¡HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS!

Paul Roberts

CGN, abril de 2024

 

Los profetas Jeremías y Ezequiel hablaron de un Nuevo Pacto que el Señor Dios establecería con las casas de Judá e Israel, que permitiría sanar el problema del pecado y la muerte mediante la redención y el perdón divino (Jeremías 31:31-34, Ezequiel 37:26-28). Dios prometió que enviaría a su mensajero de este Nuevo Pacto a su pueblo y a las naciones.

"He aquí yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí. Y luego, repentinamente, vendrá a su templo el Señor a quien buscan, el ángel del pacto a quien ustedes desean. ¡He aquí que viene!, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos." (Malaquías 3:1). ¿Quién era este mensajero, cuándo sucedió todo esto y cuál era su mensaje?

 

PREPARANDO EL CAMINO

El Evangelio de Mateo revela al mensajero; Jesús habló de esta persona.

" Mientras ellos se iban, Jesús comenzó a hablar de Juan a las multitudes: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido de ropa delicada? He aquí, los que se visten con ropa delicada están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? ¡Sí, les digo, y más que profeta! 10 Este es aquel de quien está escrito: "He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu rostro, quien preparará tu camino delante de ti"'". (Mateo 11:7-10).

Jesús les hace tres veces la misma pregunta "¿Qué es lo que salieron a ver?". Él mismo responde a sus preguntas. ¿Una caña agitada? ¿A un hombre vestido como siervo de un rey? ¿A alguien que era más que un profeta? Sí: él es el mensajero de Dios que va delante, preparando el camino. Lo que Jesús dice a continuación confirma la responsabilidad única de Juan el Bautista y de su mensaje.

" 11 De cierto les digo que no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos se apoderan de él. 13 Porque todos los Profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. 14 Y si lo quieren recibir, él es el Elías que debía venir. 15 El que tiene oídos, oiga.". (versículos 11-15).

Juan vino como el Elías de su tiempo para hacer volver al pueblo de nuevo hacia Dios mediante el arrepentimiento, el bautismo y la aceptación de su Salvador, del que habló y al que reveló a sus propios discípulos.

En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea y diciendo: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado[a]!”. Pues este es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías: 'Voz del que proclama en el desierto: "Preparen el camino del Señor; enderecen sus sendas"'. Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel silvestre. Entonces salían a él Jerusalén y toda Judea y toda la región del Jordán y, confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán." (Mateo 3: 1-6).

Juan estaba preparando el camino para el Mensajero del pacto, con su llamamiento a los habitantes de la región de Judea al arrepentimiento de los pecados y a la adopción del camino de la justicia. Bautizaba a los que creían en su mensaje y se comprometían con el Camino. Habló también de un segundo y diferente bautismo necesario para los que quisieran entrar en el reino de los cielos.

"11 Yo, a la verdad, los bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará" (versículos 11-12).

" 12 entró una vez para siempre en el lugar santísimo logrando así eterna redención, ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros sino mediante su propia sangre… Y 15 Por esta razón, también es mediador del nuevo pacto, para que los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna, ya que intervino muerte para redimirlos de las transgresiones bajo el primer pacto." (Hebreos 9:12, 15).

 

AGUA Y ESPÍRITU

Se trata de un nivel diferente de intervención de Dios y de su siervo el Mesías, a quien Juan reconoció en dos aspectos y lo señaló a sus discípulos.

"Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: '¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!". (Juan 1:29).

Esta declaración profética es definitiva. He aquí el Cordero de Dios, el Cordero del sacrificio capaz de quitar el pecado del mundo, todo pecado jamás cometido.

" 30 Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua." (versículos 30-31).

Los requisitos esenciales del bautismo por agua y Espíritu para la entrada en el reino de los cielos fueron revelados por Jesucristo cuando cumplió la Escritura: Su propio bautismo y el Espíritu de Dios posándose sobre Él.

"Juan dio testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios." . . . 36 Al ver a Jesús que andaba por allí, [Juan el Bautista] dijo: 'He aquí el Cordero de Dios'". (versículos 32-34, 36).

Esta imagen visual puede aplicarse a Jesús en su muerte, porque Jesús murió en el momento del sacrificio ritual de los corderos pascuales antes de la puesta del sol en el Día de Preparación para el primer día de los Panes sin Levadura, en el templo de Jerusalén el día 14 de Abib.

 

CARGANDO CON NUESTRA INIQUIDAD

Isaías había profetizado sobre el rechazo, el sufrimiento y la muerte de Jesús en beneficio de todos nosotros, pecadores.

"Fue despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Y como escondimos de él el rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos. Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros lo tuvimos por azotado, como herido por Dios y afligido. Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino. Pero el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros. " (Is 53,3-6).

Jesús, el Cordero de Dios, no protestó cuando fue ofrecido como sacrificio en sustitución nuestra, cargando con nuestro pecado. Fue contado con los transgresores. Intercedió por nosotros ante nuestro Padre celestial; su sacrificio por el pecado fue aceptado. Él fue el sacrificio propiciatorio que nos redimió, y fue suficiente para el perdón de nuestros pecados tras nuestro arrepentimiento. No se trataba sólo de una expiación o cobertura del pecado, sino de una completa eliminación del justo castigo de la muerte, el cual era exigido. Él murió por nosotros. Ahora Él es nuestro Salvador.

"Y si invocan como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer distinción de personas, condúzcanse en temor todo el tiempo de su peregrinación. 18 Tengan presente que han sido rescatados de su vana manera de vivir, la cual heredaron de sus padres, no con cosas corruptibles como oro o plata 19 sino con la sangre preciosa de Cristo como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 20 Él, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de ustedes. 21 Por medio de él creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y le ha dado gloria de modo que su fe y esperanza estén en Dios." (1 Pe 1,17-21).

