depresión,
que es un síndrome clínico, necesita más que alegría o aliento para sobrellevarla.
No es para estigmatizar a la persona, sino que debe ser reconocido como algo
que se puede tratar. Estas escrituras hablan de cómo nuestro equilibrio mental
y emocional puede verse fácilmente afectado, negativa o positivamente, por
nuestros propios pensamientos, y también ayudado por las acciones de los demás.
EL PROBLEMA DE HOY ES SUFICIENTE
Otra área de lucha mental es la ansiedad: “La ansiedad [preocupación por
el futuro] oprime el corazón humano, pero la buena palabra [de aliento] lo
alegra” (Proverbios 12:25).
Se nos dice más de una vez
en el Nuevo Testamento que la ansiedad no debe ser nuestro estado mental
normal, predeterminado y cotidiano. Jesús fue claro en que las cosas que más preocupan
a la mayoría de la gente no deberían ser nuestro enfoque, porque Dios ya se ha
ocupado de nuestras necesidades. “Por tanto les digo, no se afanen por su vida
[las cosas que componen la vida cotidiana, las cosas que necesitamos], qué han de comer
o qué han de beber; ni por su cuerpo, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
(Mateo 6:25, RVA-2015).
Este pasaje también habla
de cómo Dios cuida de las aves del cielo y de las flores del campo, y pregunta
por qué no cuidaría igualmente de nosotros: “…¿No hará mucho más por ustedes,
hombres de poca fe? Por tanto, no se afanen… el Padre de
ustedes que está en los cielos sabe que tienen necesidad de todas estas cosas” (versículos 30–32, RVA-2015).
Entonces, ¿Dónde debería
estar nuestra atención? “. . busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas. 34 Así que, no se afanen por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su
propio mal. (versículos 33–34). La angustia de hoy es suficiente por hoy”
Como resultado de tener
nuestra atención en lo que es más importante, podemos estar libres de
preocupaciones y podemos estar en paz. Y si la ansiedad de tipo más clínico
surge de otras fuentes, como de los desequilibrios químicos, se puede buscar
ayuda profesional.
SOBREPASANDO TODO ENTENDIMIENTO
¿Qué pasa con las otras cosas de las que podemos preocuparnos, que no
están en esta lista? Pablo, sin duda, reflejando la enseñanza de Jesús, dijo:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de
Dios en todo [en todas las circunstancias], con oración y ruego, con acción de
gracias; y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento [un tipo milagroso
de paz mental], guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos [es un
problema mental] en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6–7). Por medio de oraciones y
súplicas y dando gracias, díganle a Dios qué es lo que necesitan. Y como
resultado de orar de esa manera, no debemos preocuparnos.
Es una escritura muy
interesante sobre la cual pensar cuidadosamente: este tipo especial de paz se
da ya sea que se cumplan o no las solicitudes inmediatas. Se ofrece para
proteger todo nuestro ser, emocional e intelectual, nuestro corazón y nuestra
mente. Como dijo un escritor: “La manera de no estar ansioso por nada es orar
por todo”.
Pedro también escribió
sobre cómo hacer frente a la ansiedad; tiene que ser puesta donde pueda ser
tratada: “Echad toda vuestra ansiedad [o cuidado] sobre él, porque él tiene
cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7, NRSV). Tenemos a donde llevar cada tipo de
problema, cada preocupación, cada cuidado, cada inquietud. Sabemos que Su
intención es ayudar, sanar, en Su tiempo.
EL DIOS DE LA PAZ ESTARÁ CON USTEDES
Pablo continúa con algo más que podemos hacer para mantener una
perspectiva positiva, libres de la carga de la ansiedad, y eso es meditar en
lo que es bueno y hermoso. Suena ingenuo, tal vez. Pero este acto de meditación,
dejar que la mente se detenga en estos aspectos positivos, es muy importante.
