Unidad Fundamental Eric Keefer Sermón, 10 de septiembre de 2022.

 

Unidad Fundamental

Eric Keefer

Sermón, 10 de septiembre de 2022.

 

Me gustaría que recordáramos una época anterior a marzo de 2020. Estaba lejos de ser un momento ideal, pero el daño que los próximos dos años traerían a este mundo era completamente desconocido e imprevisto, creo, para todos nosotros, o al menos para muchos de nosotros.

En primer lugar, en Estados Unidos se celebraron ese otoño unas elecciones presidenciales que dividirían al país como no se había visto en los últimos tiempos. Las denuncias de fraude generalizado y la total desconfianza en el sistema electoral provocaron importantes e incluso violentas revueltas en el Capitolio de la nación, algo impensable pocos años antes. A pesar de las impugnaciones legales desestimadas, incluso por jueces nombrados por el partido que cuestionaba los resultados, seguía existiendo la firme creencia de que las elecciones en el país estaban amañadas y eran fraudulentas.

Lo que parece haber sido diferente en estas elecciones, en comparación con todos los demás años, ha sido un desacuerdo sobre los hechos. Se supone que los hechos son verdades establecidas e indiscutibles. Pero lo que un grupo de personas cree que son hechos, otro grupo lo descarta completamente a favor de un conjunto alternativo de hechos.

Es como si un grupo dijera: «Mira, 2 más 2 es igual a 4», pero otro grupo dijera que es igual a 5. El grupo que dice que es igual a 5 no se deja convencer, porque cree firmemente que los hechos respaldan su afirmación. Es más, hay doctores en matemáticas -expertos en la materia- que también apoyan esa afirmación.

En segundo lugar, cuando empezó la pandemia ocurrió algo parecido. Durante las primeras fases, cuando se sabía poco sobre el virus -podríamos llamarlo «la niebla de la guerra»- y la información sobre el virus era muy escasa, las recomendaciones cambiaban constantemente, porque el perfil del virus cambiaba a medida que se disponía de nueva información. ¿Era el virus de transmisión aérea o se transmitía principalmente a través de las superficies? ¿Qué tan grave era el virus? ¿Se trataba simplemente de una forma grave de gripe? ¿Las mascarillas frenan la transmisión? ¿Es la situación tan grave como para cerrar empresas, lo que tendrá efectos a largo plazo en los medios de subsistencia de la población?

Las empresas farmacéuticas empezaron a trabajar para desarrollar una vacuna contra el virus. Las vacunas se han utilizado con éxito para prácticamente eliminar algunos virus como la poliomielitis, y se esperaba que una vacuna contra el COVID pudiera hacer lo mismo. Las mejoras y los avances de las técnicas en el campo de la investigación sobre vacunas han hecho que éstas sean más eficaces y menos peligrosas. Por ejemplo, muchas vacunas solían crearse a partir de un virus vivo debilitado. Sin embargo, con el tiempo se descubrió que un virus muerto, esencialmente una envoltura de un virus podía ser igual de eficaz para estimular a nuestro sistema inmunitario a combatir un virus, sin necesidad de inyectar uno vivo en nuestro organismo. Lo que hacen las vacunas es presentar a nuestro sistema inmunitario el aspecto de un virus enemigo para que pueda identificarlo rápidamente y destruirlo antes de que el virus pueda multiplicarse y desbordar las defensas del organismo.

Pero ahora se iba a utilizar una tecnología nueva y más avanzada para combatir este virus. Se llama ARNm, y utiliza una estrategia propia de un virus. Los virus secuestran algunas células de nuestro cuerpo y las utilizan para reproducirse enviando instrucciones a las células que han secuestrado para que hagan copias de sí mismos. Las vacunas de ARNm hacen esencialmente lo mismo. Secuestran unas pocas células de nuestro cuerpo para producir no el virus, sino sólo una parte del virus, lo que permite a nuestro sistema inmunitario identificar el virus real y atacarlo. Esta nueva tecnología ha sido eficaz en la prevención de [casos de] enfermedades graves, pero no en la prevención completa de la enfermedad.

Pero con esta nueva tecnología, como con cualquier otra, surgen preocupaciones. Cuando se utilizaban virus vivos en las vacunas, existía la preocupación de que los virus debilitados pudieran ganar fuerza y contagiar el virus en lugar de prevenirlo. Había preocupación cuando las vacunas utilizaban virus muertos. Y, comprensiblemente, existe preocupación por esta nueva tecnología: las vacunas de ARNm.

Pero, como en el caso de las elecciones presidenciales, la preocupación por estas vacunas va mucho más allá de los aspectos básicos del funcionamiento de la tecnología. Hay detalles, presuntos hechos, que no todo el mundo estaría de acuerdo en que son, de hecho, hechos. De nuevo, hay varios grupos de personas que ni siquiera se ponen de acuerdo sobre cuáles son los hechos. Un grupo dice: «Hay que confiar a la ciencia», mientras que el grupo contrario se hace eco de las mismas palabras. Y ambos bandos tienen sus expertos que no se ponen de acuerdo ni siquiera sobre cuáles son los hechos.

Esto, por supuesto, se extiende a si las mascarillas son efectivas para ayudar a frenar la propagación o no; ¿o son quizás incluso perjudiciales? Si la transmisión se produce en gran medida a través del aire que respiramos, ¿tenemos la obligación de protegernos unos a otros de un virus que podamos portar? ¿Dónde empieza o dónde acaba esa obligación?

Este tipo de profundas divisiones, con puntos de vista opuestos sobre lo que son hechos, se extienden también a otras innumerables áreas: la política, los sistemas económicos como el capitalismo y el socialismo, el tema del aborto, si el Foro Económico Mundial es maligno o no -quizás incluso un precursor de la Bestia- y un largo etcétera. Estas profundas divisiones producen ira y violencia, como hemos visto en el incidente del 6 de enero aquí en EE. UU.; y hablar incluso de una guerra civil aquí en EE. UU. ya no se considera impensable.

Durante la guerra civil estadounidense de mediados del siglo XIX, hermanos lucharon y mataron a hermanos. Una fuente ha calculado que hubo más de un millón de bajas: estadounidenses luchando y matando a estadounidenses.

Lo que me preocupa como pastor es que éstas son áreas que pueden dividir y efectivamente dividen a la Iglesia. Y también producen sentimientos de ira e incluso pensamientos de violencia. Hace poco más de un año, un miembro que ya no está entre nosotros me sugirió que una guerra civil en Estados Unidos no sólo era posible, sino una solución potencialmente viable. Fue chocante oír a un miembro abogar por la violencia, pero sin duda puso de manifiesto hasta qué punto estas cuestiones pueden dividir y alejar a alguien tanto de nuestra vocación como de los principios que todos compartimos en la Biblia.

La unidad de la humanidad es difícil de alcanzar. Las causas que se plantean pueden unir o dividir.

Usted y yo podemos permitir que tales diferencias nos dividan, cuando lo que puede y debe unirnos es, por supuesto, el llamamiento y el plan de Dios. Al final, lo que nos une -lo que tenemos en común- es mucho más importante que lo que puede dividirnos. Pero lo que amenaza nuestra unidad (por utilizar una analogía deportiva) es, en mi opinión, simplemente apartar la vista del balón.

