NAVEGANDO POR LA NAVIDAD

Brandon Sexton

CGN, Diciembre 2023

 

Cada año, la Navidad se celebra en una gran mayoría de países de todo el mundo, en algunos por motivos religiosos mientras que en otros, de forma totalmente laica. La popularidad de la fiesta está muy generalizada. Gallup Analytics reportó en 2019 que el 93 por ciento de las personas en los Estados Unidos celebran la Navidad. En Filipinas, la Navidad es un asunto de casi medio año. Allí, a partir de septiembre, se puede escuchar las canciones navideñas y se puede ver las decoraciones,  las que permanecen durante la mayor parte de enero.

Aunque los miembros de la Iglesia de Dios no celebramos la Navidad, la mayoría de nosotros nos enfrentamos a situaciones relacionadas con estas fiestas. Es muy probable que nos hayan preguntado: "¿Qué vas a hacer para Navidad?". En la cola del supermercado, puede que pregunten a nuestros hijos: "¿Qué quieres que te traiga Santa Claus?". Puede que nos sintamos interpelados por invitaciones del lugar de trabajo para asistir a fiestas navideñas o por familiares ajenos a la Iglesia que nos piden que les visitemos para la cena de Navidad. Cómo respondemos a estas situaciones puede ser difícil a veces y tiene el potencial de resultar ofensivo.

Repasemos brevemente, para empezar, por qué como miembros de la Iglesia no observamos la Navidad, luego consideremos por qué la gente de fuera de la Iglesia celebra y ama las fiestas navideñas y, por último, veamos con más detalle algunos principios que pueden ayudarnos a responder de la mejor manera a muchas de las situaciones relacionadas con la Navidad. La Navidad propiamente dicha no se menciona en la Biblia, pero la Iglesia primitiva del Nuevo Testamento se enfrentó a celebraciones públicas similares. Podemos examinar la discusión bíblica relacionada y la instrucción provista, para ayudar a guiar nuestro enfoque.

 

POR QUÉ NO CELEBRAMOS LA NAVIDAD

Repasemos varias de las razones clave por las que nosotros, como miembros de la Iglesia de Dios, no observamos la Navidad. La razón principal es que sus orígenes están relacionados con la adoración a otros dioses y a los antiguos festivales relacionados que honraban a esas deidades. La Navidad puede conectarse históricamente con la Saturnalia, un festival en honor del dios romano Saturno y también está conectada con Dies Natalis Invicti Solis, una celebración persa y romana del nacimiento del sol y el culto a su deidad solar.

Obviamente, el enfoque de la Navidad ha cambiado desde sus orígenes primitivos al de usar el nombre de Cristo y puede que hayamos oído el argumento: "Hoy en día, la Navidad es una fiesta para Cristo". Sin embargo, la Biblia da instrucciones claras sobre cómo debemos adorar a Dios y cómo no debemos adorarlo.

Antes de que entraran en la Tierra Prometida, Dios advirtió al antiguo Israel: "…guárdate de que no caigas en la trampa siguiendo su ejemplo, después que hayan sido destruidas delante de ti. No indagues acerca de sus dioses, diciendo: “¿De qué manera rendían culto estas naciones a sus dioses para que también yo haga lo mismo?’. 31 No actuarás de esa manera con respecto al SEÑOR tu Dios." (Deuteronomio 12:30-31a). Y a continuación: "Tendrán cuidado de hacer todo lo que yo les mando; no añadirán a ello, ni quitarán] de ello." (versículo 32).

A lo largo de la Biblia, Dios es claro acerca de cómo debemos adorarlo, y la Biblia explica que adorar al Dios verdadero tomando como modelo la forma en que otros adoran a sus dioses no es aceptable.

Otra razón importante por la que no observamos la Navidad es que se basa en una premisa falsa. La creencia cristiana moderna es que el nacimiento de Jesucristo ocurrió el 25 de diciembre. Sin embargo, el registro bíblico nos da información detallada sobre el momento del nacimiento del primo materno de Jesús, Juan el Bautista, y cómo esto se relaciona con el momento del nacimiento de Jesús (ver Lucas 1). Estas referencias indican que Jesús nació en otoño, no en invierno.

Nuestra relación con Dios y nuestra adoración a Él como Creador debe basarse en la verdad y la realidad, no en algo que es un fundamento falso. Jesús explicó este principio, diciendo que "…los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que lo adoren. 24 Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, lo adoren en espíritu y en verdad." (Juan 4:23b-24).

