6.1 LA ORACIÓN: HABLAR CON DIOS
Para quienes no creen en un
Dios vivo y personal, la oración debe parecer una tarea inútil, si no
insensata. Seguramente, piensan, sólo los delirantes intentarían conversar con
una presencia invisible. Sin embargo, es interesante que incluso algunos ateos
y agnósticos oren en situaciones difíciles o peligrosas.
Para la mayoría de las personas
religiosas, orar es algo normal: la frecuencia puede depender de su grado de
devoción, su afiliación religiosa o las circunstancias de la vida. Las
encuestas muestran que la oración es una práctica común en muchas partes del
mundo, aunque los porcentajes de personas que oran con regularidad difieren
drásticamente. Las opiniones difieren sobre cómo, por qué, qué y con qué
frecuencia se debe orar, pero las personas religiosas suelen considerar la
oración como un componente importante de su relación con Dios.
A veces, los no creyentes dicen
que la oración puede tener algún valor psicológico, quizá como forma de aliviar
el estrés. Podrían pensar que es una forma de entrenamiento mental para
calmarse o un sustituto del diván del psiquiatra. La psicoterapia descubrió
hace tiempo que hablar de lo que tenemos en nuestra mente o "corazón"
es valioso y forma parte de un tratamiento eficaz. Aunque la mayoría de los
psicoterapeutas no admitirían que han asumido la antigua función pastoral del
sacerdote, existen similitudes. La oración a Dios, por supuesto, no es sólo una
válvula de escape para una presión insoportable, sino una conversación con el
creador de la humanidad, que nos conoce muy bien a nosotros y nuestras necesidades.
¿Es la oración solamente una
herramienta psicológica, un sustituto de la psicoterapia o una especie de
autohipnosis?
Volveremos sobre esta cuestión
más adelante. En primer lugar, consideremos por qué parece que a los hombres y
mujeres modernos les resulta más difícil orar.
Incluso quienes se han criado
en una familia religiosa con tradición de oración, al menos en forma de
agradecimiento por la comida, suelen tener problemas hasta con eso cuando son
adultos. En las sociedades cada vez más seculares, a cada vez más personas les
cuesta creer que la oración tenga alguna relevancia en la vida cotidiana: no
están seguras de que Dios realmente escuche y responda. En el mejor de los
casos, parece que sólo pueden esperar que así sea. Para la mayoría, la oración
se ha convertido en una "llamada SOS".
Quizá pensamos que es una
muestra de falta de confianza en nosotros mismos admitir que necesitamos ayuda,
que necesitamos hablar de las cosas con alguien. A menudo se considera que
pedir ayuda es un signo de debilidad o incluso de inferioridad. Se nos dice que
una de las reglas más importantes para tener éxito es decirnos a nosotros
mismos: "Primero, creo en mí mismo". Como Dios se vuelve cada vez más
abstracto, parece extraño comunicarse con un ser así. Véase el estudio
ampliado: Módulo 1.1.1 Dios existe.
La oración es una herramienta
valiosa para quienes creen que Dios realmente existe y es cercano, que se
preocupa por sus hijos y que tiene poder para intervenir en la vida humana.
¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
¿Es sólo una forma de pedir a
Dios ayuda e intervención? ¿Es una forma de meditación ritualista o una manera
de tener experiencias místicas?
¿Es repetir sin cesar el
"Padre Nuestro" o rezar el "rosario" lo que la Biblia
muestra como modelo para hablar con Dios?
¿Qué enseñó Jesús sobre la
costumbre de repetir constantemente una fórmula de oración? Habló contra ello
diciendo: "Y al orar, no
usen vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su
palabrería. Por tanto, no se hagan semejantes a ellos..." (Mateo 6:7-8).
¿Qué enseña, pues, la Biblia
sobre la oración?
El ejemplo de Cristo es sin
duda el que hay que seguir. ¿Usó Él alguna vez un enfoque basado en un libro
formal de oraciones? La Biblia nos dice lo contrario. En Juan 17 podemos leer
una oración que Jesús tuvo con su Padre: Él habló con su Padre sobre las cosas
que tenía en mente en forma de una conversación natural. Esto va más allá de la
definición común de oración como presentarse ante Dios para "pedir, rogar,
interceder, suplicar o implorar". Estas palabras describen parte del
significado de la oración, pero no todo.
