6.1 LA ORACIÓN: HABLAR CON DIOS

 

Para quienes no creen en un Dios vivo y personal, la oración debe parecer una tarea inútil, si no insensata. Seguramente, piensan, sólo los delirantes intentarían conversar con una presencia invisible. Sin embargo, es interesante que incluso algunos ateos y agnósticos oren en situaciones difíciles o peligrosas.

Para la mayoría de las personas religiosas, orar es algo normal: la frecuencia puede depender de su grado de devoción, su afiliación religiosa o las circunstancias de la vida. Las encuestas muestran que la oración es una práctica común en muchas partes del mundo, aunque los porcentajes de personas que oran con regularidad difieren drásticamente. Las opiniones difieren sobre cómo, por qué, qué y con qué frecuencia se debe orar, pero las personas religiosas suelen considerar la oración como un componente importante de su relación con Dios.

A veces, los no creyentes dicen que la oración puede tener algún valor psicológico, quizá como forma de aliviar el estrés. Podrían pensar que es una forma de entrenamiento mental para calmarse o un sustituto del diván del psiquiatra. La psicoterapia descubrió hace tiempo que hablar de lo que tenemos en nuestra mente o "corazón" es valioso y forma parte de un tratamiento eficaz. Aunque la mayoría de los psicoterapeutas no admitirían que han asumido la antigua función pastoral del sacerdote, existen similitudes. La oración a Dios, por supuesto, no es sólo una válvula de escape para una presión insoportable, sino una conversación con el creador de la humanidad, que nos conoce muy bien a nosotros y nuestras necesidades.

¿Es la oración solamente una herramienta psicológica, un sustituto de la psicoterapia o una especie de autohipnosis?

Volveremos sobre esta cuestión más adelante. En primer lugar, consideremos por qué parece que a los hombres y mujeres modernos les resulta más difícil orar.

Incluso quienes se han criado en una familia religiosa con tradición de oración, al menos en forma de agradecimiento por la comida, suelen tener problemas hasta con eso cuando son adultos. En las sociedades cada vez más seculares, a cada vez más personas les cuesta creer que la oración tenga alguna relevancia en la vida cotidiana: no están seguras de que Dios realmente escuche y responda. En el mejor de los casos, parece que sólo pueden esperar que así sea. Para la mayoría, la oración se ha convertido en una "llamada SOS".

Quizá pensamos que es una muestra de falta de confianza en nosotros mismos admitir que necesitamos ayuda, que necesitamos hablar de las cosas con alguien. A menudo se considera que pedir ayuda es un signo de debilidad o incluso de inferioridad. Se nos dice que una de las reglas más importantes para tener éxito es decirnos a nosotros mismos: "Primero, creo en mí mismo". Como Dios se vuelve cada vez más abstracto, parece extraño comunicarse con un ser así. Véase el estudio ampliado: Módulo 1.1.1 Dios existe.

La oración es una herramienta valiosa para quienes creen que Dios realmente existe y es cercano, que se preocupa por sus hijos y que tiene poder para intervenir en la vida humana.


¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

¿Es sólo una forma de pedir a Dios ayuda e intervención? ¿Es una forma de meditación ritualista o una manera de tener experiencias místicas?

¿Es repetir sin cesar el "Padre Nuestro" o rezar el "rosario" lo que la Biblia muestra como modelo para hablar con Dios?

¿Qué enseñó Jesús sobre la costumbre de repetir constantemente una fórmula de oración? Habló contra ello diciendo: "Y al orar, no usen vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no se hagan semejantes a ellos..." (Mateo 6:7-8).

¿Qué enseña, pues, la Biblia sobre la oración?

El ejemplo de Cristo es sin duda el que hay que seguir. ¿Usó Él alguna vez un enfoque basado en un libro formal de oraciones? La Biblia nos dice lo contrario. En Juan 17 podemos leer una oración que Jesús tuvo con su Padre: Él habló con su Padre sobre las cosas que tenía en mente en forma de una conversación natural. Esto va más allá de la definición común de oración como presentarse ante Dios para "pedir, rogar, interceder, suplicar o implorar". Estas palabras describen parte del significado de la oración, pero no todo.

