2.4
LAS ENSEÑANZAS DE JESUCRISTO
La predicación predominante en
el cristianismo seguramente da la impresión de que el evangelio es un mensaje
únicamente sobre la vida y las enseñanzas de Jesucristo.
Pero ¿predicó Jesús sobre todo
acerca de sí mismo?
¿Predicó Jesús sólo sobre su
propia vida y su papel como Salvador del mundo y sobre lo que la gente tiene
que hacer para salvarse?
Después de que Juan el Bautista
fuera encarcelado, "Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino
de Dios y diciendo: 'El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca.
Convertíos y creed en el Evangelio" (Marcos 1:14-15).
Jesús predicó el Evangelio,
palabra cuya raíz significa buena noticia. Anunció las buenas nuevas de la
venida del Reino de Dios. Cuando la multitud de Galilea trató de impedirle que
se marchara, dijo: "Es necesario que anuncie el reino de Dios también en
las otras ciudades, porque para esto he sido enviado" (Lucas 4:43).
"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino" (Mateo 4:23). Véase más abajo el
estudio ampliado: El Evangelio.
No sólo en Galilea, sino que
Jesús iba por todas partes "predicando y anunciando el evangelio del reino
de Dios" (Lucas 8:1). Cuando las multitudes lo seguían, "los recibía
y les hablaba del reino de Dios" (Lucas 9:11).
El evangelio del reino de Dios
fue el mensaje central de las enseñanzas de Jesucristo.
En una de sus parábolas -las
historias sencillas que utilizó para explicar su mensaje- se describió a sí
mismo como un rey o gobernante que se marcha a "un país lejano" (el
cielo) y regresa a su propiedad, la tierra (Mateo 25:14-30). La parábola de los
viñadores malvados habla de Cristo como el heredero y de la viña como su
herencia (Mateo 21:38). Al concluir esta parábola, Cristo dijo a los sacerdotes
y fariseos (versículo 23): "… el reino de Dios será quitado de vosotros, y será
dado a gente [una
nación espiritual] que produzca los
frutos de él.
" (versículo 43).
Dar frutos tiene que ver con
los resultados que se producen en nuestras vidas.
Muchas veces Jesús enseñó a sus
oyentes acerca del camino de vida que conduce al reino de Dios; un ejemplo bien
conocido es el famoso Sermón del Monte (Mateo 5-7).
En lo que se conoce como las
bienaventuranzas, Él muestra algunos de los rasgos que se requieren para
heredar el reino de los cielos (Mateo 5:3-12). El término reino de los cielos
corresponde a reino de Dios, porque el reino de Dios nos viene de Dios, que
está en los cielos.
Jesús enseñó sobre el camino de
vida que conduce al Reino.
¿Significa esto que Jesús no
predicó sobre la salvación? Por supuesto que no. Sin embargo, lo que comúnmente
se enseña sobre la salvación es incompleto porque el evangelio del reino de
Dios es generalmente omitido. Lo que a menudo se malinterpreta es que el
evangelio del reino de Dios trata sobre la salvación.
El establecimiento del reino de
Dios en la tierra traerá la salvación definitiva, tanto a nivel individual como
mundial.
La Biblia revela que la
salvación es un don de Dios; no podemos ganárnosla, ni siquiera haciendo el
bien (Efesios 2:8). Pero ¿enseñó Jesús que no se nos exige nada, que
recibiríamos ese don independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer?
Jesús enseñó claramente que hay
requisitos previos para recibir el don de la salvación.
Él habló sobre la exigencia de
creer y ser bautizado (Marcos 16:16). Pero ¿en qué deben creer sus seguidores?
Marcos 1:15 nos dice: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios está
cerca [representado por Jesús, el rey del reino]. Arrepentíos y creed en el
Evangelio". Arrepentirse no es sólo tener remordimientos o sentir pena;
sino que incluye el acto de cambiar nuestra forma de vida y nuestra manera de
ver las cosas. Véase más abajo el estudio ampliado: Arrepentimiento: El
comienzo de la conversión.