Tomarse el tiempo para
pensar las cosas, meditar sobre las cosas, llegar a las conclusiones correctas,
es una herramienta vital para vivir una vida que no se vea interrumpida
continuamente por una pobre toma de decisiones. Se necesita tiempo y esfuerzo,
una reflexión cuidadosa, para llegar a las conclusiones correctas.
Este acto de meditación
está ligado a afirmar en nosotros una mente tranquila, una mente centrada. Esto
se logra actuando, unido a la participación activa de Dios. Nosotros actuamos.
Nos sentamos. Meditamos. Lo pensamos bien. Y pedimos su participación activa.
Llegando al final de su
carta, Pablo dice: “En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es
de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen
[mediten]. Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron
en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.” Filipenses 4:8–9 RVA-2015).
BUSCA LO POSITIVO
Piensen en las cosas que son auténticas para obtener un enfoque positivo
y agradecido de la vida: cosas en las que se puede depender desde el punto de
vista de Dios, el propósito de la vida, cómo criar a los hijos, cómo tener un
buen sistema de apoyo financiero, cómo ser saludables en varios sentidos, cosas
de alto nivel moral.
Pablo está diciendo: Sigan
la manera en que me han visto comportarme; concéntrense en lo bueno y lo
verdadero y lo justo, lo noble y lo bello, lo virtuoso, lo que sea digno de
reconocimiento positivo, digno de alabanza. En otras palabras, busquen lo
positivo.
Si nos tomamos el tiempo
para apreciar lo positivo de estas maneras, entonces Dios proporcionará la paz
mental que está más allá de lo que es humanamente posible. Así que aquí estamos
pensando en cómo ustedes y yo podemos lograr un estado mental mejor y más
equilibrado.
FACTORES FÍSICOS
Relacionado con mantener una buena salud mental está, por supuesto, lo
que hacemos físicamente. El sentido común y la investigación médica nos indican
que el sueño adecuado, la buena nutrición, el aire fresco, la buena
respiración, la obtención de suficiente oxígeno, la luz del sol, la recreación,
la risa, la relajación, el ejercicio, la amistad, el compañerismo, la reducción
del estrés: todas estas cosas son necesarias para nosotros y pueden ser escasas
en nuestra cultura acelerada.
Una vez más, al igual que
con la depresión clínica, no se trata de negar que exista un estado de ansiedad
clínicamente diagnosticable que pueda necesitar un tipo diferente de ayuda. Es
interesante que, si se acude a los profesionales médicos en busca de ayuda,
junto con la ayuda farmacéutica, a menudo nos sugerirán cambios de
comportamiento útiles relacionados con la lista anterior. Pueden preguntar:
"¿Está durmiendo ocho horas por noche?" Hablarán sobre la importancia
del aire fresco, el ejercicio y la buena alimentación. Hablarán del poder de la
risa y la buena compañía, todos factores muy importantes para cada uno de
nosotros. Y es posible que le digan que ayudar a los demás en la medida de sus
posibilidades, dejando de pensar en su propia situación y centrándose en los
demás, es una forma comprobada de ayudar a aliviar algunos tipos de ansiedad y
depresión.
Todas estas son cosas
importantes que cada uno de nosotros puede hacer para mejorar nuestro estado
mental. Esta lista contiene cosas a las que he tenido que prestar atención por
mi propio bien. He tenido momentos de gran dolor y pérdida. Me he sentido muy poca
cosa. Tuve que buscar ayuda para recuperarme, y no hay vergüenza en eso. He
estado agradecido con amigos y colegas que me escucharon en esos momentos, ya
que realmente he tenido que tratar de cuidarme a mí mismo.
Nuestro primer punto de
partida, entonces, es reconocer que cada uno de nosotros tiene responsabilidad por
su propia mente, en la medida en que podamos afectar su funcionamiento y su
efecto general sobre nosotros.
En la segunda parte, examinaremos
cómo reconocer y ayudar adecuadamente a los miembros de la Iglesia o a los
hermanos con problemas mentales.
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