Esta tarde, me gustaría examinar juntos la importancia de la unidad a través de las cosas que realmente nos importan a ustedes y a mí. Y vamos a considerar una forma en la que el apóstol Pablo nos enseñó a pensar sobre la unidad, que creo que puede sernos muy útil.

La unidad es muy difícil de alcanzar. Es una cosa muy escurridiza. Cuando Jesús oró al Padre antes de dar su vida como sacrificio por el pecado de la humanidad, pidió que el Padre mantuviera a sus discípulos -y, por implicación, a usted y a mí- seguros y unidos.

JUAN 17:11 (RVA-2015) Ya no estoy más en el mundo pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre que me has dado, para que sean uno así como nosotros lo somos. 

Dios el Padre y Jesucristo están completamente unificados; una mente, un propósito, sin desacuerdos. Pero la humanidad no lo está. Los humanos no lo están. Ahora bien, nuestro objetivo es unirnos a Cristo y al Padre, y al hacerlo nos unimos los unos a los otros. Pero eso es muy difícil de hacer, en todos los aspectos.

En Efesios 4, Pablo nos habla del proceso de unidad. Dios ha dado roles en la Iglesia para facilitar el proceso de unidad, pero es un proceso, y no es fácil de lograr u obtener. Observen lo que dice aquí en el capítulo 4 versículo 1:

Efesios 4:1-6 (RVA-2015) Por eso yo, prisionero en el Señor, les exhorto a que anden como es digno del llamamiento con que fueron llamados: con toda humildad [fíjense en estos rasgos que enumera] y mansedumbre, con paciencia, soportándose los unos a los otros en amor, procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como han sido llamados a una sola esperanza de su llamamiento. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos quien es sobre todos, a través de todos y en todos.

Noten que caminar como corresponde a nuestro llamamiento requiere que empleemos ciertos atributos. Fíjense en estos atributos: humildad, mansedumbre o amabilidad, paciencia, soportarse unos a otros en amor. Si la unidad fuera simplemente una cuestión de recibir el Espíritu de Dios no habría necesidad de ser especialmente hábil para ser amable con los demás, para ser paciente con los demás, para soportarnos unos a otros. Esas cosas no serían grandes atributos; no necesitaríamos esas cosas. El propósito de estos rasgos es que desarrollemos y mantengamos la unidad y este vínculo -este pegamento- de paz.

Sin embargo, los humanos somos pensadores independientes por naturaleza. Todos somos pensadores independientes, y sencillamente no tenemos una unidad perfecta con los demás, aunque sea nuestro objetivo, por medio de Dios, en la Iglesia. Ese es nuestro objetivo: la unidad perfecta. Pero la realidad es que somos humanos. Somos humanos, tenemos defectos, tenemos problemas. No estamos perfectamente unidos en todo. Dicho esto, podemos y debemos tener unidad en ciertas áreas dentro de la Iglesia. Debemos tenerla absolutamente dentro de ciertas áreas dentro de la Iglesia.

Pero no todas las áreas son igualmente importantes o esenciales. No todas las áreas son igualmente importantes y esenciales. La unidad total es la meta, y un día la alcanzaremos al regreso de Cristo.

Es más, si exigimos unidad en todos los ámbitos del pensamiento, nos fragmentaremos para siempre, porque todos somos humanos. Mientras tanto, creo que es útil reconocer que hay algunas cosas en las que debemos estar absolutamente unidos como Iglesia de Dios, y hay otras cosas que no son necesariamente de suprema importancia. Y hacer esa distinción, creo, es importante.

Es importante no sólo reconocer y permitir algunas diferencias, sino también ser capaces de identificar aquello en lo que, de hecho, es fundamental estar unidos y aquello que es menos importante. Pablo identifica algunos aspectos muy importantes aquí en Efesios 4, que acabamos de leer:

Un solo cuerpo: estamos unidos unos a otros. No nos unimos. Dios nos puso juntos como un solo cuerpo: estamos atrapados unos con otros, y no podemos simplemente irnos a otro lugar si algo no nos gusta. Un espíritu. Una esperanza común: todos estamos en el mismo programa. Un Señor (un Cristo). Una fe, un bautismo, un Dios Padre. No hay opciones en estas cosas, ¿verdad? Esta no es, por supuesto, una lista completa de las cosas que no son negociables, pero es un buen comienzo. Son cosas en las que debemos estar unificados.

Me gustaría ir un poco más lejos. No voy a intentar dar una lista exhaustiva de todas las cosas en las que debemos estar absolutamente unificados, pero me gustaría dar una lista incompleta que podría ayudarnos a empezar a reflexionar sobre esto.

La primera, por supuesto, es que Dios existe. Dios no es una invención de la mente humana; es real, existe. Tanto el Padre como Cristo son, de hecho, Dios. Dios tiene un poder y una presencia a través de lo que se llama el Espíritu de Dios que mora en nosotros por la imposición de manos. El Espíritu de Dios en nosotros hace más fácil nuestra comprensión espiritual.

1 CORINTIOS 2:12-14 (RVA-2015) Y nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente. 13 De estas cosas estamos hablando, no con las palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales. 14 Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque [estas cosas] se han de discernir espiritualmente.

Se necesita el Espíritu de Dios para entender. El Espíritu de Dios nos da entendimiento en estas áreas espirituales.

También sabemos que Dios Padre y Cristo tienen una relación personal e íntima con nosotros como hijos suyos. Ahora bien, la analogía típica, por supuesto, es que somos hijos del Padre y hermanos de Cristo, pero creo que la misma analogía puede utilizarse en ambos sentidos, dependiendo del lugar de la Biblia al que miremos.

Otra parte importante de la unidad es que todos sabemos que hemos pecado; todos estamos muy por debajo de las expectativas que Dios tiene respecto a nosotros. Todos hemos pecado de una manera tan grave que perturbamos la creación perfecta de Dios. Por lo tanto, para que Dios mantenga una creación perfecta y pacífica, no se puede permitir que los seres humanos en esta condición sigan perturbándola para siempre y, por lo tanto, merecen la muerte. Sin embargo, hemos sido perdonados a través de la muerte sacrificial de Jesucristo, y se nos ha dado un camino para llegar a ser obedientes a través del Espíritu de Dios. Por lo tanto, esperamos -a causa de esta relación- ser resucitados de entre los muertos.

1 CORINTIOS 15:21-22 (RVA-2015) Puesto que la muerte entró por medio de un hombre, también por medio de un hombre ha venido la resurrección de los muertos [siendo ese hombre Cristo]. 22 Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.

Otro punto: el propósito de que seamos llamados ahora (a diferencia de todos los demás en el mundo) es revestirnos del carácter de Dios con la ayuda del Espíritu de Dios. Ese es nuestro papel, para eso hemos sido llamados, y es una tarea enorme.

Lucas 6 detalla muchas de las enseñanzas de Cristo que son un paralelo del Sermón de la Montaña que encontramos en Mateo. En la primera parte de este capítulo, Cristo habla de que debemos amar a nuestros enemigos y hacer el bien a los que nos odian. Estas son enseñanzas que debemos seguir, que debemos aprender a poner en práctica. Estas son las cosas que debemos aprender a hacer. Debemos dar a quien nos lo pida. Debemos ser misericordiosos. Debemos perdonar y no condenar.

Y termina estas enseñanzas con una parábola:

LUCAS 6:46-48 (RVA-2015) “¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo? 47 Yo les mostraré a qué es semejante todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace. 48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundo y puso los cimientos sobre la roca.