Nótese la siguiente cita del
Manual Teológico del Antiguo Testamento:
"La doctrina bíblica de la
oración... es notable por el elemento de libertad de "cualquier rastro de
patetismo hueco o adulación altisonante; más bien sus marcas son una
simplicidad infantil, sinceridad y confianza" hacia Yahweh... La oración
bíblica es espontánea, personal, motivada por la necesidad, no condicionada por
el tiempo o el lugar. Se podía acudir a Dios en cualquier lugar (Gen. XXIV) y
en cualquier momento del día" ([Vriezen], Esbozo de Teología del Antiguo
Testamento, p. 279). Es interesante que, en el culto de Israel, a pesar de las
instrucciones detalladas para el sacrificio, no hay una liturgia fija de
oración. Tenía que ser espontánea.
La oración en su sentido más amplio
significa conversación, comunicación con Dios.
La columna vertebral de
cualquier relación sólida podría resumirse en esta palabra: comunicación. Los
buenos amigos, los matrimonios, todos los que quieren mantener buenas
relaciones, encontrarán oportunidades para estar juntos y hablar entre ellos.
La comunicación es algo más que informar a los demás mediante un monólogo: es
la expresión de una relación.
Para establecer relaciones
perdurables y de calidad, debemos tener la voluntad y la capacidad de
comunicarnos.
¿Cuál es el propósito de la
comunicación con Dios?
Los críticos de la oración
hacen comentarios como: "¿Por qué debo informar a un Dios omnisciente de
las cosas que Él ya sabe?". Si la oración no consiste en otra cosa que en
pedir o informar a Dios, la pregunta es válida.
Es interesante observar que
Jesús dejó muy claro en sus instrucciones sobre cómo orar que no necesitamos
informar a Dios sobre nuestras necesidades para su beneficio, ". . .
porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que se lo pidáis"
(Mateo 6:8).
Si Dios ya conoce nuestras
necesidades, ¿por qué entonces debemos orar?
¿Podría ser que necesitemos la
oración como una herramienta para mantener una relación personal con Dios?
Cuando oramos nos enfocamos en Dios, abrimos nuestros corazones y demostramos
que nos vemos como sus hijos.
La oración es una expresión de
nuestra fe en un Dios personal: por fe, hablamos con Él, que es invisible, como
si lo viéramos.
Hablar las cosas con alguien a
quien se considera superior es también un gesto de sumisión y subordinación;
mediante la oración, reconocemos con humildad y comprensión de nuestros límites
que no nos consideramos independientes de nuestro Creador. Como ya hemos dicho,
no necesitamos informar a Dios de nada: queremos mostrar a nuestro Padre
celestial que comprendemos nuestra necesidad de su guía en todas las cosas. Al
exponerle nuestros pensamientos, le damos espacio para que intervenga. A veces
Él lo hace simplemente poniendo pensamientos correctos en nuestras mentes.
Hay un principio importante
implicado en este proceso. Jesús lo expresó de esta manera: "Pedid, y se
os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7). Dios
espera que hagamos el esfuerzo de presentarnos ante Él, de demostrarle que
confiamos en Él. Pedir es también una forma de mostrar respeto.
La oración es una conversación
bidireccional. Nuestra parte es hablar con Dios. La parte de Dios se refiere a
la forma en que Él decide responder. Véase el estudio ampliado más abajo:
Módulo 4.2.1 Estudio bíblico: Escuchar a Dios.
Una lectura rápida de la Biblia
revela que todos los que han deseado una buena relación con Dios se han apoyado
en la comunicación con Él mediante la oración. De este modo, mantenían una
conexión personal. Incluso en tiempos difíciles, a estas personas nunca les
pareció que fuera extraño tomarse el tiempo para hablar con Él de forma
habitual. Sabían que esto era imprescindible.
Un ejemplo es el profeta
Daniel, quien se encontró en una situación que amenazaba su vida, cuando el rey
decretó que estaba prohibida la oración a cualquier dios que no fuera su ídolo
babilónico. "Cuando Daniel
supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su
cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y
oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes." (Daniel 6:10).