A lo largo de su ministerio,
Jesús habló del reino de Dios y del camino de vida que conduce a él. Incluso
después de su resurrección, pasó cuarenta días "hablándoles acerca del
reino de Dios" (Hechos 1:3). Vea más abajo el estudio ampliado: El Reino
de Dios.
Este mensaje sobre el reino de
Dios era tan importante para Cristo que amonestó a sus seguidores a buscarlo y
a la justicia que conduce a él, como la mayor prioridad en la vida (Mateo
6:33).
Además, al hablar de las
enseñanzas de Jesucristo, tenemos que señalar lo que comúnmente pasa
desapercibido: el hecho de que Jesús nos reveló a Dios como su Padre. Vino para
hacer la voluntad del Padre (Juan 6:38) y centró nuestra atención en la
voluntad del Padre cuando dijo: "No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos" (Mateo 7:21). Nos enseñó a orar a su Padre (Mateo 6:9)
y reveló que el Padre es mayor que Él (Juan 14:28).
A la mayoría de los cristianos
se les ha hecho creer que Jesús tenía sus propias enseñanzas y que, por
implicación, a veces se oponían a las enseñanzas de su Padre. Pero Jesús
enseñó: "Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió" (Juan
7:16).
En el Sermón del Monte, Jesús
explicó: "No penséis que he venido para abrogar la
ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. (a llenar hasta el borde).
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota
ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de
estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe,
este será llamado grande en el reino de los cielos." (Mateo 5:17-19).
Jesús reveló a Dios como Padre,
centró nuestra atención en el Padre y enseñó que tenemos que obedecer los
mandamientos del Padre si queremos formar parte del reino de Dios.
EL "EVANGELIO DE
CRISTO" ¿OTRO EVANGELIO?
El apóstol Pablo advirtió que
los falsos evangelios estaban circulando en una etapa muy temprana de la
historia de la Iglesia. " Estoy
maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia
de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo." (Gálatas 1:6-7).
El evangelio de Cristo es
simplemente el evangelio que Cristo proclamó.
Como mostramos en el Módulo
1.1.3 El Evangelio, el mensaje claro de la Biblia es que Cristo predicó el
evangelio del reino de Dios y que envió a sus discípulos a predicarlo.
Es un hecho que la frase reino
de Dios se menciona muchas más veces en los relatos evangélicos (Mateo, Marcos,
Lucas y Juan) que la propia palabra evangelio.
Obviamente, la vida, muerte y
resurrección de Cristo son de vital importancia para quienes alcanzan la
salvación. Las buenas nuevas para la humanidad en el futuro, el establecimiento
del reino de Dios, se desarrollan como resultado del papel de Cristo como
Salvador.
Cuando estuvo en la tierra,
Cristo habló a la gente de ese reino venidero y dio un ejemplo perfecto de cómo
vivir la vida cristiana que conduce al reino de Dios (Mateo 6:33).
Sin embargo, una vez que Cristo
murió y resucitó, un elemento adicional pasó a formar parte del evangelio, uno
que no podía haber existido antes de su resurrección: ¡el hecho de que Cristo
había dado su vida para pagar la pena suprema por los pecados humanos!
A partir de entonces, la
predicación de las buenas nuevas se centraría también en el papel de Cristo, no
sólo como futuro Rey, sino también como Salvador.
En Pentecostés, cuando el
Espíritu Santo fue repartido a los discípulos, el primer sermón inspirado de
Pedro a los judíos reunidos en Jerusalén se centró en el sacrificio expiatorio
de Cristo y su papel como Salvador: "A este Jesús resucitó Dios, de lo
cual todos nosotros somos testigos" (Hechos 2, 32). Cuando los que eran
reprendidos preguntaron: "Varones hermanos, ¿qué haremos?". Pedro
respondió: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo" (Hechos 2, 37-38). Tres mil personas respondieron a esta llamada al
arrepentimiento que incluía un cambio de vida.
El mensaje unificado de la obra
expiatoria de Cristo y del reino de Dios queda claro en el segundo sermón de
Pedro. " Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os
fue antes anunciado, a quien de cierto
es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas
las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo. " (Hechos 3,19-21).