Una tercera razón por la que la Iglesia no celebra la Navidad es que ni Jesucristo ni los apóstoles dieron nunca ninguna indicación de que el nacimiento de Jesús fuera algo que hubiera que conmemorar. En cambio, la Iglesia recibió instrucciones claras de conmemorar la muerte de Jesús en la Pascua anual. El apóstol Pablo explicó que enseñó a la Iglesia a celebrar la Pascua tal y como él había sido instruido por el Señor con los símbolos del pan y el vino.

" Porque yo recibí del Señor la enseñanza que también les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan;  y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: “Tomen, coman. Esto es mi cuerpo que por ustedes es partido. Hagan esto en memoria de mí”. Asimismo, tomó también la copa después de haber cenado, y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Hagan esto todas las veces que la beban en memoria de mí”. Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Señor, hasta que él venga." (1 Cor 11, 23-26).

La Iglesia observa la Pascua según las instrucciones recibidas y no añade a esta conmemoración ningún otro de los acontecimientos de la vida de Jesús, como su nacimiento o su resurrección.

Hay otros problemas con la observancia de la Navidad para los miembros de la Iglesia, como la asociación con otros personajes religiosos y míticos, símbolos e iconos. Pero las tres razones principales por las que no celebramos la Navidad son: la asociación con antiguas deidades paganas y sus festivales; la falsa premisa; y la falta de instrucción de Jesús y los apóstoles para el nacimiento de Cristo como un aspecto de interés para nuestra adoración.

 

POR QUÉ LA GENTE AMA LA NAVIDAD

Ahora que hemos revisado por qué no observamos la Navidad, puede ser un ejercicio valioso considerar por qué otras personas fuera de la Iglesia sí la celebran y la aman tanto. Probablemente no dediquemos mucho tiempo a pensar en ello, pero entender qué es importante para otras personas y por qué, puede ser un buen punto de partida para evaluar nuestro enfoque a la hora de interactuar con esas personas y hablar de las cosas que ellas valoran.

Con una simple búsqueda en Internet es bastante fácil encontrar listas de lo que más le gusta a la gente sobre la Navidad, y es probable que hayamos oído a personas de nuestra comunidad expresar similares opiniones. Para algunos, se trata de sus creencias o convicciones religiosas. Otros citan la tradición familiar y la de su iglesia o comunidad. Compartir con los demás los mismos valores y actividades fomenta un sentimiento de vínculo común. Algunas personas afirman que la Navidad es una época en la que pueden centrarse en la familia y en estar junto a sus seres queridos. Naturalmente, la buena comida y bebida es algo que la gente disfruta. A menudo se menciona el tiempo libre del trabajo como algo que la gente espera con impaciencia. También está la nostalgia: recordar los buenos momentos de años anteriores. Los temas navideños también son una de las principales razones por las que la gente adora esta celebración, como la generosidad, la alegría y la belleza de las luces y los adornos.

 

COMPARANDO CON LAS FIESTAS QUE NOSOTROS CELEBRAMOS

Si tenemos en cuenta las razones que dan las personas ajenas a la Iglesia para explicar por qué les gusta una fiesta que celebran, podemos pensar en las razones por las que nosotros apreciamos las celebraciones de la Iglesia. Hay similitudes con las razones por las que amamos la Fiesta de los Tabernáculos. Por ejemplo, dentro de la Iglesia, a menudo hablamos calurosamente de nuestra observancia de la Fiesta de los Tabernáculos con sentimientos de alegría y del vínculo de la comunión, junto con una fuerte convicción de seguir la instrucción bíblica. Apreciamos el tiempo que pasamos con la familia, tanto física como espiritual, y nos tomamos un tiempo fuera del horario habitual de trabajo diario, lo que nos da la oportunidad de centrarnos en el plan que Dios tiene para el futuro. También recordamos las Fiestas pasadas con nostalgia y esperamos con ilusión la buena comida y los hermosos escenarios de los lugares donde Dios coloca su nombre.

¿Por qué hacer esta comparación entre lo que sentimos por la Fiesta de los Tabernáculos y lo que otros sienten por la Navidad? Porque se nos ha dado una comprensión preciosa sobre algo real y verdadero que valoramos mucho. Del mismo modo, las personas que no pertenecen a la Iglesia tienen algo que valoran mucho. Esta comprensión puede moderar e iluminar nuestra manera de hablar de la Navidad con quienes la celebran.

