LA
MEJOR MANERA DE EMPLEAR NUESTRO TIEMPO
David Hulme
CGN, Diciembre
2023
Vivimos
en un mundo de distracciones y ajetreo, a menudo incapaces de concentrarnos y
con demasiadas cosas que hacer en muy poco tiempo. A veces desearíamos que el
mundo se detuviera por un momento y nos permitiera ponernos al día. Un hombre
dijo que se sentía como si viviera la vida en una licuadora, programada no para
batir o pulsar, sino para triturar. Quizá usted conozca esta sensación.
Muchos
libros nos hablan de cómo gestionar el tiempo. Pero la verdad es que no podemos
controlar realmente el tiempo, haciendo que retroceda o avance. No se puede
gestionar el tiempo en un sentido literal. Lo que sí podemos hacer es aprender
a utilizar nuestro tiempo con eficacia y eficiencia. Los líderes son eficaces
haciendo las cosas bien; los directivos son eficientes haciendo las cosas bien.
Queremos ser líderes y gerentes exitosos. Esto es especialmente importante para
los que Dios ha llamado en esta vida, porque es fácil hacer las cosas mal,
rendir por debajo de lo esperado y perder el tiempo. Y tenemos una cantidad
finita de tiempo para cumplir con nuestro llamado.
He
aquí una lista de tareas para ayudarnos a llegar a nuestro destino. Notarán que
cada punto comienza con una acción.
1.
Llevar a cabo lo que nos ha encomendado nuestro Padre
A
la edad de 12 años, Jesús dio los primeros pasos hacia el cumplimiento del plan
de su Padre para su misión en la tierra. Estaba en los primeros pasos, pero
sabía que tenía una meta específica, que su Padre lo guiaría hasta ella y lo
apoyaría durante todo el camino. También sabía que tenía un papel que
desempeñar. Cuando sus ansiosos padres le encontraron en el templo al cabo de
tres días, dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de
mi Padre me es necesario estar?". (Lucas 2:49).
Este
mismo principio es nuestra incipiente prioridad. Nosotros también tenemos un
llamamiento al que responder. Debemos ocuparnos diariamente de los asuntos que
nuestro Padre tiene para nosotros. Él nos ha llamado individualmente, nos ha
dado su Espíritu y completará esa obra en nosotros (ver Filipenses 1:6). Pablo
nos habla más acerca de esta tarea cuando dice: " Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas."
(Efesios 2:10). Para alcanzar nuestra meta, debemos completar la obra de Dios
para nosotros, al igual que Cristo completó su parte de la obra de Dios (Juan
17:4). Y debemos aceptar el reto expresado en el siguiente principio:
2.
Utilizar el tiempo de la mejor manera posible
Cada
día debemos esforzarnos por hacer buenas obras que demuestren que somos
seguidores de Cristo, la mente del cual está en nosotros. Pablo menciona un
principio útil a este respecto en su carta a los Efesios: "Miren, pues, con cuidado, cómo se comportan; no como
imprudentes sino como prudentes, 16 redimiendo el
tiempo (aprovechando bien el tiempo) porque los días son malos."
(Efesios 5:15-16, RVA 2015).
Aprovechar
el tiempo requiere autodisciplina y un acercamiento consciente, no simplemente
dejarse llevar y desperdiciar el tiempo sin tener un propósito. En el plano
espiritual, ir a la deriva nos pone en grave peligro: "Por esta causa debemos prestar mucha más atención al mensaje
que hemos oído, para que no nos apartemos del camino."
(Hebreos 2:1, Versión Dios Habla Hoy). Se refiere al peligro de no prestar
mucha atención a los principios espirituales. En su carta a los Colosenses,
Pablo dice que podemos superar este problema espiritual si nos mantenemos con
los pies en la tierra y con la mente puesta en Dios: "…si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin
moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído…"
(Colosenses 1:23). Lo mismo ocurre con los aspectos físicos de la vida. Podemos
sufrir a nivel físico por falta de disciplina e interés.