Nótese la siguiente cita del Manual Teológico del Antiguo Testamento:

"La doctrina bíblica de la oración... es notable por el elemento de libertad de "cualquier rastro de patetismo hueco o adulación altisonante; más bien sus marcas son una simplicidad infantil, sinceridad y confianza" hacia Yahweh... La oración bíblica es espontánea, personal, motivada por la necesidad, no condicionada por el tiempo o el lugar. Se podía acudir a Dios en cualquier lugar (Gen. XXIV) y en cualquier momento del día" ([Vriezen], Esbozo de Teología del Antiguo Testamento, p. 279). Es interesante que, en el culto de Israel, a pesar de las instrucciones detalladas para el sacrificio, no hay una liturgia fija de oración. Tenía que ser espontánea.

La oración en su sentido más amplio significa conversación, comunicación con Dios.

La columna vertebral de cualquier relación sólida podría resumirse en esta palabra: comunicación. Los buenos amigos, los matrimonios, todos los que quieren mantener buenas relaciones, encontrarán oportunidades para estar juntos y hablar entre ellos. La comunicación es algo más que informar a los demás mediante un monólogo: es la expresión de una relación.

Para establecer relaciones perdurables y de calidad, debemos tener la voluntad y la capacidad de comunicarnos.

¿Cuál es el propósito de la comunicación con Dios?

Los críticos de la oración hacen comentarios como: "¿Por qué debo informar a un Dios omnisciente de las cosas que Él ya sabe?". Si la oración no consiste en otra cosa que en pedir o informar a Dios, la pregunta es válida.

Es interesante observar que Jesús dejó muy claro en sus instrucciones sobre cómo orar que no necesitamos informar a Dios sobre nuestras necesidades para su beneficio, ". . . porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que se lo pidáis" (Mateo 6:8).

Si Dios ya conoce nuestras necesidades, ¿por qué entonces debemos orar?

¿Podría ser que necesitemos la oración como una herramienta para mantener una relación personal con Dios? Cuando oramos nos enfocamos en Dios, abrimos nuestros corazones y demostramos que nos vemos como sus hijos.

La oración es una expresión de nuestra fe en un Dios personal: por fe, hablamos con Él, que es invisible, como si lo viéramos.

Hablar las cosas con alguien a quien se considera superior es también un gesto de sumisión y subordinación; mediante la oración, reconocemos con humildad y comprensión de nuestros límites que no nos consideramos independientes de nuestro Creador. Como ya hemos dicho, no necesitamos informar a Dios de nada: queremos mostrar a nuestro Padre celestial que comprendemos nuestra necesidad de su guía en todas las cosas. Al exponerle nuestros pensamientos, le damos espacio para que intervenga. A veces Él lo hace simplemente poniendo pensamientos correctos en nuestras mentes.

Hay un principio importante implicado en este proceso. Jesús lo expresó de esta manera: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7). Dios espera que hagamos el esfuerzo de presentarnos ante Él, de demostrarle que confiamos en Él. Pedir es también una forma de mostrar respeto.

La oración es una conversación bidireccional. Nuestra parte es hablar con Dios. La parte de Dios se refiere a la forma en que Él decide responder. Véase el estudio ampliado más abajo: Módulo 4.2.1 Estudio bíblico: Escuchar a Dios.

Una lectura rápida de la Biblia revela que todos los que han deseado una buena relación con Dios se han apoyado en la comunicación con Él mediante la oración. De este modo, mantenían una conexión personal. Incluso en tiempos difíciles, a estas personas nunca les pareció que fuera extraño tomarse el tiempo para hablar con Él de forma habitual. Sabían que esto era imprescindible.