Las analogías rara vez son perfectas, pero a veces pueden ayudar a ilustrar una perspectiva. Por ejemplo, imagine que acaba de heredar algo de gran valor monetario de un abuelo, tal vez un auténtico reloj Rolex de oro o un bolso Hermès Birkin. En aras de la analogía, digamos que usted nunca podría permitirse comprarlo, sino que simplemente se lo han regalado. Entonces se desprende de su viejo y barato reloj o bolso y se olvida por completo de él. Supongamos ahora que, en los días siguientes, un colega suyo le expresa lo entusiasmado que está con un nuevo reloj que ha comprado y que es una copia del diseño de Rolex o con un nuevo bolso que claramente pretende parecerse a una auténtica marca de diseño, pero que no lo es. ¿Le diría usted que lo que ha comprado es una imitación y que usted es el propietario del artículo auténtico y caro? ¿Pondría usted delante de ellos lo que usted tiene como un producto genuino y menospreciaría lo que ellos tienen? Esta reacción parece descabellada. Al fin y al cabo, no hacía mucho tiempo que usted carecía también de algo de gran valor.

Veamos cómo describió Jesús la preciosa comprensión que se da a la Iglesia: “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu Santo y dijo: “Yo te alabo, oh, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó…Volviéndose a los discípulos les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que ustedes ven. 24 Porque les digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron." (Lucas 10:21, 23-24).

Dios nos ha dado una comprensión de gran valor, incluidas las observancias que representan genuinamente el plan de Dios. Una actitud humilde y agradecida al respecto es una buena base para acercarnos a las personas ajenas a la Iglesia cuando hablamos con ellas sobre la Navidad. Empezar con el argumento de que la celebración que tanto aprecian es pagana y se basa en una mentira no parece estar en consonancia con la humilde perspectiva de que nosotros también estaríamos sin comprensión si no fuera por el don que Dios nos ha hecho.

Puede que nos acordemos de una situación en la que, hace años, un padre de la Iglesia estaba en la cola de la caja de un supermercado con su hijo pequeño. La señora que estaba detrás del mostrador preguntó al niño: "¿Qué deseas que te traiga Santa Claus en Navidad?". El niño respondió: "¡La Navidad es pagana!". Aunque nos sintamos bien porque nuestros hijos hayan asimilado los principios correctos, también tenemos la posibilidad de interactuar positivamente con la gente de nuestras comunidades. Simplemente diciendo de manera educada, "Nosotros no observamos la Navidad", es igual de correcto y mucho mejor recibido por las personas que no comparten nuestra comprensión del camino de Dios. Podemos responder a las preguntas con la verdad de manera amable sin llevar una camiseta que diga: "La Navidad es pagana".

 

CONSIDERACIÓN POR LOS DEMÁS

Otra consideración de igual importancia sobre la manera en que respondemos al tema de la Navidad es la perspectiva de nuestros hermanos miembros de la Iglesia. Cuando las personas son llamadas por Dios a la Iglesia, a menudo se verán desafiadas por las reacciones de su familia y amigos por renunciar a las fiestas tradicionales como la Navidad. Esto ha causado a los miembros grandes dificultades, persecución en algunos casos, e incluso la pérdida de relaciones significativas con seres queridos que no pueden aceptar este cambio.

Renunciar a la Navidad para seguir a Cristo ha costado caro a algunos miembros de la Iglesia. Como resultado, estas personas pueden sentirse muy inclinadas a evitar cualquier circunstancia relacionada con la Navidad o ser especialmente sensibles a cualquier cosa que se asocie con ella. Ejemplos muy sencillos a modo de ilustración podrían ser el rechazo de un bastón gratis de caramelo o rodear la exposición del árbol de Navidad en el centro comercial para evitar cualquier proximidad. También merece la pena tener en cuenta esta posible sensibilidad adicional de algunas personas. Si sabemos que alguien es alérgico al pollo, evitaremos llegar a su casa disfrazados del Gallo Claudio mientras comemos de un cubo de pollo frito.