El
uso eficaz y eficiente del tiempo es una forma de hacer frente a los problemas
comunes de ir a la deriva y distraerse, de la procrastinación y la pereza.
Existen técnicas probadas para aprovechar el tiempo al máximo. Los expertos en
gestión del tiempo suelen mencionar la priorización, la planificación y la
programación. Trataremos estos temas en los puntos 5 y 6. Pero a continuación
consideraremos la necesidad de:
3.
Organizar nuestro tiempo
Dios
es un ser organizado. Él no es el autor de la confusión y el caos (1 Corintios
14:33). Cuando Él recreó el mundo, fue para eliminar el desorden y proveer para
sus hijos un lugar bien organizado. El Jardín del Edén era un hogar organizado
y funcional. Más tarde, cuando Dios rescató a los hijos de Israel y creó una
sociedad para ellos, estructuró cuidadosamente ese orden social para que
pudiera funcionar en el desierto y luego en la Tierra Prometida. Desde el
principio, Dios ha tenido un plan. En el futuro, lo cumplirá gradualmente de
forma organizada. Pablo lo describe como un plan para la plenitud de los
tiempos, a fin “de reunir todas las
cosas en Cristo… así las que están en los cielos, como las que están en la
tierra."
(Efesios 1: 10).
La
forma en que Dios hace las cosas es un modelo que seguir para que vivamos una
vida bien estructurada con el objetivo de crecer y desarrollarnos
espiritualmente y así alcanzar su reino eterno. Mantener una vida organizada
nos lleva al siguiente punto. Para mantener las cosas bien organizadas
podríamos necesitar:
4.
Depurar y poner en orden
Recientemente
ha surgido un gran interés por deshacerse de las posesiones no deseadas. Hay
libros que nos dicen cómo hacerlo, hay consultores que ofrecen sus servicios y
páginas web que ofrecen consejos para depurar.
Puede
que nos preguntemos si existe algún aspecto espiritual en esto de depurar. Más
allá de nuestro entorno doméstico o laboral, podríamos preguntarnos si nuestra
vida en lo espiritual y mental se encuentra desordenada y saturada. Un experto
en ordenar el desorden define la tarea de una manera interesante: "El
desorden y la acumulación no son sólo las cosas que hay en el suelo, sino todo
lo que se interpone entre tú y la vida que quieres vivir". La vida
que queremos vivir es la que agrada a Dios, la que se ajusta a su propósito
para nosotros y para toda la humanidad. ¿Hay algo que obstaculiza nuestro
desarrollo espiritual? Si una vida desordenada y saturada nos impide ocuparnos
de los asuntos de nuestro Padre, es hora de depurar.
Cuando
se trata de leer la Palabra de Dios, estudiar, escribir artículos, sermones o
preparar estudios bíblicos, ayuda mucho disponer de un espacio bien organizado.
Si usted estudia en un espacio desordenado, puede estar invitando
distracciones. Si su área de estudio está desordenada con papeles, facturas,
cartas y todo tipo de cosas que no forman parte de su tarea inmediata, pueden
ser una distracción. Despeje el escritorio o la mesa. Hágalo de modo que
siempre tenga un espacio de trabajo libre al momento de empezar. Cuando haya
terminado de leer y estudiar, despeje la pantalla y guarde los libros y papeles
para poder retomar sus tareas. Despejar el desorden físico puede llevar a tomar
conciencia de la necesidad de despejar el desorden mental, es decir, los
hábitos que se interponen en el camino del progreso espiritual.
Una
escritura aplicable se encuentra en un salmo bien conocido sobre el valor de la
ley de Dios: "Aleja de mi mente los
pensamientos inútiles, dame vida para vivir en tus caminos."
(Salmo 119:37 Palabra de Dios para Todos). Las distracciones carecen de valor cuando
nos ocupamos de los asuntos de nuestro Padre.