Un ejemplo es el profeta Daniel, quien se encontró en una situación que amenazaba su vida, cuando el rey decretó que estaba prohibida la oración a cualquier dios que no fuera su ídolo babilónico. "Cuando Daniel supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes." (Daniel 6:10).

Hay muchos ejemplos de personas que se tomaron el tiempo de conectar con Dios en oración. El Nuevo Testamento muestra que Jesús oraba siempre que era necesario a diferentes horas del día: "Una vez despedida la gente, subió al monte para orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo." (Mateo 14:23).

"Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba." (Marcos 1:35).

En estos casos (entre muchos otros), el concepto de conectarse y comunicarse con Dios en oración constituía un elemento primordial.


¿A QUIÉN DEBEMOS ORAR?

¿Debemos orar a uno o varios de los 5.120 santos que figuran en la lista del Foro de la Comunidad Católica? La idea subyacente aquí es que necesitamos un intercesor diferente para cada tipo de problema.

¿A quién debemos imitar en nuestras acciones, a Jesucristo o a la tradición humana?

Jesús ha dado un ejemplo muy claro de lo que debemos hacer los que le seguimos. Les dijo a sus discípulos que oraran a su Padre que está en los cielos (Mateo 6:6), como Él siempre hizo. No debemos orar a través de varios "santos" intercesores.

Más aún, debemos orar al Padre en el nombre de Jesús (Juan 16:23-24; 14:13)-esta es la razón por la que normalmente terminamos las oraciones públicas (durante una comida o en la apertura y cierre de los servicios de la Iglesia) diciendo, "en el nombre de Jesucristo."

En el Nuevo Testamento sólo se mencionan dos intercesores por nosotros: Jesús (Hebreos 7:25) y el Espíritu Santo (Romanos 8:26).


EL ENFOQUE BÁSICO

Para aquellos que quieren estar en sintonía con el Padre de la humanidad y con su Hijo, existe una amplia instrucción sobre la oración. Realmente no hay necesidad de confundirse.

Jesús dejó muy claro cuál debe ser el enfoque básico de la oración:

"Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará" (Mateo 6: 5-6).

Siguiendo las palabras de Cristo en este pasaje, la mayor parte del tiempo oraremos en privado, e incluso cuando lo hagamos ocasionalmente en público, durante las comidas o en los servicios de la iglesia, seguiremos los mismos principios de orar a Dios, ¡no para impresionar a los demás!

El enfoque básico de Jesucristo con respecto a su Padre también se expresa en Juan 5:30: " o no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo porque no busco la voluntad mía sino la voluntad del que me envió." La oración que es aceptable a Dios definitivamente no es una constante súplica por nuestro propio beneficio o nuestros deseos.

La oración es una de las formas más importantes para conocer la voluntad de Dios (el estudio diligente de la Biblia es otra).

Como muestra el pasaje de Mateo 6, Dios busca sinceridad, apertura, gratitud, preocupación por los demás, fe en la venida de su Reino y un espíritu perdonador (versículos 7-14).

Si nos presentamos ante Dios en oración, debemos hacerlo con fe y confianza en que Él está ahí y responderá (Hebreos 11:6). No sabemos cómo ni cuándo responderá Dios, pero desea que nos acerquemos a Él sin dudar de que Él lo puede todo (Santiago 1:6).

¿Aceptaremos sólo el "sí" como respuesta? ¿No ha respondido también Dios cuando dice "No" o "Espera"?


¿CÓMO ORAMOS?

Como ya se ha dicho, Jesús nos instruyó para que oráramos al Padre personalmente y en privado. Pero ¿tenemos que llevar ropa especial, un sombrero, un chal de oración tal vez? ¿Existen normas bíblicas exactas?

No encontramos ninguna norma exacta en la Biblia, pero hay algunos ejemplos relevantes que podemos seguir. En Juan 4:24 Jesús explica que debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad. La apariencia externa no es lo primordial. La forma en que oramos puede depender de nuestras circunstancias y, por lo tanto, puede diferir de una persona a otra. Pero siempre debemos ser conscientes de a quién nos dirigimos.