Las personas que escuchan a Dios (las enseñanzas de Cristo), que hacen este tipo de cosas, tienen unos cimientos fuertes, ¿verdad? Están poniendo atención a estos fundamentos.

Y cuando vino una inundación, el torrente golpeó con ímpetu contra aquella casa y no la pudo mover porque había sido bien construida.

La persona que sigue este tipo de enseñanzas establecidas para nosotros, particularmente en lo que se refiere al carácter, son los que construyen sobre este fundamento.

Otro punto es que debemos aliarnos con Cristo a su regreso a esta tierra para enseñar a las naciones que han sido excluidas, y enseñarles lo que hemos pasado toda una vida tratando de desarrollar, esto es, el carácter de Dios. Si realmente estamos haciendo lo que hemos sido llamados a hacer, estamos trabajando en nuestro carácter. Estamos tratando de vivir según estas cosas. Estamos tratando de hacer que estas cosas sean lo que nosotros somos, ¿verdad? Y nuestro trabajo es eventualmente enseñar a otros (que aún no tienen eso como parte de su carácter) cómo hacerlo.

Otro punto que conocemos es que el Sabbath es un recordatorio semanal de varias cosas. Es un recordatorio semanal de que Dios es el Creador de todo este cosmos, que Él hizo todo esto; que Dios nos ha liberado de la esclavitud del pecado -esa es otra cosa que nos recuerda-; que el futuro reinado de Dios en la tierra está representado por el Sabbath -por la abundancia y por la paz que trae el Sabbath-.

Los días santos anuales exponen el plan de Dios, otra cosa en la que tenemos unidad, ¿verdad?

·         Pascua: el sacrificio de Cristo por nuestros pecados.

·         Los Días de los Panes sin Levadura: la necesidad de que seamos como Dios mediante el consumo de pan sin levadura ( ser como Cristo) y rechazar la levadura que simboliza el pecado.

·         Pentecostés: la importancia del don del Espíritu de Dios y el papel clave que desempeña para ayudarnos a ser obedientes a Dios.

·         Trompetas: el regreso de Cristo a la tierra para establecer su reino sobre todas las naciones.

·         Expiación: la expiación del pecado y la responsabilidad del dios de este mundo que ha corrompido la creación de Dios y ha influido en la humanidad para que peque.

·         Tabernáculos-el Milenio y el comienzo del reino de Dios en la tierra

·         El Último Gran Día: el Juicio del Gran Trono Blanco, donde toda la humanidad recibe la oportunidad de formar parte de la familia de Dios.

Ésta no es en modo alguno una lista exhaustiva, pero pone de relieve cuestiones centrales a las que todos estamos unidos. Sin embargo, no hay nada en esta lista acerca de una postura sobre COVID, o máscaras, o vacunas, o sistemas económicos como el capitalismo y el socialismo, o innumerables otras áreas que dividen. No quiero decir que nada de esto carezca de importancia o que no haya una forma correcta o incorrecta de ver las cosas: creo que sí la hay. Creo que los dirigentes de la Iglesia han adoptado una postura o han dado consejos en muchos de esos ámbitos, si no en todos.

Pero lo que quiero decir es que hay cosas que no son fundamentales, y si no lo son, no debemos permitir que dividan o creen hostilidad entre unos y otros.

Otro tema no fundamental que se me ocurre tiene que ver con algunas profecías del final de los tiempos. En el pasado, se prestó mucha atención a la advertencia del libro del Apocalipsis sobre el poder de la Bestia.

Algunos asocian la actual tendencia de los gobiernos a imponer y aparentemente a aumentar sus medidas de control como signos de un avance similar al de la Bestia. Algunos están sinceramente preocupados por las políticas y la orientación de organizaciones como el Foro Económico Mundial, considerando a organizaciones como ésta como precursoras del poder de la Bestia, o del control sobre el futuro de la economía.

La preocupación, creo, radica en la advertencia del Apocalipsis a la Iglesia y la suposición de que si no vemos estas cosas venir y las identificamos, entonces podemos fácilmente quedar atrapados en ellas y convertirnos en parte de ellas. Pero ¿es esa realmente la advertencia que se nos da en el Apocalipsis?

La advertencia a la Iglesia en los primeros capítulos del Apocalipsis no es en contra de convertirse ingenuamente en parte de los sistemas de gobierno que se imponen sobre nuestras libertades. Las advertencias en el Apocalipsis son contra cosas de este tipo:

·         Éfeso-pérdida de celo y compromiso (Apocalipsis 2:5)

·         Esmirna-ánimo para soportar la persecución (Apocalipsis 2:10)

·         Pérgamo-Advertencia contra los que mezclan prácticas religiosas paganas (Apocalipsis 2:14)

·         Tiatira-Advertencia contra quienes permiten la inmoralidad sexual (Apocalipsis 2:20-23)

·         Sardis - advertencia sobre la vigilancia espiritual (Apocalipsis 3:2-3)

·         Laodicea - advertencia sobre la riqueza física y lo que puede hacernos, mientras somos espiritualmente pobres (Apocalipsis 3:15-17).

Estas no son advertencias sobre no identificar el surgimiento de gobiernos y sistemas económicos que formarán el poder de la Bestia. Todo eso va a suceder tanto si los identificamos como si no. Y en ese sentido, es algo irrelevante: va a suceder.

Se trata de advertencias para reforzar nuestra vida espiritual y nuestra fidelidad a Dios y a sus caminos. ¿Vivimos según los mandamientos de Dios y las enseñanzas de Cristo, como las del Sermón del Monte? ¿Hemos hecho que esas cosas formen parte de lo que somos, que cada fibra de nuestro ser refleje esas enseñanzas? ¿Adoramos sólo a Dios? ¿Existe algo que pueda hacernos dejar de adorar únicamente a Dios y dedicarnos a adorar a otra cosa? ¿Hay algo que pueda convencernos de hacerlo?

Cuando consideramos las advertencias que rodean al poder de la Bestia, vemos que nos están alertando en contra de adorar a la Bestia, o a cualquier otra cosa que no sea Dios.

APOCALIPSIS 13:3-4 (RVA-2015) Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal se había sanado. Y toda la tierra se maravilló en pos de la bestia, y adoraron al dragón porque le había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia diciendo: “¿Quién es semejante a la bestia, y quién puede combatir contra ella?”.

Ellos adoraron, ese es el problema, ¿verdad? Ese es el problema. El problema no es estar engañados al caer en la trampa de las políticas gubernamentales o económicas. El problema es la adoración. El problema es rechazar a Dios e ir tras algo que se parece a Dios, que se siente como Dios. El cambio de nuestra lealtad a Dios hacia el poder de la Bestia. El pueblo de Dios será perseguido por negarse a adorar a la Bestia. Ahí es donde viene el problema: cuando decimos: «No, no voy por ese camino».

Realmente no hay diferencia en quién está exigiendo adoración. Si es Nabucodonosor en Daniel 3, o es el poder de la Bestia de Apocalipsis 13, o es cualquier otro poder aparte de Dios. La pregunta no es «¿Puedes identificar ese poder?». Es «¿A quién adorarás?» ¿Hay algo que pueda hacer que dejemos de adorar a Dios - de ser leales a Dios - y que nos convirtamos en adoradores de cualquier cosa?