El
complejo mundo en que vivimos nos invita a considerar otro principio
organizador:
5.
Elaborar listas
Las
listas pueden ser muy importantes. Hay muchas en la Biblia: los Diez
Mandamientos, las tribus de Israel, las bendiciones y maldiciones, las
Bienaventuranzas, los 12 apóstoles, el fruto del Espíritu, las obras de la
carne, las siete iglesias y las condiciones espirituales de cada una. Cuando Jesús
describió cómo orar, enumeró varios aspectos a manera de modelo. Las listas
pueden refrescar nuestra memoria y ayudarnos a recordar.
En
la vida diaria, hacer una lista de lo que queremos lograr puede ser muy útil
para llevar a buen término las buenas obras que Dios quiere que hagamos. Todos
tenemos responsabilidades: con nuestros compañeros, nuestras familias, nuestros
hijos, nuestros jefes, nuestros hermanos en la fe. Podemos ser mucho más
eficaces en el cumplimiento de nuestras responsabilidades si mantenemos listas
de lo que hay que hacer en el momento adecuado.
Existen
muchos sistemas de gestión del tiempo que pueden ayudarnos a crear listas de
tareas pendientes. No recomiendo ninguno en particular. Me ha resultado útil el
GTD (Getting Things Done, que en español se ha titulado «Organízate con
eficacia») de David Allen. Otro sistema es la regla 1-3-5. Esta regla divide
las listas de tareas diarias en grandes (una tarea), medianas (tres tareas) y
pequeñas (cinco tareas). Una tarea grande dura unas dos horas, implica a varias
personas y es urgente; una tarea media dura aproximadamente una hora, forma
parte de un proyecto mayor y no es urgente; una tarea pequeña dura entre 10
minutos y una hora, es sencilla y no tiene plazo. Es lo que podría hacerse en
un día. Estas tareas serán una mezcla de trabajo y vida doméstica. Si es
posible, haga una lista 1-3-5 la noche anterior. Y luego, ¡a dormir bien!
6.
Gestione su calendario
Una
vez que hemos hecho nuestras listas de tareas pendientes, ¿cómo nos aseguramos
de hacer las cosas con las mínimas interrupciones y distracciones? Organizamos
nuestros calendarios. Esto implica algo más que llevar un registro de eventos y
citas especiales. Este tipo de calendario nos permite incorporar y priorizar
nuestras tareas. Por ejemplo, si somos padres y madres, necesitamos cumplir con
nuestras obligaciones en el momento oportuno. Los niños necesitan tiempo y
atención de ambos progenitores. Esto implica programar y priorizar.
Y
he aquí un beneficio adicional de mantener un calendario de este tipo. Si
alguien quiere añadir algo a nuestra agenda, podemos decir legítimamente:
"Mi calendarización no me permite hacer eso", o “podemos abrir un
espacio en un plazo razonable para acomodar la petición”. La cuestión es que
mantenemos el control. Hacemos el mejor uso posible de nuestro tiempo. Sin este
nivel de control, las cosas pueden desbordarnos rápidamente, y es posible que
asumamos nuevas tareas que no podamos completar a tiempo. Entonces volvemos a
la licuadora. Prometemos más de la cuenta, defraudamos a alguien, decepcionamos
a aquellos que dependen de nuestra puntualidad y obligamos a otros a recoger
los pedazos. Lo que realmente tenemos que hacer es enumerar nuestras tareas,
priorizarlas y ajustar nuestros calendarios.
Una
persona a la que no queremos defraudar es nuestro Padre.
¿Qué lugar ocupa Él en nuestro calendario diario? Al final, "no tuve
tiempo para orar y estudiar" no nos va a llevar a una relación exitosa. De
hecho, no hacer estas cosas nos llevará eventualmente al colapso espiritual.