Este sermón visionario e
inspirado movió a cinco mil personas a creer, e ilustra cómo se predicó el
Evangelio y cómo ahora incluía a Cristo como el Mesías sufriente. La
"restauración de todas las cosas" de la que hablaba Pedro era la
esperanza del reino (aún futuro) de Dios, que Pedro dijo más tarde que era un
"reino eterno" (2 Pedro 1:11).
Una revelación completa sobre
el reino de Dios necesita mostrar cómo llegamos a formar parte de ese reino.
Las exigencias previas de arrepentirse y creer en el Evangelio, incluida la
aceptación del sacrificio expiatorio de Cristo por los pecados de la humanidad,
eran verdades que a los apóstoles no les fue posible comprender completamente
antes de la crucifixión de Cristo.
Algunos cometen el error de
enfatizar "el evangelio del reino de Dios" o "el evangelio de
Cristo" excluyendo el otro, como si fueran dos evangelios diferentes. Esto
es un grave y muy perjudicial error para la difusión del evangelio; tenemos que
entender que estos términos son la misma cosa.
El reino de Dios sólo se
alcanza a través del papel central de Cristo como Salvador; por lo tanto, el
evangelio del reino incluye este aspecto.
Previo a la muerte y
resurrección de Jesucristo aparece un énfasis diferente en las Escrituras del
Nuevo Testamento, y esto es totalmente comprensible.
Durante su ministerio humano y hasta
antes de la crucifixión, Cristo aún no había sido ofrecido por los pecados de
la humanidad. Cuando hablaba de su inminente sacrificio, ni siquiera sus
discípulos más cercanos lo entendían. Sus esperanzas estaban puestas en un
reino literal que se establecería en ese momento y allí mismo:
"Desde entonces comenzó
Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer
mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los
escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándole
aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: " Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca.".
[literalmente: sea Dios misericordioso contigo] Pero Él, volviéndose, dijo a
Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás! me eres
tropiezo, [eres
una piedra de tropiezo] , porque no pones
la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.'" (Mateo 16:21-23).
Por tanto, vemos que no era el
momento de predicar "a Cristo crucificado" -incluso por el propio
Cristo a los apóstoles- hasta que no se hubiera consumado la crucifixión.
En los capítulos restantes del
Nuevo Testamento, la frase reino de Dios sigue recibiendo un fuerte énfasis.
Sin embargo, se da mayor énfasis a la palabra evangelio, especialmente en lo
que se refiere al tema central de Cristo como Salvador a través de su
sacrificio y vida como nuestro Sumo Sacerdote.
Su poder salvador nos permite
formar parte del reino de Dios por toda la eternidad.
Después de su muerte y
resurrección, "el evangelio de Cristo" adquirió un énfasis adicional
como mensaje sobre el acceso al reino de Dios mediante la salvación a través de
la aceptación del sacrificio de Cristo.
¿QUÉ PREDICABAN LOS APÓSTOLES?
Cuando Jesucristo estaba preparando
a sus 12 discípulos, les ordenó "predicar el reino de Dios y sanar a los
enfermos" (Lucas 9:2). Más tarde nombró a otros 70 y les ordenó que
entraran en las ciudades "y sanaran allí a los enfermos, y les dijeran:
'El reino de Dios se ha acercado a vosotros'" (Lucas 10:1, 9).
Proclamar la buena nueva de la
llegada del reino de Dios era el tema central que Cristo quería que predicaran
sus discípulos.
Felipe y Pablo no fueron una
excepción. Predicaban "cosas concernientes al reino de Dios" (Hechos
8:12; 14:21-22; 19:8; 20:25; 1 Corintios 4:20). A los ayudantes de Pablo se les
llamaba "colaboradores del reino de Dios" (Colosenses 4:11).
Casi al final de su ministerio,
el apóstol Pablo pasó dos años en Roma " predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento." (Hechos 28:30-31).
Más tarde, el apóstol Pablo
escribió: "No me avergüenzo del evangelio de Cristo, porque es poder de
Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16).
La predicación de Pablo incluía
tanto el reino de Dios (Hechos 19:8; 20:25; 28:31) como "el
arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Hechos
20:21).