La identidad del poder que exige adoración es realmente irrelevante. Podría ser cualquier cosa. Y el Apocalipsis no nos está suministrando la información para que podamos identificar el poder de la Bestia, es una advertencia acerca de la elección que se nos podría presentar. ¿Qué haría usted, frente a ese tipo de elección? -Incluso si eso significa que su vida está en juego.

Sadrac, Mesac y Abed-nego trabajaban para el gobierno de Babilonia; eran empleados del poder de la Bestia de ese tiempo, por así decirlo. ¡Eran empleados de la Bestia!

El problema no era que ellos formaran parte de ese gobierno -ese no era el problema- ¡En efecto, formaban parte de este gobierno! Eran administradores dentro de ese gobierno del poder de la Bestia. El problema era si ellos iban a adorar a la Bestia. ¿Se dejarían empujar a rendirle culto?

DANIEL 3:2-6 (RVA-2015) Y el rey Nabucodonosor mandó reunir a los sátrapas, los intendentes y gobernadores, a los consejeros, los tesoreros, los jueces, los oficiales y a todos los gobernantes de las provincias, para que vinieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Entonces fueron reunidos los sátrapas, los intendentes y gobernadores, los consejeros, los tesoreros, los jueces, los oficiales y todos los gobernantes de las provincias, para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Mientras estaban de pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor, el heraldo proclamó con gran voz: “Se ordena a ustedes, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el sonido de la corneta, de la flauta, de la cítara, de la lira, del arpa, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postren y rindan homenaje a la estatua de oro que ha levantado el rey Nabucodonosor. Cualquiera que no se postre y rinda homenaje, en la misma hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo”.

Los acusadores presentaron entonces los cargos al rey contra Sadrac, Mesac y Abed-nego: su rechazo a adorar. Ellos no adorarán a nadie más que a Dios.

VERSÍCULOS 12-13 Hay, pues, unos hombres judíos a quienes tú has designado [hablando con Nabucodonosor] sobre la administración de la provincia de Babilonia (Sadrac, Mesac y Abed-nego); estos hombres, oh rey, no te han hecho caso. Ellos no rinden culto a tus dioses ni dan homenaje a la estatua de oro que tú has levantado. 13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. Luego estos hombres fueron traídos a la presencia del rey.

Babilonia era la potencia de la Bestia en ese entonces. La cuestión no era si podían identificar a la Bestia. La cuestión ni siquiera era si podían trabajar para el poder de la Bestia (¡de hecho lo hacían!), o incluso las políticas económicas o políticas (que eran ciertamente corruptas) de ese poder de la Bestia. La cuestión era EXCLUSIVAMENTE la lealtad y la fidelidad a Dios. ¿Qué tan compenetrados estaban con Dios y sus caminos? ¿Hay algo que podía romper ese compromiso? ¿Cualquier cosa? ¿Qué hay de la amenaza de perder sus vidas? La pregunta es la misma para nosotros. Esa es la pregunta que nos plantea el Apocalipsis: ¿Qué tan comprometidos estamos? ¿Qué es lo que podría llevarnos a hacer algo que nos empujara a abandonar nuestra lealtad a Dios y dedicarnos a rendir culto a cualquier cosa?

Así que, de nuevo, la cuestión no gira en torno a ninguna política o identidad de la Bestia. Eso es realmente irrelevante; podría ser cualquier poder. La pregunta es, ¿puede algo hacer que usted rompa su Pacto con Dios y adore a algo que no sea Dios? ¿Puede algo lograr eso?

Por eso es fundamental que reforcemos nuestro celo y compromiso para con los caminos de Dios, y que consolidemos el carácter de Dios en nuestra naturaleza. Por eso, creo, la Iglesia no se centra en las predicciones, sino en el carácter y la fidelidad. Eso es lo que típicamente oímos desde aquí, ¿verdad? ese tipo de enfoque.

De hecho, Jesús nos advierte de esto mismo:

MATEO 10:37-39 (RVA-2015) “ El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí…

Esa es una de las relaciones humanas más estrechas que existen, ¿verdad? Si existe alguna relación humana que nos lleve a hacer algo en contra de los caminos de Dios, no somos dignos de Dios.

…y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí. 38 El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí. 39 El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará.

Ninguna relación puede ser más importante. Esta es una gran exigencia por parte de Dios. Él lo quiere todo. Nada puede anteponerse. Tomar la cruz significa estar dispuesto a afrontar la pena capital. ¿Estamos dispuestos a dar la vida si es necesario? Ninguno de nosotros sabe realmente lo que haríamos en esa situación, pero eso es lo que se nos pide. Nuestra renuencia a adorar cualquier otra cosa tiene que ser férrea.

Identificar a una Bestia no nos va a ayudar en eso. Identificar un sistema corrupto no nos va a ayudar en eso. Lo único que nos va a ayudar, cuando llegue ese momento -si nos enfrentamos a ese tipo de decisiones-, es si somos absolutamente quienes debemos ser, porque ponemos en práctica lo que sabemos.

Por eso no es importante si vemos venir estas cosas o no, o si podemos identificarlas, sino si realmente somos quienes decimos ser: El pueblo de Dios que es fiel a Dios y sólo a Dios.

APOCALIPSIS 13:7-8 (RVA-2015) Y le fue permitido hacer guerra [de nuevo, hablando de la Bestia] contra los santos y vencerlos. También le fue dado poder sobre toda raza y pueblo y lengua y nación. Y le adorarán todos los habitantes sobre la tierra [esa es la cuestión, ese es el problema], cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida del Cordero, quien fue inmolado desde la fundación del mundo.

Sólo el pueblo de Dios se niega a adorar a la Bestia. Lo que nos separa del mundo es nuestro compromiso con Dios y sus caminos, no si identificamos un sistema de gobierno o políticas corruptos. Si nuestro compromiso y fidelidad son férreos-si tenemos eso- no tiene ninguna importancia quién o qué es el poder de la Bestia. No importa qué políticas vengan. Si estamos firmemente aferrados, si ese compromiso es absoluto -pasamos nuestro tiempo, nuestra vida, asegurándonos de ESTAR FIRMES más allá de lo que estas cosas sean.

¿Deberían realmente importarnos las políticas de las naciones en las que vivimos? ¿No es mucho más importante orar por que haya simplemente paz -independientemente de las políticas, independientemente de lo que ocurra- para que podamos tener más tiempo para prepararnos para el trabajo al que Dios nos ha llamado? ¿No necesitamos más tiempo para reforzar ese compromiso? A mí, desde luego, me gustaría disponer de todo el tiempo que pueda, si es que alguna vez se me presenta esta situación. Quiero todo el tiempo que pueda para asegurarme de que estos caminos forman parte de lo que yo soy.

Nuestra vida espiritual y nuestra salud se fortalecen a través de la oración, la práctica y el estar cerca de aquellos que han sido llamados al igual que nosotros. Así es como estas cosas se convierten en parte de nosotros. Es la oración, es la práctica y es estar en esta comunidad, dentro de esta comunidad, para fortalecernos unos a otros.

La otra Bestia de Apocalipsis 13 crea el mismo problema para el pueblo de Dios:

VERSÍCULOS 11-12 Y vi otra bestia que subía de la tierra. Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y hablaba como un dragón. 12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus habitantes [adviertan esto] adoren a la primera bestia [ aquí estamos de nuevo; esa es la causa, ese es el problema ], cuya herida mortal fue sanada.

Una vez más, el problema es la adoración: si uno adora a la bestia, ya no adora a Dios.