La manera más habitual y adecuada de mostrar respeto a Dios en la oración es, por supuesto, arrodillándose. Ya hemos visto que esto debe hacerse sobre todo en privado. Representa la humildad y la sumisión debidas a nuestro Padre, que no concederíamos a nadie más. Inclinarse ante los ídolos está prohibido por el Segundo Mandamiento (Éxodo 20:5). Caer de rodillas e inclinarse debe reservarse para mostrar reverencia a Dios Todopoderoso (Salmo 95:6; Daniel 6:10). Las personas justas que dieron un ejemplo de santidad se negaron a postrarse ante los ídolos, pues conocían la inutilidad de tal comportamiento (Daniel 3:4-6, 12; Isaías 44:17).

En una situación de gran desesperación, vemos que Cristo incluso se postró sobre su rostro cuando oraba a su padre (Mateo 26:39).

Más importante que la apariencia externa, siempre que sea respetuosa, es el contenido de nuestras oraciones.


EL ESQUEMA DE LA ORACIÓN DE MATEO 6: 9-13

Algunos preguntarán sin duda: "Pero ¿no nos presentó Jesús el 'Padre Nuestro'"? Lo interesante es que el término no se encuentra en ninguna parte del propio texto. Jesús nunca lo utilizó; fue añadido posteriormente como título de una sección por quienes organizaron la Biblia en forma de versículos.

Una lectura atenta de todo el pasaje de Mateo 6:9-13, tradicionalmente llamado "El Padre Nuestro", sugiere que se trata de un esquema. Comienza en el versículo 9 con " Ustedes, pues, oren así…". En otras palabras, Jesús dio a sus seguidores una plantilla para que pudieran enmarcar adecuadamente su comunicación con Dios.

Jesús instruyó a sus discípulos a orar "así" o "de esta manera". El llamado "Padre Nuestro" no debe usarse de manera repetitiva.

El orden de los temas

La secuencia en el esquema de la oración de Jesús centra nuestra atención en dos áreas. Una es relativa a Dios y la otra a los seres humanos.

La psicoterapia ha descubierto lo que Dios introdujo hace mucho tiempo: la manera más eficaz de salir de problemas mentales profundos es apartar nuestros pensamientos de nuestros problemas personales. De lo contrario, permanecemos cautivos dentro de nuestras propias mentes y nuestros pensamientos giran constantemente en torno a nuestras dificultades personales; es como estar hipnotizados por el problema. El esquema de la oración de Jesús comienza abordando cuestiones que nos orientan hacia la solución de todos nuestros problemas. Primero debemos dirigirnos a Dios, nuestro Padre que está en los cielos.

Sección 1: Lo relativo a Dios

En el capítulo 6 de Mateo (RVA 2015), se nos enseña a orar lo siguiente con nuestras propias palabras:

9 "Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre"

10 "Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra ".

En primer lugar, debemos rendir respeto a Dios como Padre de todo. Esto nos anima a enfocarnos, especialmente en tiempos de problemas. Cuando nos enfocamos en su nombre todopoderoso y le rendimos respeto ("santificar" su nombre) nuestro pequeño mundo cambia. Se abre una nueva dimensión.

Muchos de los salmos son, de hecho, oraciones, y a menudo comienzan glorificando a Dios (Salmo 8; Salmo 90).

En esta sección de nuestras oraciones, también rendimos respeto a Dios dándole gracias por todo lo que ya ha hecho por nosotros (Salmo 103).

Una de las principales razones por las que Jesucristo vino a esta tierra fue para proclamar la venida del Reino de Dios y a eso mismo envió a sus discípulos. La proclamación de este mensaje sigue siendo una parte central del trabajo de la Iglesia de Dios. Véase el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.1.5 El Reino de Dios y Módulo 1.1.7 El Evangelio y la obra de la Iglesia.