Cuando Pablo escribió sobre la
salvación, tenía mucho más en mente que el simple hecho de salvarse ahora. Con
una claridad de visión sólo al alcance de unos pocos, vio adónde conduce en
última instancia la aceptación del sacrificio de Cristo.
En
el famoso capítulo sobre la resurrección, expuso el evangelio con estas
palabras: "Además os declaro, hermanos, el
evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también
perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado,
sois salvos… Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…
" (1 Corintios 15:1-4).
Nótese que Pablo enfatizó que
les había entregado el evangelio que consiste en el sacrificio expiatorio y la
resurrección de Cristo. Pero Pablo no se detuvo ahí, como muchos tienden a
hacer. En el resto de este capítulo expuso no sólo a Cristo resucitado, sino
también la resurrección personal que será el medio por el cual los verdaderos
creyentes entrarán en el reino de Dios.
Escribió: "Pero esto digo,
hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta. . . . Entonces se cumplirá la palabra que
está escrita: Sorbida es la muerte en victoria" (versículos 50-54).
Como hemos visto, el evangelio
es la buena nueva que Jesucristo trajo y proclamó sobre la venida del reino de
Dios. Fue este mismo evangelio el que predicaron los apóstoles. Pero después de
la muerte y resurrección de Cristo, el mensaje del evangelio también incluyó
detalles sobre la salvación y sobre cómo entrar en el reino venidero.
La vida inmortal en el reino de
Dios es posible gracias a "la aparición de nuestro Salvador Jesucristo,
que abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del
Evangelio" (2 Timoteo 1:10).
Cuando comprendemos la unidad
del Evangelio de Cristo como Salvador y el Reino de Dios como una sola cosa,
muchas otras escrituras cobran nueva vida y significado.
Se utilizan diferentes términos
en diferentes momentos para describir el Evangelio, dependiendo del énfasis que
el escritor le dé. Pero no hay múltiples evangelios; sólo hay un evangelio.
Cristo predicó el evangelio del
reino de Dios durante su ministerio humano y envió a sus discípulos a
predicarlo. Más tarde, después de la muerte y resurrección de Cristo, se
predicó el mismo evangelio, pero ahora podían incluir el mensaje sobre su muerte
y resurrección simplemente porque para entonces ya se habían cumplido.
Puesto que es el papel de
Cristo como nuestro Salvador y Sumo Sacerdote el que hace posible que entremos
en su reino, el evangelio del reino de Dios está ahora completo. No sólo
anuncia la llegada de ese reino y lo que es, sino también cómo podemos formar
parte de él.
Cualquier evangelio que no
cumpla con estos criterios no es el evangelio que Cristo y los apóstoles
anunciaron y por lo tanto es un evangelio falso. Tales falsos evangelios traen
una maldición, no una bendición, como dijo Pablo en Gálatas 1:8-9.
La gloriosa verdad es que todo
este magnífico mensaje es un solo evangelio, y este evangelio fue el núcleo de
las enseñanzas de Jesucristo y los apóstoles.
PUNTOS ESENCIALES DE ESTE
MÓDULO
·
La
enseñanza de Jesucristo se centró en el reino de Dios y en cómo formar parte de
él.
·
El
evangelio del reino de Dios es un mensaje sobre la salvación final para la
humanidad.
·
Según
las enseñanzas de Jesús, buscar el reino de Dios y su justicia debe ser la
máxima prioridad en nuestras vidas.
·
Jesús
reveló a Dios Padre como la máxima autoridad en el reino de Dios.
·
El
"evangelio de Cristo" es el evangelio que Él predicó.
·
Los
apóstoles predicaron sobre el reino de Dios, pero después del sacrificio de
Cristo también enfatizaron el papel central de Jesucristo como Salvador.
·
Aunque
el evangelio sobre el reino de Dios tiene varios aspectos, sigue siendo un solo
evangelio.
ESTUDIO AMPLIADO
·
Jesucristo:
Ayer, hoy y mañana
·
El
Evangelio
·
El
Reino de Dios
·
La
Pascua: Dios nos ama
·
El
arrepentimiento: El principio de la conversión
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