VERSICULO 15 También le fue permitido dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hablase e hiciera que fueran muertos todos los que no adoraran a la imagen de la bestia.

De nuevo, el problema no es caer presa de alguna ideología - conservadora o liberal, capitalismo o socialismo, control gubernamental o libertad personal, mandatos de máscaras o mandatos de vacunas - el asunto es adorar a Dios y sólo a Dios. Es precisamente la propuesta que Satanás le hizo a Jesús en el desierto en Mateo 4:

MATEO 4:8-10 (RVA-2015) Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria.

Así que lo pone sobre esta cumbre. Probablemente es diferente de lo que nos imaginamos, porque Él lo está viendo todo, ¿verdad? Él le está mostrando todos los reinos de la tierra.

9 Y le dijo: «Todo esto te daré si postrado me adoras».

«Eso es todo lo que tienes que hacer. No tienes que pasar por este proceso que el Padre ha creado. Yo te lo daré todo, y lo único que tienes que hacer es postrarte y adorarme». Esa es la cuestión, ¿no? Se la propone a Cristo.

10 Entonces Jesús le dijo: «¡ Vete, Satanás! Porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás».

Esta es la prueba que debemos estar preparados para afrontar, y es bastante sencilla. Es una prueba bastante sencilla, al menos en su construcción. ¿A quién adoraré? ¿A Quién le prestaré lealtad, fidelidad?

Y no es una situación de ser engañado, como si las acciones de uno significaran que uno adora algo aunque ni siquiera reconozca que lo está haciendo. No, es una elección consciente de libre albedrío. Aquí Dios no se va a andar con juegos; Él no va a permitir que uno sea engañado para que adore a la Bestia, y uno ni siquiera se dé cuenta de que lo está haciendo. Ese no es el problema. Esto va a ser una elección de libre albedrío. Dios no está jugando.

Satanás, por supuesto, es el engañador y engaña al mundo entero, pero si uno busca todas las referencias al engaño de Satanás en Apocalipsis (ese sería un buen estudio bíblico; echémosle un vistazo a eso alguna vez), es por medio de milagros y artes mágicas que la gente es llevada a adorar a la Bestia en lugar de a Dios. No es confusión sobre sistemas económicos o políticos; sino milagros. La gente creerá que la Bestia es Dios. No se trata de engañarlos para que adopten ideologías o sistemas económicos, se trata de convencer a la gente para que adore a algo que no es Dios.

Es esencialmente la misma elección que se les planteó a Adán y Eva: ¿A quién hay que creer? ¿Es Dios un mentiroso, como afirmaba Satanás? Eso es todo lo que Satanás dijo: «Dios no está siendo sincero con ustedes». No los engañó para que comieran la fruta. Dios dijo: «No lo hagan, porque esto va a suceder»; y Satanás dijo: «No, eso no va a suceder». No era cuestión de ser engañado en ese sentido; era cuestión de hacer una elección consciente. «Dios es un mentiroso; Satanás lo dice. Le creo a él antes que a Dios». ¿Es Dios un mentiroso, como dijo Satanás, o es veraz y digno de confianza? ¿A quién se va a adorar? Esa es la cuestión.

Cuando llegamos a los 144,000, vemos lo que los distingue:

APOCALIPSIS 14:1 (RVA-2015) Y miré, y he aquí el Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él estaban los ciento cuarenta y cuatro mil que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes.

Esta es una repetición, si se quiere, de Ezequiel 9:4-es exactamente lo mismo que Dios hace antes de matar a los idólatras en el libro de Ezequiel.

VERSICULOS 4-5 Estos son los que nunca se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que vaya. Estos fueron redimidos de entre los hombres, primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no se halló engaño; son sin mancha.

Ser vírgenes y sin mancha es no haber adorado a otros dioses, sino haber mostrado completa fidelidad a Dios y sólo a Dios.

VERSÍCULOS 9-10 Y siguió otro ángel, un tercero, diciendo a gran voz: “¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en la frente o en la mano, 10 él también beberá del vino del furor de Dios que ha sido vertido puro en la copa de su ira, y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero.

Repito, se trata de la adoración. ¿Con quién está su lealtad? Y entonces, es útil prepararnos, saber que si llegamos a vivir en ese tiempo, que nuestra lealtad a Dios será probada; pero esa es la prueba. Esa va a ser la prueba: nuestra fidelidad y nuestro compromiso con Dios y sólo con Dios.

La prueba no consiste en identificar correctamente quién es la Bestia, o las políticas que podrían conducir al poder de la Bestia; eso realmente no nos sirve para nada, salvo para satisfacer la curiosidad. Ciertamente, hay curiosidad por esas cosas, pero eso es realmente todo lo que eso hace por nosotros, porque la única cosa que cuenta es nuestra capacidad de permanecer fieles a Dios, y eso se logra prestando atención a hacer que el carácter de Dios sea nuestro propio carácter y acercándonos y permaneciendo cerca de Dios y de su pueblo. Esa es la única manera en que podemos lograrlo. Esa es la única manera de fortalecer este tipo de compromiso con Dios.

De nuevo, se consigue mediante el aprendizaje, la práctica y el ánimo que damos y recibimos de otros que están en el mismo barco, con la misma vocación, con el mismo llamamiento, aunque haya diferencias entre nosotros. Aunque haya diferencias entre nosotros.

Por eso, lo que más importa es nuestra vocación como pueblo de Dios, que debe trabajar para estar preparado para servir a Cristo a su regreso. Debemos habernos revestido suficientemente del carácter de Dios para enseñar a las naciones y para ser infatigables en nuestro compromiso. Ese es nuestro cometido, para el que debemos trabajar con un enfoque semejante a un láser. Lo que nos une es esa vocación y ese trabajo, esa labor. Eso es lo más importante.

Aunque no estemos unidos en todas las áreas, no debemos permitir que los asuntos no fundamentales se conviertan en una fuente de división o de sentimientos negativos hacia los demás. Satanás desea desviar nuestra atención de la meta, del balón, y especialmente sin que nos demos cuenta de que lo ha hecho. Y eso se le da muy bien. Ha estado esforzándose por hacerlo con las mismas técnicas desde los inicios de la Iglesia.

De sus escritos se desprende que el apóstol Pablo no tenía miedo a la lucha si con ello defendía a las congregaciones que Dios le había encomendado. En Galacia, los oponentes de Pablo habían enseñado en su ausencia a las congregaciones de la zona que el bautismo en el Cuerpo de Cristo no era suficiente para convertirlos plenamente en pueblo de Dios, y que debían circuncidarse y formar parte del Pacto del Sinaí para tener realmente una relación con Dios, para ser realmente los que Dios iba a utilizar en su reino. Que Cristo estableció un Nuevo Pacto que sustituyó al Pacto del Sinaí era claramente una cuestión fundamental para Pablo, y él trazó abiertamente una línea limítrofe sobre esa cuestión. No hay lugar para el desacuerdo en este asunto.

Usted puede ver su indignación sobre aquellos que habían perturbado a los Gálatas en esta área:

GALATAS 5:12 (RVA-2015) ¡Ojalá se mutilasen los que los perturban!

Es un comentario sarcástico sobre la circuncisión, con un juego de palabras de cortarse a sí mismos de Cristo con una mutilación accidental (castración). Está realmente molesto por esta situación. Esta es una cuestión de marcar los límites o de «trazar una línea en la arena» para Pablo.