Por lo tanto, debemos mantenernos enfocados en la obra de Dios hasta que un día (cuando se establezca el reino) el propósito de Dios se cumpla en la tierra como en el cielo. Debemos orar por el progreso de la predicación de las buenas nuevas de la venida del reino de Dios, así como procurar la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Orar por estas cosas añadirá visión y perspectiva a nuestras vidas.

Sección 2: Lo relativo a las necesidades humanas

En una conversación personal, por supuesto que hay lugar para asuntos y necesidades personales. Esta sección en Mateo 6:11-13 comienza con:

11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

El texto implica que debemos orar todos los días. Con la partícula plural "nos" se indica que nuestras oraciones no deben ser egoístas y sólo para nuestras preocupaciones individuales. Aunque Dios sabe que necesitamos sustento físico a diario, al orar por ello se nos recuerda que Dios es la fuente de nuestra vida. No debemos dar por sentado que Dios sustenta nuestras vidas.

Jesús muestra en Mateo 4:4 que similar a nuestra necesidad de alimento físico es nuestra necesidad de alimento espiritual. Jesús se describió a sí mismo en lenguaje figurado como el "pan de vida" (Juan 6:48), por lo que también existe una dimensión espiritual en la que podemos concentrar nuestra atención.

El motivo de esta sección de la oración no es preocuparnos por nuestras vidas: Jesús se opuso rotundamente a ello más adelante en el capítulo (véase Mateo 6:25-31). Una vez más, como en la primera sección del esquema de oración, nuestra atención se dirige a nuestro Padre, el sustentador de toda vida. A continuación, en la oración modelo, se nos dice que pidamos perdón:

12 Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Nuestras deudas con Dios son nuestros pecados. Nuestros pecados son la fuente de muchos problemas en nuestras vidas. Si son perdonados, nuestro historial queda limpio y podemos tener un nuevo comienzo. Vea el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.4.1 Arrepentimiento: El comienzo de la conversión.

Arrastrar la carga de la culpa nos impide tener una visión positiva de la vida y es causa de muchos trastornos mentales. Cuando estemos dispuestos a cambiar (arrepentirnos), acudir a Dios y pedirle perdón, entonces Él nos quitará la culpa (1 Juan 1:8-9). Pero observe que aquí se menciona otro requisito previo: También debemos perdonar a los demás.

Aquí se nos recuerda un aspecto muy importante de la paz en nuestras vidas. Su importancia es tal que Jesús repitió el mandato de perdonar en los versículos 14 y 15.

Una vez más, la partícula plural "nos" nos recuerda que debemos orar por los demás (véase un ejemplo en Daniel 9:4-6). Cristo incluso nos dice que oremos por nuestros enemigos (Mateo 5:44).

Por supuesto, hay mucho más que aprender sobre la conexión entre el sacrificio de Cristo y nuestro perdón. Vea el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.4.3 Bautismo: Empezar de cero.

La oración modelo continúa:

13 Y no nos metas en tentación, [en otras traducciones se lee "en la prueba"], más líbranos del mal [en otras traducciones se lee "del maligno"].

Debemos pedir protección ante situaciones en las que sería fácil caer en el pecado. En sentido amplio, el versículo podría referirse también a los tiempos de prueba que acechan al mundo entero. Por supuesto, no es que Dios nos haga caer en la tentación, porque Él no tienta a nadie (Santiago 1:13). Es Satanás, el adversario de la humanidad, quien nos tienta (Mateo 4:3; 1 Tesalonicenses 3:5) y quien ha engañado al mundo entero (Apocalipsis 12:9).

Hemos señalado que una traducción alternativa es "rescatarnos del maligno". Hoy en día poca gente cree en la existencia de tal ser. En general, la maldad no se considera un ser personal. Por eso es muy fácil para Satanás tentar y engañar a la gente. Tenemos que ser conscientes de que este ser maligno actúa emitiendo malos pensamientos y emociones (Efesios 2:2 nos dice que es "el príncipe de la potestad del aire"). También se le describe como el "Dios de este mundo" (2 Corintios 4:4). Sólo Dios puede defendernos contra este ser poderoso y es preciso que le pidamos ayuda. Ver estudio ampliado más abajo: Módulo 2.(1.2.3).2 Satanás el Diablo.

