¿QUÉ
TIPO DE PERSONAS?
Graham Houghton
CGN, diciembre 2023
El
apóstol Pedro plantea una pregunta importante mientras nos hace pensar en un
cambio dramático que un día se producirá en la creación de Dios: "Ya que
todas estas cosas [la tierra y el universo actuales] han de ser deshechas, ¡qué clase de personas deben ser
ustedes en conducta santa y piadosa, aguardando y apresurándose para la
venida del día de Dios! Por causa de ese día los cielos, siendo encendidos,
serán deshechos; y los elementos, al ser abrasados, serán fundidos. 13 Según
las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora
la justicia." (2 Pedro 3:11-13, RVA 2015, a
menos que se indique lo contrario).
Quiere
que nos hagamos una idea vívida del plan de Dios para el futuro, pero nos pide
que tomemos en serio el aquí y ahora: ¿Qué clase de personas debemos ser, y qué
clase de vida debemos vivir como pueblo de Dios, mientras nos preparamos para
la vida eterna en su familia, morando en este nuevo escenario que anhelamos?
Nos
señala que la piedad es un atributo necesario que debemos desarrollar. Pero ¿en
qué consiste exactamente? Podemos ver que es una parte importante del carácter recto
de los miembros potenciales de la familia de Dios, y que tiene una aplicación
práctica en nuestras vidas ahora.
DEFINIR
LA PIEDAD
Debemos
definir la piedad a partir de la Biblia; de lo contrario, la palabra evoca
falsas ideas e imágenes procedentes de este mundo. La definición más concisa de
la palabra griega (eusebeia) es esta: "respeto a Dios
que afecta a la forma de vivir de una persona" ( Diccionario
Bíblico Holman Ilustrado; Concordancia de Strong). Es una actitud espiritual
que busca agradar a Dios en todos los sentidos; y por lo tanto, la forma
en que vivimos debe reflejar nuestro profundo respeto por nuestro Padre. Él lo
ha hecho posible mediante nuestro llamamiento y mediante su Espíritu: "Su
divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la
piedad…" (2 Pedro 1:3).
También
se alimenta a través de la enseñanza de la Iglesia de Dios y del ministerio,
que ayuda a "la fe de los elegidos de Dios y el pleno conocimiento de la
verdad, la cual es según la piedad" (Tito 1:1), y nos da "…las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y… la doctrina
que es conforme a la piedad" (1 Timoteo 6:3). Pablo nos
advierte de cualquiera que enseñe lo contrario (1 Timoteo 6:3-5).
Nosotros
mismos crecemos en esta actitud aplicando esta enseñanza del ministerio de
Cristo en la fe, y luego expresándola de muchas maneras variadas en nuestras
propias vidas. De hecho, Pedro, en el original griego, usa la palabra piedad en
plural (en 2 Pedro 3:1, RVA y SRV-BRG dicen:
“santas y pías conversaciones”), lo que
implica que hay muchos aspectos de la conducta y las acciones espirituales
correctas (véase el artículo "Piedad" del Diccionario Expositivo de
Vine).
Porque
respetamos a Dios, hacemos las cosas de una manera piadosa; y a través de la
forma en que vivimos, mostramos nuestro respeto por nuestro Padre y su Hijo. La
piedad debe ser como un ingrediente que impregne cada aspecto de nuestras
vidas.
También
es muy práctica, y Pablo da un ejemplo de comportamiento piadoso en acción:
"Pero si alguna viuda [un miembro vulnerable de la familia] tiene hijos o
nietos, que aprendan primero a ser piadosos con los de
su propia casa y a recompensar a sus padres porque esto es aceptable delante de
Dios."
(1 Timoteo 5:4). La Nueva Versión Internacional dice que las personas "…aprendan primero a poner en práctica su religión, cumpliendo
sus obligaciones con su propia familia…". Nuestro
respeto por Dios debe manifestarse en el cuidado y la preocupación
dentro de nuestras familias, y se aprende en el hogar, para luego extenderse a
los demás. Esto agrada a nuestro Padre; es un respeto hacia Él que impacta en
nuestra forma de vivir.
SER
PIADOSOS
Pedro
pregunta qué clase de personas debemos ser: pues debemos ser piadosos.
Pedro implica que hemos sido elevados a ese estado o condición por nuestro
Padre mismo cuando nos dio de su Espíritu, y debemos continuar en ese estado. Como
mínimo, debemos incluir la oración diaria regular y el estudio de su Palabra,
considerando su impacto y luego poniéndolo en acción en cada situación, lo
mejor que podamos, con la ayuda de Jesucristo. La piedad debe ser como un
ingrediente que impregne todos los aspectos de nuestra vida.
También
debemos ser conscientes de que nuestro estado natural, humano, por defecto, es la
impiedad -un irrespeto indebido a Dios- y necesitamos estar rechazando
continuamente ese camino y esforzarnos por vivir vidas sin levadura: "…Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual
trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así
podremos vivir en este mundo con dominio propio, justicia y
devoción, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa
venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo." (Tito 2:11-13). Pablo,
al igual que Pedro, nos dice lo que debemos hacer en el presente mientras nos
preparamos y esperamos el regreso de Jesucristo.
NUESTRO
MODELO
En
este camino, todos contamos con el beneficio de un modelo a seguir, que el
apóstol Juan describe para nosotros. Él utiliza palabras similares, diciéndonos
qué clase de Padre celestial tenemos, y su relación y sentimientos hacia
nosotros: "¡Fíjense qué gran
[qué clase de] amor nos ha dado el
Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! …"
(1 Juan 3:1).
Tenemos
un Padre espiritual que está lleno de amor por nosotros, sus hijos, a pesar de
todas nuestras imperfecciones. Esto sin duda refuerza nuestro sentimiento de
admiración y respeto hacia nuestro Padre, pues Él es un gran ejemplo por seguir.
EL
CAMBIO YA ESTÁ EN MARCHA
El
comentario inicial de Pedro es que la tierra actual y los cielos se disolverán,
o se derretirán, en el futuro, con toda seguridad. Pero los comentaristas
consideran que el uso de palabras en tiempo presente -que están siendo
disueltos- significa que Dios ya ha determinado que esta tierra ya está en
proceso de disolverse cuando termine su propósito: así de innegable es. Este
planeta y todo lo que hay en él, es transitorio: es una fase importante, pero
una fase pasajera en el plan general de Dios. Incluso el hermoso mundo
milenario, restaurado y semejante al Edén, pasará. ¡Pero vendrá algo aún mejor
y más hermoso e imperecedero!
La
familia de Dios vivirá en un nuevo mundo y en una nueva era: seres justos,
santos y piadosos, con un profundo respeto -y siempre maravillados- por nuestro
amoroso Dios y Padre y por su Hijo. Entonces: ¿qué clase de personas debemos
ser? ¿Qué clase de personas somos?
©
2023, Iglesia de Dios, una Comunidad Internacional
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