Cuando se trataba de entender los Pactos, Pablo marcaba claramente una línea divisoria. No había lugar para el desacuerdo sobre los Pactos, porque eso distorsionaba la obra y el sacrificio de Cristo, y cambiaba la forma en que la gente veía su identidad. ¿Quiénes eran el pueblo del Pacto de Dios y quiénes no?

Por otra parte, Pablo reconoció que hay verdades no fundamentales sobre las que se negó a trazar un límite. Pablo reconocía que podía haber áreas en las que los individuos de la Iglesia no estuvieran de acuerdo, pero que no eran lo suficientemente importantes como para intentar forzar la unidad. En esos casos, enseñaba a tolerarse unos a otros.

Al parecer, había un problema de este tipo en Roma en la época en que se escribió el libro de Romanos. El capítulo 14 trata de ese tema. El asunto sobre el que escribe se refiere a algo que Pablo no explica de forma expresa. Nos hubiera gustado que lo hiciera, pero como ocurre con cualquier carta, un escritor no pierde el tiempo explicando lo que ambas partes ya saben. Pablo simplemente hace referencia a la situación y tanto él como el público original estaban al corriente de los detalles. En cambio, casi 2.000 años después, sólo nos queda intentar reconstruir la situación. No está absolutamente claro.

La Iglesia cree que la cuestión se centra en el ascetismo y en los conceptos de vegetarianismo y en los días que se reservan para abstenerse de comer. Pero para nuestros propósitos de hoy, quiero que nos limitemos a señalar que se trata de una cuestión en la que hay al menos dos grupos de personas en la Iglesia que tienen unos sentimientos muy intensos acerca de estas cuestiones, y que son en cierto modo cuestiones espirituales, porque están relacionadas con la fe de cada uno.

Pablo no sugiere que la cuestión no importe (no es así como él la trata), ni sugiere que cualquiera de las dos opciones sea igualmente buena. De hecho, Pablo cree que hay una perspectiva correcta, y da a conocer en esta discusión lo que él piensa que es la perspectiva correcta. Pero no exige que todos en la congregación acepten lo que él cree. Se trata de una cuestión no fundamental y no se debe permitir que cause divisiones y conflictos.

Así que, para este sermón de hoy, tratemos de ignorar el tema específico -no quiero pasar tiempo enfocándome en el tema- quiero que nos enfoquemos en cómo Pablo nos enseña a manejar tales situaciones.

La discusión realmente comienza en Romanos 12. Pablo introduce la discusión; nos enseña a convertirnos en un sacrificio vivo -estamos familiarizados con Romanos 12:2, « convertirnos en un sacrificio vivo»- y a no conformarnos a este mundo. A continuación, establece el debate haciendo hincapié en la importancia de la humildad. Ya lo habíamos visto antes, cuando hablaba de la unidad en Efesios.

ROMANOS 12:3 (RVA-2015) Digo, pues, a cada uno de ustedes por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.

Cuando las opiniones se afianzan, tendemos a descartar cualquier cosa que pueda sugerir que estamos equivocados. No tenemos que ser una persona arrogante para pensar más alto de nuestra opinión de lo que deberíamos; eso es una cosa bastante fácil y humana de hacer. Cuando pensamos que tenemos razón, ése es el proceso natural.

Pablo nos dice que nos consideremos a nosotros mismos con sobriedad, prudencia y sensatez, y que, al hacerlo, reconozcamos que todos, en mayor o menor medida, tenemos una función que desempeñar en la Iglesia.

VERSÍCULOS 4-5 Porque de la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros pero todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo pero todos somos miembros los unos de los otros.

Esta es la idea de unidad. Ninguno de nosotros es una isla espiritual; no se trata sólo de «Dios y yo». Nos necesitamos los unos a los otros, y nos pertenecemos los unos a los otros, y nos caracterizamos por formar parte de un solo cuerpo. Lo que consolida nuestra unidad es el amor genuino, que debemos desarrollar y compartir unos con otros.

VERSICULO 9 El amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y adhiriéndose a lo bueno

«Sin hipocresía» también puede entenderse en un sentido positivo como sincero o genuino, o incluso puede referirse a la actuación. «Que el amor no sea fingido». Debemos tener un amor genuino los unos por los otros, lo que significa que deseamos estar los unos con los otros; sacamos fuerzas los unos de los otros; sacamos fuerzas de las cosas por las que estamos unidos. Tenemos la misma vocación y el mismo objetivo.

VERSÍCULOS 10-13 amándose los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndose los unos a los otros; 11 no siendo perezosos en lo que requiere diligencia; siendo ardientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Estos son los rasgos que se desprenden de este amor: el honor y el respeto mutuo; alegrarse mutuamente en la esperanza (compartiendo esa esperanza común que ustedes y yo tenemos); ser pacientes en las pruebas, en la oración; ocuparse de las necesidades de los demás; mostrar hospitalidad.

Con respecto a favorecerse los unos a los otros, algunos traductores lo interpretan en el sentido de «tratar de aventajar a los demás en el respeto mutuo». Sería interesante pensar en eso: ¿tratar de sobresalir unos por encima de otros en términos de consideración y respeto, en vez de faltarnos al respeto de vez en cuando, por alguna situación?

VERSICULO 14 Bendigan a los que les persiguen; bendigan y no maldigan.

La palabra bendecir también puede traducirse simplemente «hablar bien de». Habla bien de los que te persiguen; habla bien y no los maldigas. No hables mal de ellos.

Habla bien de los que te persiguen; habla bien y no los maldigas. El contexto aquí, por supuesto, es la Iglesia, y es probable que Pablo se esté refiriendo a algunas situaciones que han surgido en la congregación en las que eso no tiene cabida, y está dando instrucciones sobre situaciones desagradables que surgen entre nosotros. Su punto es que todo termina conmigo (ese tipo de enfoque). Si alguien dice algo malo, la cosa termina en mí. No debo perpetuar ese comportamiento.

VERSÍCULO 15 Gócense con los que se gozan. Lloren con los que lloran.

Aquí vemos la instrucción de ser parte de la vida de los demás en los altos y los bajos que todos pasamos.

VERSÍCULO 16 Tengan un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos sino acomodándose a los humildes. No sean sabios en su propia opinión.

Muchas traducciones traducen la primera frase como «vivir en armonía unos con otros». La idea principal es tener cuidado con nuestras opiniones, y todos tenemos opiniones. No todas coinciden. Nuestras opiniones, cuando son diferentes de las de los demás, tienden a darnos un sentimiento de superioridad sobre los demás. De nuevo, no se trata de decir que todas las opiniones son igualmente correctas, sino de tener cuidado con la forma en que sostenemos esas opiniones y cómo las comunicamos a otras personas. Eso es importante.

VERSÍCULO 17 No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres.

Nuevamente, vemos la amonestación de estar por encima de comentarios hirientes y de la tentación de vengarse de alguien. Algo así como: «Alguien me envió un correo desagradable por algo que dije, así que voy a desquitarme». Más bien, dice, demuestren lo que es correcto ante todos, sin tener en cuenta cómo los han tratado.

VERSÍCULOS 18-21 Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres [con todos]. Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor [dejemos que Dios se encargue]. 20 Más bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien.

Pablo concluye esta sección resumiendo las instrucciones de Dios para todos nosotros: No nos dejemos arrastrar a un enfrentamiento airado con idas y vueltas; no nos dejemos arrastrar a tales cosas; más bien, optemos por responder sólo con el bien.