Esta parte del modelo de oración nos recuerda los peligros a los que nos enfrentamos diariamente y cómo podemos ser rescatados.

Completando el Esquema

La versión Reina Valera y otras, tienen una adición al versículo 13:

"Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén".

Los comentarios explican que este versículo no se encuentra en los manuscritos más antiguos. No se trata aquí de decidir si estas palabras forman parte del texto original, sino de señalar que es muy apropiado terminar la oración de una manera positiva, alentadora y fortalecedora. Terminamos de la misma manera que empezamos, rindiendo homenaje a la gloria y al poder de nuestro Padre celestial.

El esquema de oración que nos dio Jesucristo nos proporciona un buen marco sobre qué orar. Si lo utilizamos, siempre tendremos material suficiente para mantener una valiosa conversación con nuestro Padre.

Por supuesto, no estamos limitados a este esquema. Simplemente nos proporciona un orden significativo de cosas sobre las que orar.

Aunque la Biblia contiene orientaciones adicionales sobre el tema de la oración, ya podemos ver que ésta es una verdadera comunicación en tiempo real con Dios. Es una conversación que puede ser poderosa y útil, especialmente cuando combinamos la oración con otros elementos que conforman una relación correcta con Él. El resultado final es que nuestras oraciones producirán resultados positivos.


PREREQUISITOS

¿Existe algún requisito previo que sea necesario para que Dios escuche nuestras oraciones?

Si no creemos que Dios realmente puede intervenir, nuestras oraciones no podrán ser escuchadas (Marcos 11:24; Hebreos 11:6; Santiago 1:6-7; 5:15). Tenemos que estar dispuestos a aceptar la respuesta "no" o "espera", como se ha explicado antes.

Lo que pedimos a Dios tiene que estar de acuerdo con su voluntad; ésta es una actitud básica para cualquier contacto exitoso con Dios (1 Juan 5:14; Juan 5:30).

El apóstol Juan recoge además las palabras de un hombre a quien Jesús devolvió la vista: "Todos sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino a todo el que le adora y le obedece" (Juan 9:31; Versión del Nuevo Siglo). Juan nos dice: "y cualquier cosa que pidamos la recibiremos de él porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él." (1 Juan 3: 22). El apóstol Pedro escribe: "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 Pedro 3:12).

Esto significa que tenemos que poner nuestras vidas en consonancia con el estilo de vida de Dios, y si nos hemos alejado tenemos que dar media vuelta y volver a Él. Nunca es demasiado tarde para actuar. Si nos damos cuenta de lo que es necesario, tenemos que actuar en consecuencia.

Puede que le sorprenda la cantidad de información que ofrece la Biblia sobre el tema de la oración. Lo más probable es que sea distinto de lo que usted ha oído antes.

Le animamos a que empiece a desarrollar desde ahora el hábito de la oración significativa y esperamos que esta lección le haya proporcionado la ayuda necesaria para ello.

 

PUNTOS ESENCIALES DE ESTE MÓDULO:

·         Las buenas relaciones dependen de la calidad de la comunicación.

·         La oración es comunicación y conversación con Dios.

·         La oración es una expresión de fe en el Dios vivo.

·         La repetición ritual no es la forma bíblica de oración.

·         "El Padre Nuestro" es un esquema o marco.

·         Hay requisitos previos para que Dios escuche.

·         El "sí" no es la única respuesta a la oración.

·         Muchos ejemplos bíblicos demuestran que Dios interviene en respuesta a la oración.

 

ESTUDIO AMPLIADO

·         Dios existe

·         El Reino de Dios

·         El Evangelio y la obra de la Iglesia

·         El arrepentimiento: El inicio de la conversión

·         El bautismo: Empezar de cero

·         Satanás, el diablo

·         Estudio bíblico: Escuchar a Dios

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