Hay muchos ejemplos de personas
que se tomaron el tiempo de conectar con Dios en oración. El Nuevo Testamento
muestra que Jesús oraba siempre que era necesario a diferentes horas del día:
"Una vez despedida la gente, subió al
monte para orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo." (Mateo 14:23).
"Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de
noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba." (Marcos 1:35).
En estos casos (entre muchos
otros), el concepto de conectarse y comunicarse con Dios en oración constituía
un elemento primordial.
¿A QUIÉN DEBEMOS ORAR?
¿Debemos orar a uno o varios de
los 5.120 santos que figuran en la lista del Foro de la Comunidad Católica? La
idea subyacente aquí es que necesitamos un intercesor diferente para cada tipo
de problema.
¿A quién debemos imitar en
nuestras acciones, a Jesucristo o a la tradición humana?
Jesús ha dado un ejemplo muy
claro de lo que debemos hacer los que le seguimos. Les dijo a sus discípulos
que oraran a su Padre que está en los cielos (Mateo 6:6), como Él siempre hizo.
No debemos orar a través de varios "santos" intercesores.
Más aún, debemos orar al Padre
en el nombre de Jesús (Juan 16:23-24; 14:13)-esta es la razón por la que
normalmente terminamos las oraciones públicas (durante una comida o en la
apertura y cierre de los servicios de la Iglesia) diciendo, "en el nombre
de Jesucristo."
En el Nuevo Testamento sólo se
mencionan dos intercesores por nosotros: Jesús (Hebreos 7:25) y el Espíritu
Santo (Romanos 8:26).
EL ENFOQUE BÁSICO
Para aquellos que quieren estar
en sintonía con el Padre de la humanidad y con su Hijo, existe una amplia instrucción
sobre la oración. Realmente no hay necesidad de confundirse.
Jesús dejó muy claro cuál debe
ser el enfoque básico de la oración:
"Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas,
que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser
vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. 6 Pero
tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará" (Mateo 6: 5-6).
Siguiendo las palabras de
Cristo en este pasaje, la mayor parte del tiempo oraremos en privado, e incluso
cuando lo hagamos ocasionalmente en público, durante las comidas o en los
servicios de la iglesia, seguiremos los mismos principios de orar a Dios, ¡no
para impresionar a los demás!
El enfoque básico de Jesucristo
con respecto a su Padre también se expresa en Juan 5:30: " o no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo,
juzgo; y mi juicio es justo porque no busco la voluntad mía sino la voluntad
del que me envió."
La oración que es aceptable a Dios definitivamente no es una constante súplica por
nuestro propio beneficio o nuestros deseos.
La oración es una de las formas
más importantes para conocer la voluntad de Dios (el estudio diligente de la
Biblia es otra).
Como muestra el pasaje de Mateo
6, Dios busca sinceridad, apertura, gratitud, preocupación por los demás, fe en
la venida de su Reino y un espíritu perdonador (versículos 7-14).
Si nos presentamos ante Dios en
oración, debemos hacerlo con fe y confianza en que Él está ahí y responderá
(Hebreos 11:6). No sabemos cómo ni cuándo responderá Dios, pero desea que nos
acerquemos a Él sin dudar de que Él lo puede todo (Santiago 1:6).
¿Aceptaremos sólo el
"sí" como respuesta? ¿No ha respondido también Dios cuando dice
"No" o "Espera"?
¿CÓMO ORAMOS?
Como ya se ha dicho, Jesús nos
instruyó para que oráramos al Padre personalmente y en privado. Pero ¿tenemos
que llevar ropa especial, un sombrero, un chal de oración tal vez? ¿Existen
normas bíblicas exactas?
No encontramos ninguna norma
exacta en la Biblia, pero hay algunos ejemplos relevantes que podemos seguir.
En Juan 4:24 Jesús explica que debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad.
La apariencia externa no es lo primordial. La forma en que oramos puede
depender de nuestras circunstancias y, por lo tanto, puede diferir de una
persona a otra. Pero siempre debemos ser conscientes de a quién nos dirigimos.