"No tuve tiempo para cumplir tu mandamiento de amar a mi prójimo y animar
a mis hermanos". "No tuve tiempo para cumplir con mis
responsabilidades paternales". Todas estas excusas no nos conducirán al
éxito.
"No
tuve tiempo de llenar mi lámpara".
Sabemos
lo que les ocurrió a las cinco vírgenes insensatas que salieron a recibir al
novio pero se olvidaron de llevar aceite extra para sus lámparas (Mateo
25:1-13). Cuando el novio se retrasó, sus lámparas empezaron a apagarse.
Buscaron frenéticamente aceite, pero no lo encontraron hasta después de la
llegada del novio. Habiendo quedado de la celebración, llamaron a la puerta y
la respuesta fue: "…no os conozco". Fue el resultado de una mala
planificación, de no programar, de procrastinar. No fue que se equivocaran de
camino adrede. Fue falta de cuidado, falta de celo, letargo. En el paralelo
espiritual, una estrecha relación con el Padre habría mantenido su atención en
lo que era importante. Habrían estado preparadas para la venida del Esposo
(Cristo). El siguiente principio entonces es:
7.
Establecer un tiempo personal de paz y tranquilidad
Ya
en los comienzos del ministerio de Jesús, aprendemos algo sobre el tiempo que
Él dedicaba a estar con el Padre: "Levantándose
muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y
allí oraba." (Marcos 1:35). Tal vez fuera ésta su
práctica habitual. En cualquier caso, podemos estar seguros de que Jesús
mantenía una relación constante con su Padre. Dijo: "Yo sé que siempre me escuchas"
(Juan 11:42 Traducción el Lenguaje Actual).
En
la oración modelo, Jesús dejó claro a sus discípulos que se esperaba de ellos
que oraran al Padre: "Cuando oren…" (Lucas 11:2,
énfasis añadido)... no dice “si alguna vez oran".
Si
la mañana no es su momento preferido, entonces elija otro momento (u otros
momentos) del día. Pero no deje de hacer la conexión. El punto es apartar este
tiempo privado todos los días. Si Dios tiene asuntos que atender para cada uno
de nosotros, entonces necesitamos pasar tiempo con Él conversando sobre ellos
con regularidad: "Pero tú, cuando ores,
entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto;
y tu Padre que ve en secreto te recompensará." (Mateo
6:6 RVA 2015). El contacto regular con Dios aporta grandes beneficios: "Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera…"
(Isaías 26:3).
Después
de orar y estudiar, y de dedicar un tiempo cada día a la reflexión y la
meditación, revise su lista de tareas pendientes y elabore una agenda para ese
día (o para el día siguiente). Dios tiene un plan, y nosotros también
deberíamos tenerlo. En esto consiste el trabajo básico de ocuparse cada día de
los asuntos de nuestro Padre.
Por
supuesto, nadie puede trabajar todo el tiempo. Por eso tenemos que:
8. Dedicar tiempo al descanso
El
concepto de descanso con el propósito de rejuvenecer es completamente bíblico.
No es un lujo, sino una necesidad. Dios requiere que descansemos en el séptimo
día y por eso creó el Sabbath para nosotros. "Seis días trabajarás, pero
el séptimo día descansarás; Aun en el tiempo de la
siembra y de la siega descansarás" (Éxodo 34:21).
Incluso cuando es necesario hacer trabajo extra, el Sabbath debe ser guardado
por nuestro propio bien.
Del
mismo modo, el año sabático es el tiempo de rejuvenecimiento de la tierra. Al
igual que la tierra, nosotros somos físicos y no podemos funcionar sin
descanso. Una de las primeras cosas que nos preguntará un médico durante un
examen físico anual es cuántas horas dormimos. Privarnos del sueño no es
beneficioso. Consideremos que se utiliza como técnica psicológica para doblegar
a la gente en los interrogatorios.