El apóstol llama a Jesús "un cordero sin defecto ni mancha" como lo eran los corderos pascuales cuando eran seleccionados bajo el Antiguo Pacto. Pero Él fue el sacrificio redentor bajo el nuevo pacto y su sangre fue la sangre del Nuevo Pacto. Vivimos una nueva vida con el Espíritu de Dios: cuando somos bautizados con agua, compartiendo la muerte de Jesús nuestro Salvador, y cuando se nos da el Espíritu de Dios vivimos una nueva vida como sus hijos, en el Cuerpo de Cristo. El arrepentimiento, el perdón y el bautismo nos hacen irreprensibles y sin mancha a los ojos de Dios.

 

HACIA UNA VIDA NUEVA

"Límpiense de la vieja levadura [del pecado], para que sean una nueva masa, como lo son en realidad sin levadura; porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado." (1 Co 5,7).

Debemos vivir una vida nueva eliminando el pecado mediante el poder de Dios, amando el camino de la justicia y siendo guiados por la mente de Cristo en nosotros.

" Y en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y de los ancianos vi un Cordero de pie, como inmolado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra. Él fue y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Ellos entonaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación, y nos has hecho reyes y sacerdotes para nuestro Dios; y reinaremos sobre la tierra" (Apocalipsis 5: 6-10).

El Cordero de Dios, en la sala del trono de Dios Altísimo, espera los últimos eventos del plan de redención cuando Él es enviado a gobernar todas las naciones y pueblos, tribus y lenguas como Rey de reyes y Señor de señores con su reino de sacerdotes.

 

EN SUS MENTES Y CORAZONES

La Pascua del Nuevo Pacto revelada y presentada por Cristo Jesús, nuestro Cordero de la Pascua, sustituye a la Pascua del Antiguo Pacto. El problema con el Antiguo Pacto era con el pueblo, que no continuó en el pacto. El Nuevo Pacto tiene mejores promesas y trata con los problemas del pecado y la muerte eterna, y las leyes de Dios estarán en las mentes y escritas en los corazones de su pueblo.

(Hebreos 8:1-2, 6-10, 12-13) " En resumen, lo que venimos diciendo es esto: Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del lugar santísimo y del verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre… Pero ahora Jesús ha alcanzado un ministerio sacerdotal tanto más excelente por cuanto él es mediador de un pacto superior, que ha sido establecido sobre promesas superiores.

Porque si el primer pacto hubiera sido sin defecto no se habría procurado lugar para un segundo. Porque, reprendiéndoles, dice: 'He aquí que vienen días, dice el Señor, en concluiré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres en el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo dejé de preocuparme por ellos”, dice el Señor. “Pondré mis leyes en la mente de ellos y en su corazón las inscribiré. y yo seré para ellos Dios, y para mí ellos serán pueblo. . . . Porque seré misericordioso en cuanto a sus injusticias, y jamás me acordaré de sus pecados".

"Al decir: 'Un Nuevo Pacto', ha dejado obsoleto el primero. y lo que se ha hecho viejo y anticuado está a punto de desaparecer."

Los primeros frutos del Nuevo Pacto de redención, al recibir el Espíritu transformador de Dios y la gracia de Dios, reinarán con Cristo Jesús en el Reino de Dios. Los primeros frutos comenzaron a ser reunidos después de la propia resurrección de Jesús y serán resucitados para estar con Él a su regreso.

"Jesús, el Cordero de Dios, fue sin protesta cuando se ofreció como sacrificio sustitutivo por nosotros, llevando nuestro pecado. Fue contado con los transgresores. Intercedió por nosotros ante nuestro Padre celestial; Su sacrificio por el pecado fue aceptado. Él fue el sacrificio propiciatorio que nos redimió, y fue suficiente para el perdón de nuestros pecados tras nuestro arrepentimiento. No se trataba sólo de una expiación o cobertura del pecado, sino de una completa eliminación del justo castigo de la muerte, que era necesario. Él murió por nosotros. Ahora Él es nuestro Salvador".

 

POR LA GRACIA Y LA VERDAD

En la víspera de la preparación del primer día de los Panes sin levadura, antes de su posterior arresto en el Huerto de Getsemaní, Jesús instituyó la Pascua del Nuevo Pacto. Presentó a sus discípulos los emblemas de su sacrificio único: su cuerpo en forma de pan y su sangre en forma de vino tinto, que representaban su sacrificio único y completo por el pecado, quitando el pecado del mundo y aboliendo el poder de la muerte sobre sus hermanos.

"12 entró una vez para siempre en el lugar santísimo logrando así eterna redención, ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros sino mediante su propia sangre...  15 Por esta razón, también es mediador del nuevo pacto, para que los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna, ya que intervino muerte para redimirlos de las transgresiones bajo el primer pacto." (Hebreos 9:12, 15).

Como destinatarios de esta gracia, heredaremos el reino de Dios como coherederos con Cristo Jesús.

" En el principio era la Palabra (o el Verbo), y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios... En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres... 12 Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales nacieron no de sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de varón sino de Dios. 14 Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad... 17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. " (Jn 1,1.4.12-14.17).

Dios es el Dios de la verdad, la vida y la justicia, no del pecado y la muerte. Por medio del Espíritu vivificante de Dios en Cristo, podemos nacer de Dios y compartir esta gloria de vida eterna.

"21 Pues para esto fueron llamados, porque también Cristo sufrió por ustedes dejándoles ejemplo para que sigan sus pisadas. Él no cometió pecado, ni fue hallado engaño en su boca; 23 Cuando lo maldecían, él no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba sino que se encomendaba al que juzga con justicia. 24 Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. 25 Porque eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor y Obispo de su vida" (1 Pedro 2:21-25).

 

 

 

 

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