La manera más habitual y
adecuada de mostrar respeto a Dios en la oración es, por supuesto,
arrodillándose. Ya hemos visto que esto debe hacerse sobre todo en privado.
Representa la humildad y la sumisión debidas a nuestro Padre, que no
concederíamos a nadie más. Inclinarse ante los ídolos está prohibido por el
Segundo Mandamiento (Éxodo 20:5). Caer de rodillas e inclinarse debe reservarse
para mostrar reverencia a Dios Todopoderoso (Salmo 95:6; Daniel 6:10). Las
personas justas que dieron un ejemplo de santidad se negaron a postrarse ante
los ídolos, pues conocían la inutilidad de tal comportamiento (Daniel 3:4-6,
12; Isaías 44:17).
En una situación de gran
desesperación, vemos que Cristo incluso se postró sobre su rostro cuando oraba
a su padre (Mateo 26:39).
Más importante que la
apariencia externa, siempre que sea respetuosa, es el contenido de nuestras
oraciones.
EL ESQUEMA DE LA ORACIÓN DE
MATEO 6: 9-13
Algunos preguntarán sin duda:
"Pero ¿no nos presentó Jesús el 'Padre Nuestro'"? Lo interesante es
que el término no se encuentra en ninguna parte del propio texto. Jesús nunca
lo utilizó; fue añadido posteriormente como título de una sección por quienes organizaron
la Biblia en forma de versículos.
Una lectura atenta de todo el
pasaje de Mateo 6:9-13, tradicionalmente llamado "El Padre Nuestro",
sugiere que se trata de un esquema. Comienza en el versículo 9 con " Ustedes, pues, oren así…". En otras palabras,
Jesús dio a sus seguidores una plantilla para que pudieran enmarcar
adecuadamente su comunicación con Dios.
Jesús instruyó a sus discípulos
a orar "así" o "de esta manera". El llamado "Padre
Nuestro" no debe usarse de manera repetitiva.
El orden de los temas
La secuencia en el esquema de
la oración de Jesús centra nuestra atención en dos áreas. Una es relativa a
Dios y la otra a los seres humanos.
La psicoterapia ha descubierto
lo que Dios introdujo hace mucho tiempo: la manera más eficaz de salir de
problemas mentales profundos es apartar nuestros pensamientos de nuestros
problemas personales. De lo contrario, permanecemos cautivos dentro de nuestras
propias mentes y nuestros pensamientos giran constantemente en torno a nuestras
dificultades personales; es como estar hipnotizados por el problema. El esquema
de la oración de Jesús comienza abordando cuestiones que nos orientan hacia la
solución de todos nuestros problemas. Primero debemos dirigirnos a Dios,
nuestro Padre que está en los cielos.
Sección 1: Lo relativo a Dios
En el capítulo 6 de Mateo (RVA
2015), se nos enseña a orar lo siguiente con nuestras propias palabras:
9 "Padre nuestro que estás
en los cielos: Santificado sea tu nombre"
10 "Venga tu reino, sea
hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra ".
En primer lugar, debemos rendir
respeto a Dios como Padre de todo. Esto nos anima a enfocarnos, especialmente
en tiempos de problemas. Cuando nos enfocamos en su nombre todopoderoso y le
rendimos respeto ("santificar" su nombre) nuestro pequeño mundo
cambia. Se abre una nueva dimensión.
Muchos de los salmos son, de
hecho, oraciones, y a menudo comienzan glorificando a Dios (Salmo 8; Salmo 90).
En esta sección de nuestras
oraciones, también rendimos respeto a Dios dándole gracias por todo lo que ya
ha hecho por nosotros (Salmo 103).
Una de las principales razones
por las que Jesucristo vino a esta tierra fue para proclamar la venida del
Reino de Dios y a eso mismo envió a sus discípulos. La proclamación de este
mensaje sigue siendo una parte central del trabajo de la Iglesia de Dios. Véase
el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.1.5 El Reino de Dios y Módulo 1.1.7 El
Evangelio y la obra de la Iglesia.
Por lo tanto, debemos
mantenernos enfocados en la obra de Dios hasta que un día (cuando se establezca
el reino) el propósito de Dios se cumpla en la tierra como en el cielo. Debemos
orar por el progreso de la predicación de las buenas nuevas de la venida del
reino de Dios, así como procurar la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Orar por estas cosas añadirá
visión y perspectiva a nuestras vidas.