Así pues, existe la posibilidad de ofender a otros con la manera en que respondemos al tema de la Navidad, tanto fuera de la Iglesia como dentro de ella. Pero también existe la oportunidad de responder de una manera que pueda ser útil y mostrar algo positivo sobre la Iglesia y el camino de Dios. Es necesario tener un poco de consideración para responder de una manera que sea correcta y útil para los demás. Hay un enfoque equilibrado que a la vez defiende las normativas de Dios, que la Iglesia enseña en nuestras vidas personales, y también reconoce que las personas que no están en la Iglesia no están sujetas a esas mismas normativas en este momento.

El potencial de responder a una situación difícil es que es posible caer en cualquiera de los dos lados de un enfoque equilibrado. Por un lado está el problema potencial de comprometer el camino de Dios e involucrarse en alguna actividad relacionada con la Navidad que no sería apropiada para un miembro de la Iglesia. En el otro lado, existe el problema de irritarse o malhumorarse por las celebraciones navideñas, y tal vez insultar a alguien porque sentimos que nuestro conocimiento es superior.

 

APLICACIÓN EN LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO

Consideremos un par de ejemplos de cómo la Iglesia del Nuevo Testamento manejó un tema muy similar a la Navidad en sus respectivas sociedades: la exposición a la adoración de ídolos y cosas asociadas con ídolos. Los festivales comunitarios en las ciudades griegas y romanas de la época del Nuevo Testamento se centraban en la veneración y adoración de ciertas deidades y sus ídolos asociados. Las Escrituras hebreas que la Iglesia tenía en ese momento daban instrucciones claras sobre lo que los israelitas debían hacer con los ídolos en sus propias comunidades. En el contexto de la posesión de la Tierra Prometida por parte de Israel, la Biblia da estas instrucciones sobre los ídolos: "Ciertamente destruirán todos los lugares donde las naciones que ustedes han de desalojar han servido a sus dioses sobre los montes altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondoso. Derribarán sus altares, romperán sus piedras rituales y quemarán en el fuego sus árboles de Asera; quebrarán las imágenes de sus dioses y harán desaparecer sus nombres de aquel lugar."

(Deuteronomio 12:2-3).

Esta instrucción se aplicaba específicamente a Israel como nación autónoma, en cambio la Iglesia del Nuevo Testamento se encontraba dentro del Imperio Romano. Vemos que los apóstoles aplicaron la instrucción de la Torá a la Iglesia y a los individuos que la componían: " Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. A causa de esos pecados, viene la furia de Dios." (Colosenses 3:5-6 Nueva Traducción Viviente).

Para la Iglesia, la admonición aquí consiste en erradicar todo lo que se interponga entre los individuos y su relación con Dios con la misma contundencia con que había que destrozar a los ídolos en épocas anteriores. Colectivamente, dentro de la Iglesia, se practicaba una aplicación similar de las normas: " Pero ahora les escribo que no se asocien con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral sexual, avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni aun coman." (1 Corintios 5:11).

Nótese, sin embargo, el planteamiento totalmente distinto de la Iglesia respecto a los que no pertenecían a ella, a los que no se les aplicaba el mismo criterio ni tampoco en este tiempo: "No es mi deber juzgar a los de afuera, pero sí es responsabilidad de ustedes juzgar a los que son de la iglesia y están en pecado. 13 Dios juzgará a los de afuera…" (1 Corintios 5:12-13ª, Nueva Traducción Viviente).

Vemos claramente esta diferencia de enfoque en la narración de la visita del apóstol Pablo a Atenas: "Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría." (Hch 17,16).

El apóstol estaba consternado por el hecho de que el culto a los ídolos estuviera tan extendido. Sin embargo, no tenía un martillo listo para romper las estatuas de mármol de los dioses griegos. En lugar de ello, aprovechó la oportunidad para entablar un diálogo con la gente que se mostraba dispuesta a hablar con él.

" Por lo tanto, discutía en la sinagoga con los judíos y los piadosos, y todos los días en la plaza mayor, con los que concurrían allí." (versículo 17).

El apóstol aprovechó la oportunidad para fortalecer a los adoradores de Dios, pero también se involucró con aquellos en el mercado público que estaban interesados en una discusión. Como resultado, surgió la oportunidad para que el apóstol hablara a los miembros influyentes de la comunidad. He aquí lo que dijo: "Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago y dijo: Hombres de Atenas: Observo que son de lo más religiosos en todas las cosas. 23 Pues, mientras pasaba y miraba sus monumentos sagrados, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. A aquel, pues, que ustedes honran sin conocerle, a este yo les anuncio." (Hch 17, 22-23).

