IMPLICACIONES DE LOS CAMBIOS EN LA DOCTRINA Y LAS PRÁCTICAS. David Hulme. Agosto de 2023

 

IMPLICACIONES DE LOS CAMBIOS EN LA DOCTRINA Y LAS PRÁCTICAS

David Hulme

Agosto de 2023

 

En las recientes conferencias ministeriales, revisamos una serie de cambios, con base bíblica, en la doctrina y las prácticas de la Iglesia, que han tenido lugar en los últimos 25 años. Fue un ejercicio muy interesante, porque rara vez observamos el desarrollo doctrinal como si estuviéramos contemplando un paisaje tridimensional a lo largo del tiempo.

Si a ello añadimos la importancia de reflexionar sobre las implicaciones de esos cambios, podemos situarnos en un proceso dinámico. Es decir, podemos revisar los cambios a lo largo del tiempo y comprobar si hemos estado a la altura y si hemos entendido sus implicaciones.

Quisiera explorar estos conceptos aquí, sin tener que enumerar cada cambio. Lo haremos a través de algunos ejemplos seleccionados del principio, la mitad y finales del cuarto de siglo comprendido de 1998 a 2023.

Cuando nos organizamos como Iglesia de Dios, una Comunidad Internacional, era esencial que la gestión -la forma de gobernar- fuera la correcta.

Acabábamos de emerger de la lección de humildad y de la necesaria experiencia de permitir que se afianzara un sistema democrático humano en la Iglesia. Éste degeneró rápidamente hacia un sistema electoral y hacia las muchas debilidades de un sistema tal, incluyendo numerosas maniobras políticas.

¿Cómo procedimos entonces? Arrepentirse significa reconocer los pensamientos y acciones erróneos, dar marcha atrás y tomar el camino correcto según los principios divinos. El consenso guiado por el Espíritu, a la manera del proceso de la conferencia de Hechos 15, con un líder probado y comprobado que toma la decisión final, es el modelo neotestamentario que seguimos. Procuramos mantener las cualidades del gobierno de Cristo cuando Él regrese: paz, justicia y rectitud (Isaías 9:7).

Algunas de las implicaciones o consecuencias de este enfoque a todos los niveles de la Iglesia son el jamás recurrir a los sistemas humanos en busca de orientación, más allá de la sabiduría divina; evitar los procesos electorales en la toma de decisiones; y utilizar un modelo jerárquico de funciones más que de rango, y de servicio más que de estatus.

 

Alrededor de 2005/6, la atención prestada a la identidad de la Iglesia como pueblo llamado que está "en el mundo, pero no es del mundo" (Juan 17) coincidió con una comprensión cada vez más profunda de que no se podía esperar que en la actualidad las personas en general entendieran la verdad. Que el público no es la Iglesia, y que la Iglesia no es el público, significa que hay límites tanto a lo que podemos decir como a lo que podemos esperar del mensaje que estamos llamados a proclamar. Como Cristo explicó a sus discípulos sobre el mundo que les rodeaba: "A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha dado" (Mateo 13:11). Por eso ocultó la plenitud de su mensaje en parábolas.

Del mismo modo, Él dijo que, cerca del final de esta era, "este evangelio [griego: euangelion, "buenas nuevas"] del reino será predicado [griego: kerysso, "proclamar", "anunciar"] en todo el mundo como testimonio [griego: martyrion, "afirmación de la verdad"] a todas las naciones, y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14). No se trata de predicar el arrepentimiento a todas las naciones, sino de darles testimonio de lo que está por venir.

Hacer discípulos a todos los que Dios llama -un proceso diferente- es a lo que se refiere Mateo 28:18-20: "'Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles [griego: didasko, "enseñar"] a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo'. Amén". El énfasis aquí está en el proceso de enseñanza y conversión, que inicia, desde luego, con el llamado de Dios (Juan 6:44; Hechos 2:39).

Vemos la misma separación entre proclamar y enseñar en el ministerio de Pablo en Roma: "Vivió allí dos años enteros a sus expensas y recibía a todos los que acudían a él, proclamando [kerysso] el reino de Dios y enseñando [didasko] acerca del Señor Jesucristo con toda valentía y sin obstáculos" (Hechos 28:30-31, Nueva Versión Estándar Revisada).

Las implicaciones para la labor de la Iglesia en el mundo son claras. Es doble: anunciar la buena nueva al público y, por separado, enseñar y cuidar a los que Dios llama.

Por último, hemos visto recientemente un énfasis en la clarificación de la enseñanza profética para la Iglesia.

En realidad, este proceso comenzó antes, con una lectura cuidadosa del Apocalipsis, observando que su destinatario principal es la Iglesia: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que debe suceder pronto. . . ." (Apocalipsis 1:1, NRSV [énfasis añadido]). En consecuencia, los mensajes a las siete iglesias no se dirigen a eras eclesiásticas individuales a lo largo de 2.000 años, sino a la Iglesia en su conjunto, desde el siglo I hasta el regreso de Cristo, para fortalecernos y animarnos a perseverar.

La profecía siguió siendo el tema central de una extensa serie de artículos de Church of God News sobre el libro de Ezequiel, seguida de una colección publicada titulada "Leyendo a Ezequiel". La Iglesia del siglo XX había favorecido una interpretación británico-israelí de la identidad del Israel moderno como determinadas naciones europeas, especialmente los pueblos blancos de habla inglesa y sus descendientes en todo el mundo.

Una interpretación incorrecta del libro de Ezequiel tuvo mucho que ver en ello.

Ahora hemos llegado a la conclusión de que la casa de Israel, a la que iban dirigidos los mensajes proféticos, se refería a la casa de Judá junto con los remanentes de las otras tribus israelitas que habían permanecido entre ellos después de que el reino dividido del norte de Israel cayera en manos del Imperio Asirio alrededor del 720 a.C. En la primera parte del libro de Ezequiel, la ciudad de Jerusalén estaba a punto de ser destruida y su pueblo exiliado por los babilonios en 586 a.C. Se cumplía así la promesa de castigo por romper el pacto del Sinaí (Levítico 26), que culminaría en el cautiverio.

También descubrimos que una antigua interpretación de una de las visiones de Ezequiel (Ezequiel 17) era incorrecta, en el sentido de que veía el moderno trono británico como una continuación de la dinastía judía de David. Por el contrario, esa profecía se refiere a Cristo.

La consecuencia de estas correcciones de rumbo es una importante ampliación y realineación de nuestra perspectiva profética. Más que un estrecho interés nacional por parte de Dios, Él se muestra preocupado por la salvación de toda la humanidad -sus hijos- de acuerdo con su plan a lo largo del tiempo. Este plan se está llevando a cabo por etapas, con unos pocos llamados ahora a resplandecer como luces y dar ejemplo activamente de un comportamiento similar al de Cristo en un mundo en tinieblas, y la mayoría de ellos teniendo la oportunidad de arrepentirse en la era venidera. En aquel tiempo, el Israel físico restaurado será la nación prototipo en el reino de Dios bajo Cristo, asistido por el sacerdocio espiritual que Él está preparando ahora en la Iglesia.

Espero que coincidamos y nos sintamos agradecidos por lo mucho que se ha logrado en 25 años gracias a la guía e inspiración de Dios.

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