Sección 2: Lo relativo a las
necesidades humanas
En una conversación personal,
por supuesto que hay lugar para asuntos y necesidades personales. Esta sección
en Mateo 6:11-13 comienza con:
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo
hoy.
El texto implica que debemos
orar todos los días. Con la partícula plural "nos" se indica que
nuestras oraciones no deben ser egoístas y sólo para nuestras preocupaciones
individuales. Aunque Dios sabe que necesitamos sustento físico a diario, al
orar por ello se nos recuerda que Dios es la fuente de nuestra vida. No debemos
dar por sentado que Dios sustenta nuestras vidas.
Jesús muestra en Mateo 4:4 que
similar a nuestra necesidad de alimento físico es nuestra necesidad de alimento
espiritual. Jesús se describió a sí mismo en lenguaje figurado como el
"pan de vida" (Juan 6:48), por lo que también existe una dimensión
espiritual en la que podemos concentrar nuestra atención.
El motivo de esta sección de la
oración no es preocuparnos por nuestras vidas: Jesús se opuso rotundamente a
ello más adelante en el capítulo (véase Mateo 6:25-31). Una vez más, como en la
primera sección del esquema de oración, nuestra atención se dirige a nuestro
Padre, el sustentador de toda vida. A continuación, en la oración modelo, se
nos dice que pidamos perdón:
12 Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Nuestras deudas con Dios son
nuestros pecados. Nuestros pecados son la fuente de muchos problemas en
nuestras vidas. Si son perdonados, nuestro historial queda limpio y podemos
tener un nuevo comienzo. Vea el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.4.1 Arrepentimiento:
El comienzo de la conversión.
Arrastrar la carga de la culpa
nos impide tener una visión positiva de la vida y es causa de muchos trastornos
mentales. Cuando estemos dispuestos a cambiar (arrepentirnos), acudir a Dios y
pedirle perdón, entonces Él nos quitará la culpa (1 Juan 1:8-9). Pero observe
que aquí se menciona otro requisito previo: También debemos perdonar a los
demás.
Aquí se nos recuerda un aspecto
muy importante de la paz en nuestras vidas. Su importancia es tal que Jesús
repitió el mandato de perdonar en los versículos 14 y 15.
Una vez más, la partícula plural
"nos" nos recuerda que debemos orar por los demás (véase un ejemplo
en Daniel 9:4-6). Cristo incluso nos dice que oremos por nuestros enemigos
(Mateo 5:44).
Por supuesto, hay mucho más que
aprender sobre la conexión entre el sacrificio de Cristo y nuestro perdón. Vea
el estudio ampliado más abajo: Módulo 1.4.3 Bautismo: Empezar de cero.
La oración modelo continúa:
13 Y no nos metas en tentación, [en otras traducciones se lee
"en la prueba"], más líbranos del mal [en otras traducciones se lee
"del maligno"].
Debemos pedir protección ante
situaciones en las que sería fácil caer en el pecado. En sentido amplio, el
versículo podría referirse también a los tiempos de prueba que acechan al mundo
entero. Por supuesto, no es que Dios nos haga caer en la tentación, porque Él
no tienta a nadie (Santiago 1:13). Es Satanás, el adversario de la humanidad,
quien nos tienta (Mateo 4:3; 1 Tesalonicenses 3:5) y quien ha engañado al mundo
entero (Apocalipsis 12:9).
Hemos señalado que una
traducción alternativa es "rescatarnos del maligno". Hoy en día poca
gente cree en la existencia de tal ser. En general, la maldad no se considera
un ser personal. Por eso es muy fácil para Satanás tentar y engañar a la gente.
Tenemos que ser conscientes de que este ser maligno actúa emitiendo malos
pensamientos y emociones (Efesios 2:2 nos dice que es "el príncipe de la
potestad del aire"). También se le describe como el "Dios de este
mundo" (2 Corintios 4:4). Sólo Dios puede defendernos contra este ser
poderoso y es preciso que le pidamos ayuda. Ver estudio ampliado más abajo:
Módulo 2.(1.2.3).2 Satanás el Diablo.