Debemos mantener estos principios en nuestra mente mientras continuamos siguiendo el proceso de pensamiento de Pablo que aborda a continuación: nuestra necesidad de someternos a las autoridades que nos gobiernan.

ROMANOS 13:1-2 (RVA-2015) Sométase toda persona a las autoridades superiores porque no hay autoridad que no provenga de Dios; y las que hay, por Dios han sido constituidas. Así que, el que se opone a la autoridad se opone a lo constituido por Dios; y los que se oponen recibirán condenación para sí mismos.

Mientras estas autoridades gobernantes no exijan adoración, debemos someternos a ellas -seguir sus directrices y decretos-, de lo contrario, dice Pablo, es resistir a Dios y traer su juicio sobre nosotros.

En cuanto a cosas como los mandatos de máscaras, si el gobierno los exige, la Iglesia hará lo mismo. Hacer lo contrario es resistirse a Dios.

Lo que es asombroso es que Pablo dice esto cuando Nerón es el emperador de Roma. Nerón, ¿qué saben de Nerón? Es uno de los emperadores romanos más conocidos, que infligió enormes sufrimientos a la Iglesia y mató a muchos de sus miembros. La tradición sostiene que Nerón acabaría ejecutando a Pablo.

Pablo vuelve entonces al tema del amor; amarse los unos a los otros es de lo que trata la ley.

VERSÍCULO 10 El amor no hace mal al prójimo; así que el amor es el cumplimiento de la ley.

Así es como se cumple esta parte de la ley.

Concluye esta sección diciendo que el tiempo apremia. No debemos limitarnos a hablar de estos rasgos de carácter, sino que debemos hacerlos parte de nuestro ser. Cuando pensamos en los libros del Nuevo Testamento, cuando llegamos al Apocalipsis, es como «la hora del partido», ¿verdad? Qué hemos hecho hasta el momento en que se inicia el juego, porque cuando llegue ese momento, si estamos vivos, probablemente seremos puestos a prueba.

Si lo hacemos así (si nos preparamos), no tendremos que temer lo que se profetiza en el Apocalipsis, aunque perdamos la vida. Tampoco necesitamos preocuparnos por identificar las tendencias del poder de la Bestia. Es realmente irrelevante.

VERSÍCULO 14 Más bien, vístanse del Señor Jesucristo y no hagan provisión para satisfacer los malos deseos de la carne.

Entonces llegamos a este asunto no fundamental que ha causado que los hermanos en Roma se dividan un poco. Una vez más, no nos preocupemos por el tema específico, sino simplemente observemos, más bien, que es un tema en el que los hermanos no están de acuerdo; que Pablo claramente cree que un lado tiene razón, incluso refiriéndose a sí mismo y a los que están de acuerdo con él como «los fuertes» y a los otros como «los más débiles en la fe». Sin embargo, Pablo no exige que los que considera más débiles en la fe cambien. Se trata, como hemos definido, de una cuestión no fundamental.

También es útil recordar los temas que acaba de tratar (y lo hizo a propósito, antes de abordar esta cuestión): tener una prudente opinión de uno mismo; pertenecemos al mismo cuerpo; el amor debe ser sin fingimientos; debemos esforzarnos más que los demás en mostrar respeto; debemos mantener la esperanza con los demás en las pruebas y en la oración; debemos contribuir a las necesidades de los demás; debemos ser hospitalarios; debemos hablar bien de los perseguidores; debemos alegrarnos y llorar juntos; debemos vivir en armonía; debemos ser humildes y no arrogantes; no debemos devolver los insultos; debemos vivir en paz; no debemos buscar venganza; debemos superar las malas acciones con buenas acciones; debemos estar sujetos a las autoridades; y debemos mostrar amor como cumplimiento de la ley.

Entonces, ¿cómo tratamos las diferencias no fundamentales?

ROMANOS 14:1 (RVA-2015) Reciban al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.

Recibir aquí es «hacer de alguien un íntimo amigo o tratarlo como a un miembro de la familia». Pero no lo hagan, dice, para que se corrija de su forma de pensar. Eso puede ser una tentación, ¿no? «Voy a invitar a esta persona; voy a hacerme realmente amigo para poder corregir su forma de pensar». Pablo dice que no hagamos eso.

Hay varias maneras de traducir la última frase. Es un modismo, pero literalmente es «no andar con discusiones sobre razonamientos». El asunto tiene que ver con comer y beber (especialmente vegetales) y el trato preferencial de ciertos días sobre otros-pero de nuevo, no nos desviemos del asunto. Veamos simplemente cómo tratar estas cosas.

VERSÍCULOS 3-4 El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come; porque Dios lo ha recibido.

Dios ha recibido a esta persona, así que más vale que nosotros recibamos a esta persona. Dios recibió a esta persona; esa persona está sentada en la congregación, así que más vale que ustedes y yo la recibamos.

¿Quién eres tú que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie o cae; pero será afirmado porque poderoso es el Señor para afirmarle.

Podríamos reemplazar el hecho ocurrido en Roma por las diferencias actuales a las que podríamos enfrentarnos hoy en día. No debemos adoptar la postura de que «como creo que esta persona está equivocada, voy a tener poco que ver con ella; me niego a estar cerca de esa persona; voy a mantenerme alejado de esa persona». El punto de Pablo es que Dios los ha recibido; y si Dios lo ha hecho, más nos vale.

La persona con la que no estamos de acuerdo es también sierva de Dios, como nosotros. ¿Y quiénes somos nosotros, entonces, para decidir si esa persona está de pie o cae? ¿No es esa la elección y la decisión de Dios? ¿No le corresponde a Dios hacer ese juicio? La persona con la que no estamos de acuerdo es también un siervo de Dios, así que ese es el trabajo de Dios.

Si el pensamiento de alguien está fuera de lugar -y en una cuestión no fundamental- entonces debemos dejar eso a Dios. Y eso no siempre es fácil de hacer, ¿verdad? No estamos de acuerdo con alguien, pensamos que está equivocado; no es fácil dejarlo pasar.

VERSÍCULO 6 El que hace caso del día, para el Señor lo hace. . .

Así que esta persona que está haciendo esta actividad, lo está haciendo para Dios, ¿verdad? Lo están haciendo (piensan) en adoración a Dios.

. . y el que no observa el día, para el Señor no lo observa [está tratando de agradar a Dios]. El que come para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come y da gracias a Dios.

VERSÍCULO 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Pues todos compareceremos ante el tribunal de Dios...

Ninguno de nosotros tiene un pase. Dios va a enderezar nuestras opiniones. En algunas cosas podemos tener razón. Pero tal vez en algunas cosas estemos equivocados. Y vamos a ser llamados a dar cuenta de esas cosas. Nuestro pensamiento va a ser enderezado.

Estas diferencias son cuestiones espirituales; importan, pero no son cuestiones fundamentales. No son cuestiones fundamentales. En cada caso, el que tiene opiniones diferentes cree que concuerdan con las de Dios. Por eso Pablo nos dice que en casos así, no forcemos la situación; dejémosla en manos de Dios. Si se trata de una cuestión no fundamental, no forcemos la situación. Dejemos que Dios lo resuelva; dejemos que Dios sea el juez.

Al final, todos nos presentaremos ante el tribunal de Cristo, y todo se resolverá.

VERSÍCULOS 12-13 De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta a Dios de sí mismo.