Todos
hemos oído hablar del equilibrio entre trabajo y la vida privada. Es algo bueno
que debemos incorporar a nuestra rutina si aún no lo practicamos. Debemos
trabajar para vivir, no vivir para trabajar. De nuevo, esto requiere
planificación y disciplina.
Cuando
Cristo habló a los mentalmente extenuados y agobiados, lo hizo en términos de
descanso. "Vengan a mí, todos los
que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar."
(Mateo 11: 28). En otro ejemplo, hubo un tiempo en el que sus discípulos eran
constantemente interrumpidos por mucha gente, tanto que ni siquiera tenían
tiempo para comer. Entonces, Jesús los llevó aparte para que descansaran. Les
dijo: "Vengan ustedes aparte a un lugar
desierto, y descansen un poco. Porque eran muchos los que iban
y venían, y ni siquiera tenían oportunidad para
comer" (Marcos 6: 31).
Otra
forma de agotarse es tener demasiados platos girando a la vez, intentando hacer
malabarismos con demasiadas tareas simultáneamente. Es entonces cuando ha
llegado el momento de:
9.
Cerrar el cajón
Una
forma de evitar el fracaso cuando hay muchos proyectos en la agenda es aprender
a "cerrar el cajón". ¿Qué significa eso?
Leí
hace muchos años sobre esta útil técnica en un artículo acerca de un hombre que
era conocido por conseguir hacer muchas cosas, aparentemente todas a la vez. No
era eso lo que ocurría, aunque a los espectadores les pareciera que sí. Él
simplemente se imaginaba una especie de gabinete de boticario chino con muchos
cajones. Todos sus proyectos estaban en cajones separados. Cuando trabajaba en
un proyecto, en su mente sólo había un cajón abierto. Cuando llegaba el momento
de pasar a otro proyecto, en su mente volvía a meter el primer proyecto en el
cajón, lo cerraba y abría un nuevo cajón con su respectivo proyecto. En otras
palabras, su mente se centraba en una gran tarea cada vez.
He
descubierto que esta técnica es muy útil para liberar la mente y centrarse en
la tarea que tenemos entre manos. En un momento dado, tengo varios proyectos de
escritura con plazos de entrega muy breves. La única forma que he encontrado de
mantenerme con energía para llevarlos a cabo es guardándolos mentalmente en el gabinete
de boticario.
Hablemos
por un momento de una idea relacionada: la multitarea. Es la idea de que
podemos hacer muchas cosas a la vez y conseguir más. Pero ¿es ésta una buena
forma de realizar múltiples tareas? Aunque puede haber un aumento de la
productividad de un equipo que percibe que la multitarea conduce a mejores
resultados, en realidad se ha demostrado que la multitarea es ineficaz en
general. Para el trabajo que requiere una atención concentrada, es mejor hacer
una cosa cada vez.
Esto
nos lleva a otro principio con implicaciones para la eficacia: a menudo se
denomina delegación, pero aquí consideraremos un factor subyacente al concepto.
10.
Hacer lo que sólo usted puede hacer
En
tiempos de Moisés, surgió un problema cuando este se sintió agotado tratando de
resolver cada problema que requería juicio entre las personas. Su sabio suegro
Jetro sugirió que Moisés delegara en personas competentes para que él no se
sintiera abrumado y pudiera dedicar más atención a hacer lo que sólo él podía
hacer: dirigir al pueblo (ver Éxodo 18).
En
la iglesia primitiva de Jerusalén surgió un problema por el trato injusto que
recibían las viudas de habla griega. Se las descuidaba en la distribución
diaria de alimentos. Los apóstoles decidieron que ellos no podían ocuparse del
problema y delegaron en otros para que lo resolvieran. Dijeron que se
concentrarían en hacer lo que sólo ellos podían hacer. Una vez más, se
demuestra que este es un principio importante para separar las funciones, de
modo que el tiempo se utilice sabiamente, y las personas no se sientan
abrumadas por una tarea que pueden hacer otras personas. "De manera que los Doce convocaron a todos los creyentes a una
reunión. Dijeron: “Nosotros, los apóstoles, deberíamos
ocupar nuestro tiempo en enseñar la palabra de Dios, y no en dirigir la
distribución de alimento. 3 Por lo tanto, hermanos,
escojan a siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu
y de sabiduría.