Esta parte del modelo de
oración nos recuerda los peligros a los que nos enfrentamos diariamente y cómo
podemos ser rescatados.
Completando el Esquema
La versión Reina Valera y otras,
tienen una adición al versículo 13:
"Porque tuyo es el reino,
el poder y la gloria por todos los siglos. Amén".
Los comentarios explican que
este versículo no se encuentra en los manuscritos más antiguos. No se trata
aquí de decidir si estas palabras forman parte del texto original, sino de
señalar que es muy apropiado terminar la oración de una manera positiva, alentadora
y fortalecedora. Terminamos de la misma manera que empezamos, rindiendo
homenaje a la gloria y al poder de nuestro Padre celestial.
El esquema de oración que nos
dio Jesucristo nos proporciona un buen marco sobre qué orar. Si lo utilizamos,
siempre tendremos material suficiente para mantener una valiosa conversación
con nuestro Padre.
Por supuesto, no estamos
limitados a este esquema. Simplemente nos proporciona un orden significativo de
cosas sobre las que orar.
Aunque la Biblia contiene
orientaciones adicionales sobre el tema de la oración, ya podemos ver que ésta
es una verdadera comunicación en tiempo real con Dios. Es una conversación que
puede ser poderosa y útil, especialmente cuando combinamos la oración con otros
elementos que conforman una relación correcta con Él. El resultado final es que
nuestras oraciones producirán resultados positivos.
PREREQUISITOS
¿Existe algún requisito previo
que sea necesario para que Dios escuche nuestras oraciones?
Si no creemos que Dios
realmente puede intervenir, nuestras oraciones no podrán ser escuchadas (Marcos
11:24; Hebreos 11:6; Santiago 1:6-7; 5:15). Tenemos que estar dispuestos a
aceptar la respuesta "no" o "espera", como se ha explicado
antes.
Lo que pedimos a Dios tiene que
estar de acuerdo con su voluntad; ésta es una actitud básica para cualquier
contacto exitoso con Dios (1 Juan 5:14; Juan 5:30).
El apóstol Juan recoge además
las palabras de un hombre a quien Jesús devolvió la vista: "Todos sabemos
que Dios no escucha a los pecadores, sino a todo el que le adora y le
obedece" (Juan 9:31; Versión del Nuevo Siglo). Juan nos dice: "y cualquier cosa que pidamos la recibiremos de él
porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables
delante de él."
(1 Juan 3: 22). El apóstol Pedro escribe: "Porque los ojos del Señor están
sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones. Pero el rostro del
Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 Pedro 3:12).
Esto significa que tenemos que
poner nuestras vidas en consonancia con el estilo de vida de Dios, y si nos
hemos alejado tenemos que dar media vuelta y volver a Él. Nunca es demasiado
tarde para actuar. Si nos damos cuenta de lo que es necesario, tenemos que
actuar en consecuencia.
Puede que le sorprenda la
cantidad de información que ofrece la Biblia sobre el tema de la oración. Lo
más probable es que sea distinto de lo que usted ha oído antes.
Le animamos a que empiece a
desarrollar desde ahora el hábito de la oración significativa y esperamos que
esta lección le haya proporcionado la ayuda necesaria para ello.
PUNTOS ESENCIALES DE ESTE
MÓDULO:
·
Las
buenas relaciones dependen de la calidad de la comunicación.
·
La
oración es comunicación y conversación con Dios.
·
La
oración es una expresión de fe en el Dios vivo.
·
La
repetición ritual no es la forma bíblica de oración.
·
"El
Padre Nuestro" es un esquema o marco.
·
Hay
requisitos previos para que Dios escuche.
·
El
"sí" no es la única respuesta a la oración.
·
Muchos
ejemplos bíblicos demuestran que Dios interviene en respuesta a la oración.
ESTUDIO AMPLIADO
·
Dios
existe
·
El
Reino de Dios
·
El
Evangelio y la obra de la Iglesia
·
El
arrepentimiento: El inicio de la conversión
·
El
bautismo: Empezar de cero
·
Satanás,
el diablo
·
Estudio
bíblico: Escuchar a Dios
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