¿ Qué opinión sostenemos firmemente? Vamos a comparecer ante Dios. Si es correcta, grandioso. Si no es correcta, bueno, tenemos que comparecer ante Dios.

13 Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; más bien, determinen no poner tropiezo u obstáculo al hermano.

Eso es lo más importante. Si no es una cuestión fundamental, entonces retrocedamos un poco y no creemos un entorno difícil para los demás, y desde luego no lo utilicemos como pretexto para evitarnos unos a otros. Tenemos que reflexionar y estar unidos en lo fundamental: eso es lo más importante.

VERSÍCULOS 17-19 17porque el reino de Dios no es comida ni bebida . . .

No es máscaras y vacunas y COVID.

... sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.

Podríamos decir que el reino de Dios no son las máscaras, no son las vacunas, no es si el Foro Económico Mundial es el precursor de la Bestia, o cualquier otra de esas cosas que causan división. Una vez más, eso no quiere decir que no haya un bien o un mal en estas áreas -y creo que el liderazgo de la Iglesia ha tratado de dar ejemplo de un enfoque bíblico de estas cosas-, pero al final no son áreas en las que tenemos necesariamente que estar de acuerdo.

ROMANOS 15:1-3 (RVA-2015) Así que, los que somos más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles. . .

Así que si nos sentimos seguros de nuestra posición y pensamos, «Bueno, tal vez es esta otra persona que es un poco débil en esa área,» es nuestro trabajo y responsabilidad de sobrellevar a esa persona- tolerar a esa persona; no crear un problema.

. . . y no agradarnos a nosotros mismos. . . .

No se trata de complacernos a nosotros mismos y pensar que lo estamos haciendo todo bien.

Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación. Porque Cristo no se agradó a sí mismo; más bien, como está escrito: Las afrentas de los que te afrentaron cayeron sobre mí.

Cristo nos dio un ejemplo de cómo debemos ser ustedes y yo: Estuvo dispuesto a soportar a quienes no le veían como era, quien era. Si nuestra posición sobre cuestiones no fundamentales es correcta, entonces debemos seguir el ejemplo de Cristo.

VERSÍCULOS 5-7 Y el Dios de la perseverancia y de la exhortación [observen cómo une esta frase] les conceda que tengan el mismo sentir los unos por los otros según Cristo Jesús...

Este proceso de unidad requiere algo de perseverancia, y a veces tenemos que ser consolados en el camino.

. . . para que, unánimes y a una sola voz, glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Y ése es, en última instancia, el objetivo. Somos el pueblo de Dios, cada uno de nosotros. Somos el pueblo de Dios, y es nuestra responsabilidad llevar a cabo el trabajo al que Dios nos ha llamado. Y cuando cumplimos con nuestro trabajo -cuando nos vestimos del carácter de Dios, cuando estamos agradecidos por este llamado y nos damos cuenta de la importancia de este llamado- entonces eso glorifica a Dios.

Por tanto, recíbanse unos a otros como Cristo los recibió para la gloria de Dios.

La oración de Pablo es de perseverancia y consuelo mientras nos abrimos camino a través de diferencias difíciles, pero todo con el objetivo de glorificar a Dios. Tenemos un mismo Padre, un mismo propósito, una misma vocación. Termina con lo que empezó: recibíos los unos a los otros. Pero esta vez lo señala con más precisión. Dice: «así como Cristo nos recibió». Cristo nos ha recibido. Nos ha perdonado, ha borrado todas las cosas que hemos hecho mal, está dispuesto a incorporarnos a su cuerpo, está dispuesto a mostrarnos una misericordia increíble: nos ha recibido. ¿Y adivinen qué? No siempre tenemos el pensamiento correcto, y Él no nos ha rechazado. Seguimos sentados aquí en la congregación. Me imagino que cada uno de nosotros tiene algunas cosas de las que Dios pensaría, «Vaya, esa persona realmente necesita aprender esta lección». Todos nosotros estaríamos incluidos entre ellos. Pero Dios no nos rechaza; Él todavía nos recibe. Él va a dar tiempo, así funciona ese tipo de cosas.

Termina, de nuevo, donde empezó. Cristo nos recibió; nosotros también debemos recibir a quienes puedan ver las cosas de forma un poco distinta a la nuestra.

El hecho de que Dios nos llamara a cada uno de nosotros y nos añadiera al Cuerpo de Cristo mediante el bautismo y la imposición de manos fue y sigue siendo un increíble milagro en el que reflexionar. Todos nosotros, procedentes de diversos estilos de vida y de diversas culturas y orígenes, y hemos sido reunidos para formar parte del Cuerpo de Cristo, y nos hemos convertido en la familia de Dios. Todos somos siervos de Dios, que debemos prepararnos tanto para las duras pruebas a nuestra lealtad y fidelidad a Dios, como para incorporar el carácter de Dios a cada fibra de nuestro ser, de modo que se refleje en nosotros. No es sólo algo en lo que decimos: «Ah, sí, tengo que pensar en esto, tengo que hacerlo», sino que realmente se trata de nosotros.

Para hacerlo, tenemos necesidad los unos de los otros. Nos necesitamos unos a otros. Necesitamos unidad. Nuestra unidad no proviene de las ideas del mundo, ni siquiera de nuestras propias ideas; proviene de las instrucciones de Dios. A medida que nos alineamos con Dios, nos unimos más y más entre nosotros. Aunque ése es nuestro objetivo -una unidad completa y total con Dios y, por tanto, entre nosotros-, reconocemos que todos somos seres humanos imperfectos y que no estamos perfectamente unidos.

Creo que las creencias y prácticas fundamentales o esenciales a las que debemos estar unidos están bastante claras. Estas creencias fundamentales son las que deben unirnos, en las que debemos confiar para unirnos. Son creencias que debemos reconocer que nos unen incluso cuando hay otras cuestiones en las que surgen dificultades o desacuerdos. Son las creencias que debemos traer conscientemente al primer plano de nuestra mente cuando nos molestan otras cuestiones que tienden a dividirnos.

Satanás sabe cómo aprovechar mejor nuestras vulnerabilidades. Nos conoce muy bien. Sabe que algunos de nosotros pensamos que debemos estar completamente de acuerdo en todos los temas, y se aprovecha de ello. Utiliza esa palanca para introducir dudas y el pensamiento de que uno tiene que encontrar un grupo de personas que esté completamente de acuerdo con uno en todos los temas. Eso es una ilusión. Nunca va a suceder. Nunca va a suceder, porque somos humanos. Y estamos trabajando hacia la unidad con Dios, pero va a ser necesaria la venida de Cristo para traer la unidad total.

Satanás sabe que algunos de nosotros nos sentimos muy firmes acerca de ciertos temas que no son fundamentales. El usa esa influencia para suprimir lo que es verdaderamente fundamental y causa fricción sobre asuntos no fundamentales. Eso nos lleva a perder de vista lo que es importante para centrarnos en esas diferencias.

Pero no somos ignorantes de esas cosas. Nuestra defensa consiste simplemente en recordarnos lo que es importante. ¿Cuál es nuestra identidad, cuál es nuestra llamamiento, cuál es nuestra vocación? Si simplemente rechazamos la provocación y la tentación de la división por cuestiones no fundamentales, y nos aferramos a lo que verdaderamente nos unifica en el cuerpo de Cristo, derrotaremos a Satanás y a sus planes, y lo haremos para gloria de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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