A ellos les daremos esa responsabilidad. Entonces
nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la oración y a
enseñar la palabra" (Hechos 6:2-4, Nueva Traducción
Viviente).
Quizá
se pregunte cómo se aplica este principio a usted si no está desempeñando ese
papel. ¿Hacer lo que sólo usted puede hacer? Considere el pasaje de Romanos 12
que enumera varios dones y talentos. Cada uno de los ejemplos implica un don
específico que se anima a los individuos a compartir. "Ya que tenemos diferentes dones, según la gracia que nos ha
sido dada, si tenemos el don de profecía, usémoslo conforme a la medida de
la fe. 7 Si
tenemos el don de servicio, sirvamos; si tenemos el don de la enseñanza,
enseñemos; 8 si tenemos el
don de exhortación, exhortemos; si debemos repartir, hagámoslo con generosidad;
si nos toca presidir, hagámoslo con solicitud; si debemos brindar ayuda,
hagámoslo con alegría." (Romanos 12:6-8, RVC). Es
decir, centrarse en lo que a uno se le da bien y dejar que los demás hagan lo
mismo. No intentar hacerlo todo.
Un
último principio es:
11.
Aceptar los tiempos de Dios
No
todo sale perfecto a la primera. La vida tiene muchos altibajos, y las
características espirituales se adquieren con el tiempo. El crecimiento y el
desarrollo del carácter de Dios no pueden ocurrir en un instante. Demostrar a
Dios que seguiremos incondicionalmente su camino sólo puede suceder con el tiempo.
Y por supuesto, puede que Él no responda a las oraciones inmediatamente. Todo
esto apunta a la paciencia con respecto a los tiempos de Dios.
Ninguna
técnica de gestión del tiempo nos llevará automáticamente al cumplimiento de
nuestros planes. Dios obra en nosotros a través del tiempo, y debemos tener
paciencia para que una obra perfecta se cumpla a través de nuestra confianza en
Dios. "sabiendo que la prueba
de su fe produce paciencia. 4 Pero que la paciencia
tenga su obra completa para que sean completos y cabales, no quedando atrás en
nada."
(Santiago
1:3-4)
La
idea de que estamos en esto a largo plazo es algo para tener en cuenta cuando
surge el desánimo. Llega un momento en el viaje en el que nos encontramos en la
llanura y debemos cruzar al otro lado. La única manera de hacerlo es continuar
con paciencia. "Por lo tanto, hermanos,
tengan paciencia hasta la venida del Señor. He aquí, el labrador espera el
precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que reciba las
lluvias tempranas y tardías." (Santiago 5:7).
Debemos
permitir que la paciencia haga su trabajo perfecto y no perder de vista los
tiempos de Dios, "a fin de que no sean
perezosos sino imitadores de los que, por la fe y la paciencia, heredan las
promesas." (Hebreos 6: 12).
El
libro de Hebreos contiene el conocido capítulo sobre personas de fe que
soportaron mucho para estar presentes en el reino venidero de Dios. Los tiempos
de Dios son tales que ellos no pueden estar allí sino hasta que nosotros también
estemos. Y eso en sí mismo es un gran estímulo para continuar nuestro camino.
En
resumen, estos once principios pueden ayudarnos a aprovechar al máximo el
tiempo de que disponemos, a establecer nuestras prioridades y a seguir
adelante. "Así que, hermanos míos
amados, estén firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor,
sabiendo que su arduo trabajo en el Señor no es en vano."
(1
Corintios 15: 58).
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