No les dijo que había que romper sus estatuas y que había que prohibir sus festividades. En lugar de eso, se acercó a ellos usando un concepto que compartían y aprovechó la oportunidad para proclamar el evangelio de Jesús y el reino de Dios de una manera con la que el público pudiera conectar. Al seguir leyendo, vemos que algunas personas se rieron con desprecio; otras querían oír más; y unas pocas se convirtieron en creyentes en Jesucristo como resultado de esta interacción (versículos 32-34). ¿Ha pensado usted alguna vez que puede proclamar el Evangelio personalmente con sólo responder a una pregunta acerca de lo que va a hacer para Navidad? Como mínimo, podríamos responder educadamente que no celebramos la Navidad. La respuesta podría ser: "Oh", y no hay nada más que decir. O la respuesta podría ser: "¿En serio? Creía que eras cristiano". Estas conversaciones tienen el potencial de generar un efecto similar al de los diálogos del apóstol en el mercado de Atenas.

 

LO OFRECIDO A LOS ÍDOLOS

Los miembros de la Iglesia del Nuevo Testamento también tenían el reto de encontrar el equilibrio necesario para permanecer fieles a los estándares de Dios. Vivían en un mundo en el que regularmente se encontraban con aspectos de la sociedad que no eran correctos según estos estándares. También cuidaban a otros miembros de la Iglesia que eran muy partidarios de evitar todo aquello relacionado con las cosas anteriores a las que habían renunciado para formar parte del cuerpo de Cristo.

En 1 Corintios 8 y 10, el apóstol Pablo nos orienta sobre estas situaciones tan complejas. Aquí los miembros de la Iglesia fueron confrontados con el concepto de la comida ofrecida a los ídolos: "Por eso, acerca de la comida de los sacrificios a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo y que no hay sino un solo Dios." (1 Corintios 8:4).

El BDAG (Biblical Dictionary of Ancient Greek, o Diccionario bíblico de griego antiguo, en español) griego-inglés del Nuevo Testamento explica que las cosas ofrecidas a los ídolos "se refiere a la carne sacrificada, parte de la cual se quemaba en el altar como porción de las deidades, parte se comía en una comida solemne en el templo y parte se vendía en el mercado para uso doméstico". Un sacrificio romano era ante todo un banquete en el que se ofrecía comida a todos los participantes. La carne sobrante que no se consumía en el banquete se vendía con fines lucrativos en el mercado local de carne.

De manera similar a lo que ocurre hoy con la Navidad, los miembros de la Iglesia de aquella época tenían que decidir lo que harían y lo que no harían en relación con este alimento con una conexión muy cercana a los dioses romanos y las festividades de los templos. Vemos que lo primero que el apóstol estableció es que los ídolos en sí mismos no eran dioses reales. No tenían poder real para afectar al mundo. Como resultado de esto, el apóstol indica que los miembros de la Iglesia podían comprar carne en el mercado sin preocuparse por su procedencia: "Coman de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivo de conciencia…" (1 Corintios 10:25).

Cabe destacar que toda esta discusión no tenía nada que ver con si el tipo de carne animal que se ofrecía era limpia o inmunda. El ganado y las ovejas eran sacrificios romanos comunes, y los miembros de la Iglesia habrían evitado los animales impuros por descontado. Del mismo modo, los artículos asociados con la Navidad no son perjudiciales en sí mismos. No tenemos por qué irritarnos por una persona que lleve un gorro de Santa Claus, ni cortar un pino de nuestro jardín solo porque puede verse como un símbolo navideño.

El apóstol también aborda el aspecto de mostrar preocupación por los miembros de la Iglesia que puedan ser especialmente sensibles a cualquier asociación con ídolos por pequeña que sea: "Pero si alguien os dice: "ero si alguien les dice: “Esto ha sido sacrificado en un templo”, no lo coman, por causa de aquel que lo declaró y por motivo de conciencia." (1 Corintios 10:28).

Para evitar cualquier ofensa, llega a decir que "…si la comida es para mi hermano ocasión de caer, yo jamás comeré carne…" (1 Corintios 8:13). También ofrece un escenario hipotético en el que un miembro de la Iglesia reconoce que un ídolo no es nada en el mundo y, como consecuencia, podría sentirse inclinado a dirigirse al templo del ídolo después de las fiestas para comer gratis (1 Corintios 8:9-11). Él indica que esto podría ser un gran problema como resultado de la apariencia de participación en las festividades de adoración de ídolos e incluso hacer que otros miembros de la Iglesia tropiecen. Él advierte: "De esta manera, pecando contra los hermanos e hiriendo sus débiles conciencias, contra Cristo están pecando." (1 Corintios 8:12).

Podemos establecer aquí una conexión con las situaciones que podemos encontrar relacionadas con la Navidad. Si sabemos que un miembro de la Iglesia evita los bastones de caramelo, no tenemos por qué ir por ahí con uno en el bolsillo. Y si hemos decidido estar presentes en un lugar en donde se esté celebrando una fiesta navideña, pero en ella simplemente evitamos participar de la tradición de los besos bajo el muérdago, podríamos también reflexionar en cómo nuestra presencia allí podría interpretarse en la Iglesia y afectar a otros miembros de esta.

 

HUIR DE LA IDOLATRÍA

El apóstol Pablo dejó claro que hay que evitar participar en cualquier situación de adoración de ídolos, porque lo que hay detrás de estas prácticas no es compatible con la participación en el cuerpo de Cristo.

"Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría… lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios, y no a Dios. Y yo no quiero que ustedes participen con los demonios. 21 No pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios. No pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios." (1 Corintios 10:14, 20b-21).

La participación es el verdadero problema que identifica el apóstol. También podemos trazar aquí una línea relacionada con las celebraciones navideñas y evitar participar. Para aplicar el principio de la comida ofrecida a los ídolos, no tenemos por qué disgustarnos todos los años en la época navideña e irritarnos por los adornos y las canciones que nos inundan. También tenemos que ser conscientes de la sensibilidad que puedan tener otros miembros de la Iglesia a los que les resulte difícil encontrarse con determinadas cosas relacionadas con las fiestas. Y lo más importante es evitar participar en la celebración de la Navidad, porque no es compatible con la pertenencia a Cristo y a su Iglesia.

 

PRINCIPIOS Y APLICACIÓN

¿Cómo se aplica esto a las situaciones que surgen, como recibir una felicitación navideña, recibir un regalo de Navidad en el trabajo, reunirse con otras personas para una comida no navideña el 25 de diciembre, asistir a una fiesta de Navidad en el trabajo, etc.? A la larga, no es muy útil tener una lista de reglas para cada situación difícil que se nos presenta en la vida. Más bien, es un buen ejercicio para tomar buenas decisiones de acuerdo con principios de Dios y preocuparse por los demás, dentro y fuera de la Iglesia, lo que forja el carácter que Dios busca en nosotros. En general, cuando la gente de fuera de la Iglesia entabla una conversación con nosotros sobre el tema de la Navidad, se deduce en gran medida que no la celebramos. A partir de ahí, nuestra implicación en las actividades debería coincidir con esa afirmación. Si nos encontramos con situaciones específicas en las que necesitamos ayuda, siempre es bueno buscar el sabio consejo de un pastor o de otra persona de la Iglesia en quien podamos confiar para que nos guíe según los principios bíblicos.

El apóstol Pablo concluye su discusión sobre el tema de la comida ofrecida a los ídolos proporcionando una lista de prioridades en orden de importancia sobre cómo un miembro de la Iglesia puede responder a un desafío que implica diferentes perspectivas dentro y fuera de la Iglesia: "Por tanto, ya sea que coman o beban, o que hagan otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean ofensivos ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; así como yo en todo complazco a todos, no buscando mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos. Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo." (1 Corintios 10:31-11:1, NLT).

Nuestras respuestas y actividades deben dirigirse en primer lugar a glorificar a Dios y luego, si es posible, a evitar cualquier ofensa. Navegar por situaciones relacionadas con la Navidad como miembro de la Iglesia puede ser un reto, pero también puede ser una oportunidad para construir un puente con alguien de la comunidad, explicar el Evangelio a alguien que quiere saber más, animar a nuestros hermanos a continuar en la fidelidad a Dios con nuestro ejemplo y demostrar nuestra voluntad de aplicar los principios bíblicos a una situación que representa un reto.

 

 

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